Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Cornudos y cornudas, pero ¿felices?

Fotografía: Miguel R. Pérez (Fuente: Pixabay).
Lo llaman 'poliamor' y sólo es sexo desmadrado, 'polisexo'.

Parecía que Tezanos sólo sabía hacer encuestas para que los españoles dijeran que Yolanda era la más apreciada y que preferían a Sánchez y al PSOE en lugar de a Feijóo y al PP, y ahora nos ha sorprendido su CIS con una consulta sobre asuntos sociales de diversa condición, en la que resultan especialmente significativas las preferencias de los españoles y españolas en las relaciones de pareja. Nada menos que un 47 % se decanta por las relaciones sexuales libres; hombres y mujeres se emparejen como se emparejen (matrimonio o simple unión de hecho) dejan abierta la puerta al amor libre, que tiene nombre de perfume barato: ‘Poliamor’.

El porcentaje no parece superdisparatado más que comparándolo con el del año anterior. Ha pasado del 40 % al 47 %. De seguir avanzando el poliamor a ese ritmo anual, en menos de ocho años toda España estará poliamorada. ¿Es un disparate lo que nos aguarda? ¿Se habrá convertido España entonces en la avanzada mundial de las relaciones sexuales libres? Si las ministras podemitas del Gobierno Frankestein presumen de que nuestra legislación sobre el aborto y sobre la violencia machista son ejemplo para todas las naciones del mundo mundial, cualquier día acabarán legislando para defender y proteger el derecho al poliamor y fomentando el mismo con subvenciones generosas.

El ‘nuevo marxismo’ no quiere fomentar, sino imponer. Llega un tiempo en que los cornudos y las cornudas no podrán ser denominado(a)s como tales. Se acabaron los cornudo(a)s que van por el mundo solo(a)s. Se supone que el poliamor se extiende a todo quisque, sea heterosexual, sea gay o lesbiana. ¿Será cierto lo que nos dice el CIS de Tezanos? ¿Quiere tomarnos el pelo o nos desnuda ante el espejo? ¿Alguien puede creerse que llegará el momento en que no importe que nuestra mujer o nuestro marido se acueste amorosamente, no sólo sexualmente, con otro o con otra?

¡Cosas veredes, amigo Sancho!, decía don Quijote. Don Alonso Quijano sólo tenía un amor, su Dulcinea del alma, su excelso amor platónico. Por ella luchó hasta con gigantes que eran molinos de viento. Ahora ya no habrá más nunca caballeros que luchen por sus dulcineas. Ni habrá madres. A los niños los fabricaremos en probetas, como clonamos ovejas. Clonaremos niños y ya no habrá madres e hijos, ni padres, ni abuelos ni abuelas. Habremos llegado a la consumación de un mundo feliz. Con mucho polisexo al que seguiremos llamando poliamor. Y papá Estado se encargará de la uniforme educación de todos los niños clonados. ¿Felices? No me lo creo.

Posdata

“La mujer de César no sólo tiene que ser honesta, sino parecerlo”. Eso es viejo. Ya no habrá deshonestos y honestos porque todos seremos deshonestos y a mucha honra. Muy modernos. Lo que nunca fue César. Se le atribuye esa frase ‘honesta’ a Julio César, el amo de Roma tras ser proclamado Pontifex Maximus. Era un militar y político puritano y se divorció de su esposa, Pompeya, por haber asistido ésta a una fiesta orgiástica de mujeres de la alta sociedad, en la que dijo que ella había sido simplemente espectadora. Estamos en el año 65 antes de Cristo. Julio César, general triunfador en Hispania, la Galia y otras regiones europeas logró constituirse en dictador de la República de Roma tras vencer a su colega el cónsul Pompeyo. Adoptó a su sobrino nieto Octavio Augusto, quien se coronaría como primer emperador. La República de Roma se transformó en el Imperio Romano. Gran gobernante, dirigió el imperio durante 40 años y lo encumbró a lo más alto. Durante su reinado, dentro de la llamada Pax Augusta, nació Jesús de Nazaret en Belén, ciudad de Judea, que era una provincia romana más, como Hispania.  

Adenda

Madres, en peligro de extinción. Suena duro, pero no por eso deja de ser posible. Nos cargamos a la mujer cargándonos la maternidad. Yo, como la inmensa mayoría de mis coetáneos (los y las de mi quinta, en torno a los 85 años), hemos tenido una madre y un padre. Como hijo, tengo a mi madre en un altar. La venero. Nunca olvidaré cómo lloraba de alegría cuando me abrazaba tras varios meses sin verme porque estudiaba interno a muchos kilómetros del pueblo. Luego también lloraba cuando volvía al pueblo, ya casado, con mis hijos, a los que inundaba de gozosas lágrimas. Madres y esposas (padres y esposos) para toda la vida, con penas y alegrías en las familias, pero familias profundamente humanas, que no creo que sean compatibles con los líos sexuales del poliamor, un poliamor que es una mentira como la copa de un pino y una degradación de la condición humana. No sólo se degrada el amor; también el sexo. Mujer y hombre los creó Dios: “creced y multiplicaos”. Vamos mal; vamos contra Dios, contra el hombre y contra la mujer. ¡Una indignidad!

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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