Era más de medianoche. Una noche fría y madrileña de noviembre. Se juntaron dos grupos de hombres y mujeres, cargando todo el material necesario en sendos vehículos. Algunos con experiencia y otros novatos en la materia. Con las consignas aprendidas y el itinerario sobre el papel, arrancaron en dirección del barrio señalado. Allí se detuvieron y comenzaron a prepararlo todo sigilosamente.
Había que hacer el trabajo prestamente en cada punto escogido. Al principio todo fue bien y nadie reparó en ellos, pero ya, en la segunda parada, vieron acercarse una furgoneta que frenó en seco. Sus ocupantes gritaron al unísono: “¡Vaya fachas!”, y arrancaron enseguida. A pesar de ello, los dos grupos siguieron concienzudamente con su cometido, empleando todo el material disponible y sintiendo al mismo tiempo satisfacción y orgullo por la causa que defendían.
En la última parada, una manada de jóvenes los trató de “Rojos de m…”, no ocultando su predisposición a unas agresiones físicas. Pero el trabajo ya estaba concluido, con amor al arte si puede decirse. Confiando en que nadie pasara luego a deshacerlo todo, recogieron sus bártulos y los coches se perdieron por la noche gélida de la capital. Atrás habían dejado colocados unos valiosos carteles a todo color que rezaban: “La Constitución de la Concordia”.

Querido Carlos. Me encanta tu narrativa sobre la Constitucion de la Conciordia. Yo viví aquellos tiempos y la Constitucion abrió un tiempo nuevo. No fue tan fácil como se cree ahora, pero se consiguió y hay que conservarla. Es la consagración de la libertad y debemos seguir siendo un pueblo libre.
Un abrazo Julio Calvet.
Querido Julio, es bueno recordar aquel recorrido de la Transición, siguiendo un guion inédito a trancas y barrancas, con ilusión y principios claros. Algunos han perdido su «memoria histórica» al parecer, o parecen dispuestos a arrancar páginas del relato. ¡Qué lástima!
Aciertas, Carlos, con la ‘Constitución de la concordia’, a la que vienen atacando fuerzas separatistas, antiespañolas, tanto de la ultraizquierda comunista como de la ultraderecha racista de Puigdemont, con los que se besa Sánchez mientras tacha de ultraderechista al PP, un PP que cogobierna en la Unión Europea con los socialdemócratas. ¿Para cuándo un pacto PP-PSOE para salvar España, un pacto como el que existe a nivel de Europa? Un cordial saludo.
Existen, de vez en cuando, políticos o hombres de Estado. En la actualidad abundan más los «showmen» y los perversos narcisistas. También abundan los electores masoquistas. Ya me contarás…