Benjamín Llorens nos adentra en el s. XX de Alicante con «Cosmopolita Explanada», donde hace un repaso a la transformación de la ciudad en una capital moderna en los albores del pasado siglo. La Explanada asiste a su consagración como paseo referencia de Alicante y es testigo de la primera piedra de edificios singulares que hoy son enclaves turísticos de la ciudad, como el Mercado o la Casa Carbonell.
A comienzos del siglo XX cuenta Alicante con una población que supera ligeramente los 50 mil habitantes. La tradicional pugna política entre liberales y conservadores se ve enriquecida con una propuesta novedosa, el socialismo. La clase trabajadora, surgida a finales del XIX, se organizaba políticamente en torno al partido socialista obrero español, en principio con pobres resultados electorales. Su momento llegaría años después.
En el centro de la ciudad, desde que el gobernador Olalde diera instrucciones para convertir la Explanada en un paseo de postín (1868), el lugar se había embellecido con los años merced a la aportación de jardineras, farolas, bancos, arbolado y demás elementos ornamentales. En su fachada terrestre, junto a la carretera (actual zona peatonal con terrazas) se habían instalado locales de recreo, fondas, cafetines y hoteles. El Café del Comercio, el Gran Hotel Victoria o el Café Suizo abrían sus puertas en la primera línea de la Explanada. Todo el tráfico de la época pasaba por allí. Los que llegaban a Alicante por la carretera de Valencia (actual avenida Denia, entonces barranco del Bonhivern) o desde el sur por la carretera de Murcia (avenida de Elche) se mezclaban con el tráfico interurbano en la polvorienta carretera de la Explanada.
Una mañana de intenso tráfico…peatonal. A la derecha cartel del Café Suizo.
El tráfico de carros, diligencias y tartanas era más soportable para los alicantinos que el actual de carruajes a motor por la fachada que da al mar, pero no era cuestión de estar tragando polvo constantemente o de trabarse en un barrizal cuando llovía, así que se decidió adoquinar y asfaltar la denominada carretera de la Explanada en 1903.
Instantáneas del 21 de julio de 1903 con la cámara de Oscar Vaillard Gascard. Tareas de asfaltado de la carretera de la Explanada.
Un par de años después, en 1905, nos visitó un joven Alfonso XIII (tenía entonces 19 años). Pisó tierra alicantina por la escalera real (hoy desaparecida) en el muelle interior del puerto, junto al club de regatas. Ese era el lugar por el que desembarcaba el monarca cuando llegaba a Alicante por vía marítima, normalmente a bordo del yate Giralda o del crucero Cataluña.
Lo primero que se encontró el rey no fue otra cosa que la Explanada, paseo de tronío alabado por el monarca que, acto seguido, salió zumbando hacia el monasterio de la Santa Faz para rendir homenaje a la reliquia. Después, recorrido protocolario por la ciudad, desfilando la comitiva por la carretera de la Explanada, con visita al ayuntamiento incluida.
Alfonso XIII frente al ayuntamiento de Alicante. Instantánea de Ramón Vidal Irles.
Era el 14 de abril de 1905, aún faltaban 26 años para que el mismo rey saliera hacia el exilio desde Cartagena tras proclamarse en España la república otro 14 de abril, en 1931. Pero ese día de 1905 Alfonso XIII estaba en Alicante y por la tarde la plaza de toros se vestía de gala para acoger -como rezaba el cartel- una «gran corrida de toros con asistencia de S. M. El Rey D. Alfonso XIII y demás séquito que le acompaña». Los diestros Antonio Fuentes, Lagartijillo Chico y Templaíto lidiaron 6 toros de la afamada ganadería de Parladé.
Al día siguiente, el rey se subió al ferrocarril que inauguró su abuela Isabel II en 1858 y regresó a Madrid. Volvió en 1909 para colocar la primera piedra del futuro club de regatas que él mismo inauguró dos años después, en 1911, aprovechando también visita para colocar otra primera piedra, esta vez la del futuro mercado municipal en la avenida de Alfonso X el Sabio, cuya construcción se prolongó durante 11 años, hasta 1922. Ya entonces las arcas municipales andaban maltrechas y los problemas de financiación lastraron la ejecución de la obra. En 1912 el rey visitó de nuevo Alicante, junto a su esposa Victoria Eugenia de Battenberg, reina consorte de España y nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Fue en marzo para presidir las alicantinas fiestas de invierno que se celebraban en ese mes. La ciudad volvió a engalanarse para recibir a los monarcas.
Magnífica vista nocturna del engalanado club de regatas árabe con la explanada en primer término. Realizada por Oscar Vaillard desde su domicilio en la casa Alberola en marzo de 1912.
Por esa época estaba de moda el trenbotijo que desde la capital del reino era el vehículo para que llegara a nuestras playas el primer turismo de masas. Alicante se había convertido en la playa de Madrid.
El caso es que los numerosos turistas que accedían al postiguet y sus balnearios tenían antes que pasar un mal trago. Todo el tráfico humano de acceso al mar discurría por la Explanada y tenía que hacerlo necesariamente frente a los mercados municipales del malecón. Los malos olores que desprendían las instalaciones convertían el paseo por la zona en una tortura olfativa. La imagen de insalubridad restaba méritos a la Explanada y a la propia ciudad. El alcalde Federico Soto firmó la orden de demolición y en 1912 comenzaron los trabajos.
Interior del mercado municipal del malecón antes de su derribo (Cipriano Frías, 1909) y en plena demolición con la Explanada al fondo (Ramón Vidal Irles, 1916)
En el lugar más transitado de Alicante quedaron dos solares magníficos tras el derribo de las dos naves gemelas que albergaban el antiguo mercado. Uno de estos solares fue ocupado por el edificio Lamaignère, que se inauguró en 1918.
Construcción de la casa Lamaignère (Francisco Ramos Martín, sobre 1917)
En esta fotografía de 1920, obra de Manuel Cantos, vemos luciendo ya al magnífico edificio Lamaignère en una explanada con tráfico rodado y en el solar contiguo, todavía vacío, un curioso cartel incitando a comprar vivienda, a ser propietario, «quien paga alquiler pierde su dinero». La burbuja inmobiliaria no es un invento del siglo XXI.
Ese solar alberga hoy otra de las joyas arquitectónicas de la ciudad. En Alicante, desde 1925, la casa Carbonell.
Afortunadamente, hoy podemos seguir disfrutando de la presencia y contemplación de ambos edificios, iconos de Alicante, que realzan la ciudad y a su paseo de la Explanada.
Fuentes e Imágenes:
Diario La Verdad. Tirso Marín.
Alicante. La ciudad contada a los chicos. Enrique Cerdán Tato.
Toros y Hogueras. Diputación Provincial de Alicante.
Archivo Municipal de Alicante (Fotos de Oscar Vaillard; Francisco Ramos Martín; Manuel Cantos; Ramón Vidal Irles; Cipriano Frías; colección Francisco Sánchez).
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