Con el desarrollo incesante de las redes sociales, los comunicados oficiales, tanto de instituciones públicas como privadas, se ofrecen a veces solo en estas, dejando al lado su publicación en medios habituales de prensa, sea cual sea su formato. Nuestra sociedad recibe cada día más la información del presente a través de estas plataformas, en apariencia gratuita, donde la interacción con el lector es inmediata y más sencilla. Publicamos o compartimos en nuestro muro unas notas de prensa o novedades que no siempre tienen su presencia en los medios tradicionales. Cierto es que la interacción entre estas es posible y a menudo podemos ver cómo un medio de comunicación, en su noticia, comparte algunas declaraciones vertidas en redes como Facebook o X –antigua Twitter–. Sin ningún tipo de revisión o de selección por parte del medio, se hace pública una postura, sea cual sea su contenido u objetivo. Elevamos a oficial un contenido que tal vez no deja de ser un comentario personal realizado desde la subjetividad más absoluta. Conseguimos eso así que se conozca nuestra postura, asumiendo en algunas ocasiones falacias como verdades auténticas. Todo sea por defender nuestro ideario, aunque solo sea conocido por los perfiles con los que tenemos una relación de amistad virtual. Las respuestas, pues, son inmediatas y mayormente a nuestro favor, sin atisbo de visión crítica o postura contraria. Nuevamente, nos engañamos a nosotros mismos. Los palmeros ejercen su función: alabar todas nuestras proezas y nuestros puntos de vista.
Los datos no mienten. Así, por ejemplo, según el Informe Digital 2023 de We Are Social y Hootsuite realizado en los EE.UU., como el Digital New Report 2022 del Reuters Institut, coinciden en marcar que un 39 % de los encuestados accede a noticias a través de redes sociales, en comparación con el 28 % que utiliza los medios de prensa tradicionales. A pesar del intento de los periódicos, las radios y las televisiones de actualizar sus portales con las novedades de nuestro entorno, la automatización de la información en las redes sociales, con un acceso rápido e inmediato, es insuperable. Si añadimos que los algoritmos de estas aplicaciones personalizan el contenido con nuestras preferencias, el interés hacia estas es más intenso, ya que seleccionan las temáticas de la actualidad que más nos atraen. Además, la consulta de los medios tradicionales puede representar un coste añadido de una suscripción concreta, mientras que las redes sociales son gratuitas, eso sí, a coste de conocer nuestros intereses en nuestras búsquedas, una información privilegiada en aras a potenciar el consumismo de cada usuario en tanto que conoce nuestras preferencias.
Metemos la pata cuando creemos a pies juntillas una información leída en el muro de un amigo virtual en la red que seguimos diariamente. O nos avanzamos a manifestar nuestra alegría por el inicio de unas merecidas vacaciones, con imágenes simbólicas de aves en libertad o amaneceres infinitos, cuando al día siguiente se produce un terremoto en nuestro trabajo que nos hace volver al despacho de manera urgente para salvar el tipo y los papeles… En el primer caso, de manera reciente, ha circulado por las plataformas X o Facebook, el orgullo patrio de dos investigadores jóvenes producto de nuestra cantera de científicos, cuando en realidad eran imágenes de dos actores de películas pornográficas de reconocido prestigio. Unos cuantos centenares, por no decir miles, de seguidores se sumaron a compartir aquellas imágenes hasta que alguien alertó de su verdadera identidad y se empezó a borrar la entrada en múltiples perfiles caracterizados por la exaltación gratuita y exacerbada de la sabiduría de nuestro país. Sobre el segundo caso, si se metió la pata, no era por voluntad, sino por trivialización desacomplejada del período vacacional: todo el mundo tiene el derecho al descanso, pero a veces las circunstancias sobrevenidas parecen hacer volver la realidad a quien vivía en un mundo idealizado sin darse cuenta de la que le venía encima.
Sea como sea, tendremos que aprender como sociedad a interpretar correctamente las ventajas y los inconvenientes de las redes sociales. Son un elemento añadido para la interacción con las personas que seguimos, pero debemos estar prevenidos que, por aparecer en un perfil, las afirmaciones pueden no ser ciertas y pueden necesitar una contrastación objetiva que solo los medios de comunicación consolidados pueden ofrecernos. De lo contrario, seguiremos añadiendo leña al fuego sobre verdades a medias o falsas afirmaciones que pueden distorsionar la visión que tenemos de la realidad. Si tenemos alguna noticia de interés general para hacer pública, deberemos informar por notas oficiales a la prensa para que la transmita a la ciudadanía, aunque luego la compartamos en las plataformas sociales que utilicemos.
Completamente de acuerdo. Muy interesante. Y sugiero a los gobernantes que legislen para acabar con los abusos, a veces delictivos, en las redes sociales.