«La medida del amor es amar sin medida». Y entonces, me quedé en blanco por mucho tiempo y sin medida, mirando las flores que me acompañan junto a un cestillo colmado de pétalos de colores que he ido guardando de momentos y de instantes sin medida y de una lunita consentida colgada del cielo, en mi caso, del enchufe de mi ordenador, desgastado y con el teclado blanco, imprimiendo cada pensamiento, cada impulso, cada recuerdo, cada deseo, cada sensación, cada ambición, cada en puntos suspensivos… Y tomando, sorbo a sorbo, sin medida, esa infusión que alivia, acaricia, desliza, barre, neutraliza, abriga, calma y que con su aroma me lleva a ese presente más mediato, sin medida, y así sin más… Quedo perpleja, maravillada, feliz, enamorada, encantada, agradecida, y tanto y más, de mi presente más mediato, sin medida, del AMOR sin medida y amar sin medida…
Cartabón de ese beso sin medida… Ese beso salva vida y con caída, cortado y confeccionado con volantes de suspiros en su costura y sin alfileres, fruncido de miradas y bordado de provocación en seda, con un toque de purpurina de tentación de frambuesa y notas de café sin olvido y con ternura de flores, con nubes limpias de tormentas de sufrimiento, que son pasajeras y con soltura, comodidad, armonía, riesgo y aventura trepidante para esos momentos desafiantes… ¿Acaso evitarías ese beso?
Cartabón de ese corazón sin medida… Ese corazón lleno de espíritu de enmienda y reflexivo que invite a la conversión, a la renovación, con un sincero y profundo ejercicio, con esfuerzo, sacrificio y arrepentimiento, mediante un examen de conciencia, y sentir cada latido… Remendado, cosido, acelerado, enamorado, y tanto y más… Hasta el último, con humildad… Y es que, el corazón, es uno, sólo uno, uno para cada uno… Frágil y delicado, soberbio, fuerte, con grietas, rasguños, golpes y heridas, centímetros y centímetros de ausencia y milímetros de permanencia, sin estrenar y en cuidados intensivos… Florece, marchita y caduca… El AMOR verdadero habita en él… ¿Acaso echarías en falta otro corazón?

Y así sin más… Miré sin medida ese cartabón amarillo desgastado por el tiempo en desuso y usado sin medida en el tiempo para medidas perfectas en cuerpos imperfectos con telas de diseños únicos, especiales, floridos, aterciopelados, tentadores, suaves, transparentes, sugerentes, y tanto y más… Y me pregunté sin medida de todas esas historias que llevamos en el corazón y de esas nuevas que nos tienen prendados: ¿tiene corazón ese camino? Todo lo demás no son sino fenómenos atmosféricos… Turbulencias, tinieblas, chubascos, tormentas, árboles en esta tierra tan marchita y seca, cuando la vida se nos vuelve pesada y nos sentimos auténticas piedras, caminando por callejones sin salida y sintiéndonos que nada nos llena ni nos satisface…
Marzo trae consigo la siembra de hierbas mágicas: tomillo, ruda, manzanilla, romero, artemisa… Y de otras que comienzan a rebrotar y resurgir de raíz: valeriana, menta, melisa, milenrama… Y las hierbas que han sido sembradas en otoño y en invierno, brotan a tope: beleños, mandrágoras y belladonas… Y se recoge de los alrededores: flores de espino, yemas de álamo, pensamientos, laurel y preciosas y delicadas, violetas… Trae días de floración: lágrimas de la virgen, más conocido como el ajo silvestre, laurel (hierba asociada al triunfo, éxito, enfoque, al sol, al dios Apolo, y al tradicional Domingo de Ramos), salvia (se la llama también, hierba del ciego o de Santa Lucía, usada tradicionalmente, para ver con claridad), violetas del bosque, olivo y romero (hierbas protectoras y purificadoras, a modo de amuleto, sus fieles y creyentes, cuelgan sus ramas benditas cada Domingo de Ramos en sus hogares), y malvas (asociadas a la Semana Santa y a la primavera, tiempo en el que sus creyentes lanzan con fervor malvas para celebrar), fumaria (incienso purificador y energizante)… Y trae el símbolo de la cruz, sinónimo de reflexión, resurrección, pecado, conversión, misericordia, perdón, dolor, fe, esperanza, oscuridad, culpa, pasión, muerte, y tanto y más… ¿Acaso suspirarías por tanto y más?
Cartabón de una vida de misericordia… Parece que todo se acomoda en el tiempo perfecto, en ese crecimiento silencioso y armonioso, mientras respiras y te nutres de experiencias, de instantes plenos, de momentos contenidos, y de palabras que te hacen florecer, y que te proporcionan sabiduría, fuerza y estabilidad y de otras que te marchitan y las entierras a prueba de dolor y podas para continuar en ese crecimiento que emana con AMOR desde la profundidad sin medida que me lleva al firmamento sin temor al vértigo y esperando ese milagro que me devuelva la luz robada…

Y así sin más… Siento su presencia, agradable, pacífica, armoniosa… Y me lleva al recuerdo, a ese café… Suave, afrutado, aromático, único… Como estos clavelitos, cortados con mimo, que me acompañan en esta deliciosa madrugada de marzo, y que han florecido sin rebeldía y sin paraguas, invadidos del cielo recién molido con nubes de café, y siento, entiendo y comprendo que, la actitud de confianza, es la expresión más divina y preciosa, de todas las flores del jardín de las palabras, de la misericordia del AMOR, y confieso desde las mismísimas entrañas del corazón… Y sin miedo al rechazo, al abandono, a la huida, a lo que me hiere, a lo que venga… Esos sentimientos contenidos… Y destierro… Cortando de raíz ese malestar podrido… La infelicidad, la ingratitud, la deslealtad, el orgullo… Sembrando un corazón donde aviva el fuego y la gracia de la misericordia colmado de plenitud del tesoro de la esperanza… Y ahora más que nunca antes jamás, en este tiempo tan revuelto, indeciso, raro, triste y necesitado de ese mar de humildad sin límites, cuando nos empecinamos en ser tan sólo una pequeña gotita frente a un océano… Y siento, entiendo y comprendo que, mi alma agonizaba, hundida en el abismo de mi confusión y en la miseria asfixiada, y me arrojé con confianza a sus brazos y sentí un mar de alegría y un manantial de AMOR, y desde entonces, dejé abiertas todas las compuertas y mi vida se sacudió con fuerza y determinación y ya le echo de menos, como granos de arena hay en la tierra…
Y así sin más… Cartabón sin medida… De ese beso sin medida… Liviano, suave, delicado, mágico, volátil y soñado… Caprichoso, insistente, aromático, inesperado, impulsivo, tierno y perfumado… Verdadero, intenso, dulce, acaramelado y afrutado… Único, encantado, hechizado, inolvidable, y estrellado… Corto, largo, extenso, xxl, xl, m, s, xs, ausente, inventado… Hizo latir ese corazón dormido, anestesiado y encorsetado… Dejó a su paso calma, a ese caos de emociones con turbulencias y pasado… Pequeño gran regalo, escandalosamente perfecto que endulzó mi espíritu… Su privación es causa de mi brutal apetito y voy a por ese cartabón y más milímetros en su cinta métrica y en deliciosos puntos suspensivos…
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