“Conosimiento»

Algunos sabios, con mucho conocimiento, pronosticaron cosas que dan risa: “El COVID-19 no tendrá un impacto grande en España”. “Sobrará con 2 o 3 computadoras por país”. “Nadie usará esas estúpidas apps”. “Gobernar con extremistas no me dejaría dormir”. “La mierda de los caballos llegará al segundo piso de las casas”. “En 2015 Nueva York estará bajo las aguas”. “Un cohete nunca podrá salir de la órbita terrestre”. “La televisión fracasará, nadie estará cada noche viendo una caja”. Eso así, a bote pronto. Ya dije por aquí que al pájaro se le conoce por sus cagadas.

Pero el conocimiento lo es todo. Lo cierto es que si fuéramos capaces de adivinar un poco de futuro, nuestro éxito y fortuna estarían asegurados. Creo que para ello tenemos que, al menos, tener tiempo para pensar, para calmarnos y proyectar nuestra mente al futuro y ver lo que somos capaces de crear desde nuestra experiencia y saber.

A pesar de ello, es la fortuna, no el conocimiento, el que decide nuestras vidas. En mi juventud duré tan solo unos días soltero y fue la fortuna la que cruzó en mi vida a la persona que me acompaña en ella. ¿Fue suerte cómo se empieza un trabajo exitoso? ¿Fue casualidad que te juntaras con aquel amigo para emprender? ¿El destino te llevó a aquella idea que hoy es tu empresa? ¿Cómo conocí a vuestra madre? Parece que los mayores pensadores de la historia así lo afirman pero, ¿y aquello de Picasso de que “la genialidad te pille trabajando”?, o es que acaso ¿las casualidades para encontrar la penicilina o el radio no fueron fruto del trabajo ímprobo previo?

El fracasar 100 veces te hace fuerte. Conocimiento, trabajo, suerte y nacer en el lugar adecuado es la combinación perfecta. Todo esto es realmente cultura, olvidada, ninguneada, despreciada, censurada, desahuciada pero, sobre todo, confundida. Confundida por aquellos que dicen que la Cultura tiene ideología, por los que subvencionan según los vientos del poder, de los que quieren aleccionar con carga ideológica esa cultura que por sí misma debe ser libre.

Nada veo tan cruel, en este tema, como esos niños que son obligados a aprender euskera o catalán a tornillo aunque sufran dislexia, autismo o cualquier otra dificultad. Recuerdo cómo con el valenciano nos querían convencer de que los niños que tuvieran como lengua vehicular el valenciano, serían grandes conocedores del inglés (se ve que con castellano era científicamente imposible). ¡Cuánto sectario cantamañanas! Pero ahí están, dominando, cobrando de nuestros impuestos y señoreándose de esa cultura que, en lugar de dar alas, las corta.

¿Exagero? Si Stephen Hawking viviera y se presentara a ser profesor en cualquier universidad de 5 autonomías de España (incluida of course la nuestra) se lo cargarían de antemano por no tener C1 en valenciá. Sin comentarios.

Así vamos. Tots a una veu.