Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Contrastes

La Explanada bajo el mar. El nacimiento

Grabado del s XIX donde se muestra la ciudad de Alicante con la primera línea de costa donde se aprecia la original Explanada
Grabado del s XIX donde se muestra la ciudad de Alicante con la primera línea de costa donde se aprecia la original Explanada
«Contrastes» nos acerca la historia del nacimiento de la Explanada, el genuino paseo alicantino tantas veces icono de la ciudad. Benjamín Llorens hace un pormenorizado análisis del origen de su construcción, ligado al de la propia ciudad actual, con planos, imágenes y grabados de época.  Verano de 1691, la mañana estaba tranquila, cielo despejado y sol […]

«Contrastes» nos acerca la historia del nacimiento de la Explanada, el genuino paseo alicantino tantas veces icono de la ciudad. Benjamín Llorens hace un pormenorizado análisis del origen de su construcción, ligado al de la propia ciudad actual, con planos, imágenes y grabados de época. 

Verano de 1691, la mañana estaba tranquila, cielo despejado y sol radiante. Una suave brisa de leveche o aire cartagenero había hecho más llevadera la travesía desde las salinas de la Mata hasta la rada de Alicante. Mejor viento en popa que calma chicha. Las dos embarcaciones, con su cargamento de sacos de sal, enfilaban la proa hacia la costa de la ciudad de Alicante. A su derecha, a estribor, quedaba el espigón del muelle que nace en la cercana Puerta del Mar. Su destino era la ya visible Playa de las Barcas donde atracarían en la misma arena, confundiéndose entre decenas de embarcaciones de pequeño calado, para descargar su mercancía que iba directamente a la Casa del Rey, más conocida por los alicantinos de entonces como Alfolí de la Sal, un almacén para guardar los cargamentos del preciado mineral que llegaban de las productivas salinas de La Mata, al sur de Alicante, y que fue construida por orden de Felipe II, el primer emperador global, un siglo antes en el año de gracia de 1591. Así que para cualquier alicantino la Casa del Rey llevaba allí toda la vida.

Como recoge el grabado el alfolí o almacén estaba situado al borde del mar, en la misma playa que tomaba su nombre de las numerosas barcas que allí fondeaban precisamente para cargar o descargar en el alfolí. Un descampado enlazaba las doradas arenas con las viviendas del pequeño barrio de pescadores, situado fuera de los muros protectores de la ciudad, bautizado como arrabal de San Francisco. La playa se extendía hacia el sur, más allá de la desembocadura del barranco de San Blas (actual paseo Gadea).

Hoy día en el solar donde se contruyó la Casa del Rey, al borde del mar, se levanta el magnífico edificio de Correos.

Imagen de 1974

En aquel verano de 1691 las murallas de Alicante cerraban el casco urbano por el barranco de Canicia (actuales Rambla y Bailén). A la altura del actual Portal de Elche se situaba el torreón de San Bartolomé, al borde del mar.

En este grabado, que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón, observamos en el ángulo inferior izquierdo de la muralla el mencionado torreón de San Bartolomé marcado con la letra G. Desde allí el lienzo amurallado discurría en diagonal hacia los torreones de Monserrate, que flanqueaban la Puerta del Mar (letra E), dando salida hacia el espigón del muelle y continuación de la muralla hasta el torreón de San Sebastián (letra C), donde hoy se sitúa la biblioteca pública Azorín, junto al Paseíto Ramiro.

Como vemos a la izquierda del plano, el arrabal de San Francisco y su playa de las barcas quedaban a extramuros y desprotegidos ante cualquier ataque por el sur, fuera por tierra o por mar. En aquel 1691 Europa andaba metida en la Guerra de los 9 Años que, básicamente, enfrentaba a Francia con el resto de monarquías europeas unidas en la Liga de Augsburgo, por el control del continente. Un conflicto que afectó directamente a Alicante (*) y cambió la fisonomía de la ciudad.

El sábado 21 de julio del año del señor de 1691 la armada francesa, al mando del almirante Jean d’Estrées, ocupó la bahía alicantina. Conminó a la ciudad a pagar un fuerte rescate o sufrir la cólera de sus cañones. Los alicantinos eligieron lo segundo y el domingo 22 de julio comenzó un bombardeo brutal que durante tres días asoló Alicante.

Tres mil quinientas bombas después no quedaba casi nada. De los aproximadamente dos mil edificios existentes quedaron en pie unos 200 y bastante maltrechos. El resto era escombros tanto dentro de las murallas como fuera de ellas, incluido el propio ayuntamiento totalmente destruido.

La tragedia obligó a los alicantinos a plantearse de nuevo la ciudad. Alicante era plaza de guerra, se hacía urgente levantar nuevas defensas, incluso ganando terrenos al mar lo que no era nuevo, pues ya se había realizado en el pasado. De hecho el ayuntamiento destruido, que ocupaba el mismo solar del actual, fue edificado en terrenos donde antaño el mar campaba a sus anchas.

Se conservaron las murallas del siglo XVI que hemos visto en el plano anterior y se levantó con urgencia una fortificación al sur de la línea de costa en la misma playa de las barcas (letra Q). El baluarte de San Carlos debía proteger la ciudad por su acceso meridional, delimitando al mismo tiempo el arrabal de San Francisco que iba creciendo extramuros sin protección. En el plano anterior la línea de puntos marca el lugar de construcción del fuerte y otra importante novedad: el adelanto de la línea de costa amurallandola. Primero se prohibió varar las embarcaciones en la playa con el fin de dejar expedito el camino hacia el fuerte de San Carlos, después se eliminó por completo la playa de las barcas y se rellenó con los escombros resultantes del bombardeo francés (que no eran pocos) el frontal marítimo entre los torreones de Monserrate, en la puerta del Mar y el nuevo baluarte de San Carlos, situado entre el actual paseo Gadea y la plaza de Canalejas.

Así surgió la Explanada. En su origen una escombrera. Los terrenos ganados al mar a finales del siglo XVII tras el bombardeo, se consolidaron en la centuria siguiente. En la nueva fachada marítima se levantó un lienzo de muralla y tras ella, lo que durante milenios había sido mar Mediterráneo se convirtió en una explanada de tierra a la que los alicantinos de entonces llamaron Malecón. Se planearon nuevas manzanas de edificios que se fueron construyendo a lo largo del siglo XVIII y al terreno del malecón se le dió uso de esparcimiento y recreo.

Había nacido la Explanada. Un espacio surgido del mar, ganado al milenario Mare Nostrum. Continuaremos con su historia en el próximo Contrastes.

(*) Ver Contrastes «Alicante, de Villa a Ciudad»

Fuentes e imágenes:

Archivo de la Corona de Aragón.

Unidad de Conservación del Patrimonio Histórico Artístico (Pablo Rosser

Limiñana). Concejalía de Cultura.

Biblioteca Nacional de España.

Patronato Municipal 5º Centenario de la Ciudad de Alicante.

Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada Española.

Archivo Municipal de Alicante.

Benjamín Llorens

Periodista.

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