Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Cómo decir la verdad y no morir en el intento

La ganadora del Nobel de Literatura 2024, Hang Kang, en imagen de 2017. Fotografía de Librarie Mollat (Fuente: Wikimedia).

¿Podemos decir la verdad, ser honestos en nuestras vidas, llevando con coherencia nuestros ideales sin sufrir innecesariamente? Estas son algunas reflexiones que me han surgido a lo largo del fin de semana mientras releía una de las obras de la escritora surcoreana Han Kang, ganadora del premio Nobel de Literatura en el 2024, quien publicaba el año 2011 La clase de griego, la historia de una mujer que, tras un divorcio, deja de hablar y se refugia en la soledad y el silencio mientras asiste a clases de griego. La novela explora temas de pérdida, duelo y de fragilidad humana, todo ello al borde de los límites físicos y existenciales. Cuando hice su primera lectura hace un par de años, me llamó la atención cómo abordaba la idea de la verdad, vinculada a los momentos críticos donde las personas son más conscientes de lo que realmente importa: “solo aquellos que están por perder algo —como el habla, la vista o la vida— pueden reflexionar sobre lo que se ha perdido”. Este es, pues, el reto de la protagonista, sincerarse consigo misma y con su entorno; ofrecer a cada momento de su vida la honestidad y la integridad que le permita con coherencia seguir adelante. Un canto a la felicidad de las pequeñas cosas en una novela sublime que ahora ha sido reconocida con el conjunto de obras de su autora.

Tenemos tendencia a mentir, una especie de estrategia de supervivencia a lo largo de la evolución del ser humano, para evitar conflictos, obtener recursos o protegernos de posibles daños. Manipulamos la información a favor propio en situaciones sociales y competitivas de manera que moldeamos nuestra imagen y ofrecemos un falso avatar de nosotros mismos. Esta es la clave para entender, por ejemplo, algunas adicciones existentes en personas que han construido una identidad falseada con la intención de agradar o de sentirse integrados. Da igual el tipo de adicción que se desarrolla, en el fondo, en la base, está la falta de autoestima que se tiene o tal vez una niñez sin demasiado afecto que acaba potenciando esta falsa realidad que se proyecta. El desarrollo de las redes sociales no ha hecho sino aumentar esta tendencia a ofrecer una imagen idealizada, la que los otros quieren detectar o percibir en nosotros mismos. Con la mentira activamos un mecanismo para evitar consecuencias negativas o emociones incómodas como el rechazo, la vergüenza o la decepción.

Ciertamente la dificultad de decir la verdad ha centrado diversas reflexiones de algunos filósofos de nuestra historia. En Más allá del bien y del mal, Nietzsche escribía: “la verdad es tan complicada que nadie la conoce completamente”. Una dificultad de hallarla porque está formada a su tiempo de pequeñas verdades, mínimas porciones de una autenticidad que, en el momento que una de ellas falla, cae por completo la percepción de la honestidad del sujeto que las expone. Nada más detectamos una mentira perdemos la confianza en quien la ha presentado. Por el contrario, quien no dice la verdad, si ofrece un relato verosímil, puede seguir haciéndolo sin que se corroa su imagen. Este es, pues, el reto de quien quiere convencer a su entorno, quien pretende ser su líder o simplemente representar al resto. ¿Por qué entonces se siguen prometiendo en procesos electorales tantas verdades a medias o falsas ilusiones aun siendo conscientes que son imposibles de realizar? Pienso, por ejemplo, en las veces que, en diversas instancias de la administración, se ha abordado el tema de las jubilaciones anticipadas a partir de los 60 años, prometiendo un pronto retiro manteniendo las condiciones normales de sueldo, cuando al final, una vez obtenido el poder, todo queda en agua de borrajas. Sin ir más lejos, en mi propia universidad, se prometió recuperar las reducciones de dedicación a partir de los 60 años para una parte del personal. Una promesa electoral gratuita que quedó en el olvido. En general, el límite cronológico del retiro definitivo sigue ampliándose en toda Europa.

Formemos liderazgos basados en la verdad, en la sinceridad, donde una mirada fija y honesta transmita, no lo que queramos escuchar, sino la voluntad clara y directa de mejorar nuestro entorno. Quienes nos dedicamos a la escritura, a la docencia o, en general, a la comunicación con las personas, tenemos que ser consciente de nuestra responsabilidad: denunciar la mentira o el engaño con fines de obtener una aprobación que, en caso de realizarse, deteriore el sentido de la colectividad y provoque la caída en picado de la consideración de nuestros gobernantes o de nuestros referentes más inmediatos. Digamos, pues, siempre la verdad, aunque suframos en el intento. Siempre nos quedará el ejemplo de la fortaleza y de la valentía de la anónima protagonista de Han Kang que se refugió en sus clases de griego para superar su dolor emocional y encontrar un espacio seguro donde evitar confrontar directamente sus sentimientos. Un reconocimiento que ha llegado, sin ninguna duda, a una de las escritoras actuales más sinceras en su forma de retratar la sociedad contemporánea.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

1 Comment

Click here to post a comment

  • Muy interesante y evocador. El elogio de la verdad me ha recordado la frase que se atribuye a Santa Teresa de Jesús, la abulense excelsa: ‘la humildad es la verdad’. Realmente, lo que dice textualmente (en VI Moradas, 10,7) es: «Estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad y púsoseme delante, a mi parecer sin considerarlo, sino de presto, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros sino la miseria y ser nada, y quien esto no entiende, anda en mentira». Me gusta cuando dices que nuestra responsabilidad es «denunciar la mentira y el engaño» como defiende Han Kang y apostillas tú con ese «aunque suframos en el intento». Un saludo cordial.