Carmen Carretón-Ballester es doctora por la Universidad de Alicante y un referente nacional en materia de Relaciones Públicas. Ocupa la vicepresidencia de la Asociación de Investigadores en Relaciones Públicas (AIRP), al tiempo que dirige el Departamento de Comunicación y Psicología Social de la Universidad de Alicante donde es docente en el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas. También imparte estudios de postgrado en varias universidades y es autora de medio centenar de publicaciones sobre relaciones públicas internas y relaciones y comunicación con los públicos minoritarios.
Alicantina apasionada y reivindicativa, la lucha contra la injusticia social ha sido una constante en su carrera. Es desde esta perspectiva desde donde trabaja por una universidad más accesible e inclusiva. Y entre sus proyectos, la dirección del Título Propio en Competencias Laborales en entornos de empleo con apoyo, dirigido a personas con discapacidad intelectual, que este curso cumple su cuarta edición.
Su carácter cercano y optimista, unido a su enorme capacidad de trabajo han permitido que compatibilizara su labor como profesora universitaria desde hace más de veinte años, con la presidencia de la Asociación de Epilepsia de la provincia de Alicante. El compromiso con este colectivo le ha llevado a elevar propuestas al Congreso para modificar leyes que dignifiquen a los colectivos en situación de vulnerabilidad, además de llevar a cabo un sinfín de estrategias de relaciones públicas e investigaciones sobre los aspectos comunicativos para visibilizar las desigualdades que afectan a estas minorías.
Carretón-Ballester será quien imparta la sesión formativa de APPA del próximo miércoles 7 de abril a las 19:00 horas, que versará sobre “Información responsable y lenguaje inclusivo”.
Antes de esa fecha, hemos querido conversar con esta investigadora especializada en la responsabilidad social de la comunicación con públicos minoritarios. En esta ocasión, le hemos pedido que nos hable sobre la importancia del leguaje para lograr una sociedad más inclusiva y la responsabilidad a la hora de informar y comunicar.
–¿Cuál cree que ha sido la función y evolución de la Comunicación en el campo de la inclusión en los últimos años?
–CCB: La inclusión y la integración han sido objeto de debate entre científicos, profesionales y políticos, en estos últimos años, pero a veces se confunden los conceptos.
La integración es el derecho de las personas a formar parte de un grupo de referencia: social, laboral o educativo, mientras que la inclusión responde al modelo social en el que todas y todos tenemos derecho a esa integración. Por lo tanto, los ciudadanos deberíamos procurar una sociedad inclusiva.
Si lo que se busca es la normalización de las personas con discapacidad, los cambios necesarios no pueden recaer únicamente en el sujeto con discapacidad, sino que es necesario que el entorno y la sociedad se adapten para facilitar esa normalización.
La comunicación ha de ser la herramienta que garantice la normalización de las personas con discapacidad y la difusión ha de poner el foco en hechos y actitudes que contribuyan a crear una sociedad inclusiva.
–¿Cuál cree que es el papel de los medios de comunicación para seguir avanzando y conseguir una sociedad más inclusiva?
–CCB: Los medios de comunicación construyen opinión pública, tienen la función social de reflejar la sociedad, los problemas y asuntos que preocupan a la ciudadanía, de generar el conocimiento entre los actores en el proceso de normalización de las personas con discapacidad, y por tanto son corresponsables de un correcto tratamiento de cuestiones como la integración y la inclusión.
–¿Qué podemos hacer los periodistas por la inclusión?
–CCB: Los periodistas son las personas que hacen posible esa comunicación a través de los medios de comunicación de masas. El medio, como actor social, tiene la responsabilidad a la que aludía anteriormente: reflejar los problemas sociales y formar una opinión pública favorable. Los periodistas, por su parte, también adquieren la responsabilidad con sus palabras. Todo acto, toda comunicación tiene implicaciones o consecuencias que pueden, sin duda, beneficiar o entorpecer el proceso de normalización.
–Divulgar información responsable, ¿cree Vd. que es solo compromiso de los periodistas?
–CCB: Por supuesto que no. Es responsabilidad de todos los agentes. La esfera política, con la coherencia entre sus discursos y las políticas públicas conseguidas e incluso a veces con el lenguaje que emplean. Los medios de comunicación, con el tratamiento que otorgan a las noticias sobre personas con discapacidad o con determinadas patologías, los grupos de presión cuya finalidad es mejorar la calidad de vida de los colectivos a los que representan, los líderes formales o informales que difunden contenidos específicos. Pero también cada una y uno de nosotros debemos divulgar, informar y comunicar desde la responsabilidad: tenemos que ser conscientes de que nuestros posts o tuits tienen consecuencias sobre otras personas o grupos sociales.
–¿Qué importancia le da Vd. al lenguaje para lograr una sociedad más inclusiva?
–CCB: El lenguaje supone una forma de manifestar las actitudes. Es la conducta manifiesta de la manera en la que percibimos las cosas. Como prescriptores, los medios son ejemplo ante la sociedad. Igual que un mensaje puede contribuir a los objetivos y necesidades reivindicadas de los colectivos, un mensaje, sin pretenderlo, también puede perjudicarles.
–¿Qué hay de moda y de estigma en la terminología? ¿Existe consenso sobre los términos aceptados para nombrar cuestiones como la discapacidad? ¿Hay palabras prohibidas?
–CCB: No es una cuestión de modas. Se han normalizado palabras como discapacitado/a, sordo/a o discapacitado/a mental, entre muchas otras, para referirnos a una persona que tiene una discapacidad, una discapacidad auditiva o una discapacidad intelectual. A menudo se cosifica a las personas por su condición de discapacidad o por padecer una determinada patología. Si definimos a la persona por una condición de entre todas las que la hacen ser único/a, aumentamos el estigma y no contribuimos a construir una sociedad inclusiva.
Cuando se comprenden los conceptos, se procesan con normalidad y se interiorizan estamos más cerca de enfocarlo desde acciones afirmativas que promuevan la normalización.
–¿Qué cree Vd. que es más ejemplarizante, la imagen o la palabra?
–CCB: Ambas tienen importantes connotaciones e impactos en quienes las reciben. Un ejemplo claro es la evolución del emblema universal de la discapacidad que desde su creación hasta nuestros días, ha sufrido cambios sustanciales debido precisamente a su enfoque y tratamiento, hasta que han conseguido que se comunique el concepto de discapacidad desde ese modelo social.
–¿Qué sector de la sociedad cree Vd. que tiene un papel más importante en la consecución de la integración?
–CCB: La responsabilidad recae en toda la ciudadanía. Lo que es evidente es que la clase política tiene que velar por esa integración real pero atendiendo a las especificidades que conforman el colectivo para materializar políticas públicas eficaces.
La integración educativa tiene sus peculiaridades. Si el entorno no está preparado, no podemos pretender que todos los cambios recaigan en la persona con discapacidad porque entonces nos alejamos de la inclusión.
En el ámbito de la integración laboral, el sector productivo debe apostar por una inclusión real de las personas con discapacidad y ofrecer oportunidades de empleo y, si es necesario como en el caso de la discapacidad intelectual, generar empleo con apoyo. Existe la figura profesional del técnico/a de apoyo para entornos de empleo para personas con discapacidad intelectual en empresas donde emergen puestos de trabajo que pueden ser desempeñados perfectamente con personas con discapacidad y discapacidad intelectual.
–¿Cree Vd. que entre los adolescentes se está volviendo a ciertas prácticas discriminatorias, racistas o sexistas? En caso afirmativo, ¿cómo cree Vd. que han aparecido esas conductas si la educación tiende a ser más inclusiva?
–CCB: No creo que estemos viviendo una proliferación de conductas discriminatorias. De verdad que no. Incluso yo creo que las nuevas generaciones encuentran en la diversidad, la normalidad. La viven como un elemento enriquecedor de la vida. Pero sí que creo que habría que hacer un hueco en las agendas de los medios para reflejar la normalización de la diversidad en la sociedad, porque creo que predominan de largo sobre las prácticas discriminatorias que son aisladas, aunque también es cierto que a menudo se magnifican con la cobertura que se les da.
–¿Cómo ve Vd. el concepto de inclusión en el mundo académico, tanto entre el profesorado como entre el alumnado?
–CCB: El entorno universitario, en el caso de la UA con más de 30000 personas, es fiel reflejo de la sociedad que vivimos.
La experiencia universitaria sirve para abrir las miras hacia una sociedad plural, diversa y respetuosa. Es el lugar donde nos sentimos libres, donde se profesa el espíritu crítico y se difunde y comparte el conocimiento. En la vida universitaria el estudiantado crece; no solo se forma en conocimientos, también evoluciona en la pluralidad y diversidad como miembros de la sociedad y la inclusión forma parte de esta vivencia y crecimiento. Aunque el profesorado vive este proceso de manera diferente, el aprendizaje es diario. Como docente universitaria, mi función es enseñar a mi alumnado, pero todos los días aprendo de ellas y ellos. Cuando abres un debate en el aula sobre un caso real que conocen por los medios o por las redes sociales y les pides que sean reflexivos y profundicen, el aprendizaje es mutuo.
En los últimos años, hemos organizado clases inclusivas entre el estudiantado del del Programa de Estudios Propios de la Universidad (PEP) que dirijo para personas con discapacidad intelectual y el estudiantado del Grado en Publicidad y Relaciones Públicas, Grado en Filología Española y Grado en Trabajo Social y la experiencia ha sido igual de enriquecedora para el profesorado que para el estudiantado. Vivir y aprender en la diversidad es lo más enriquecedor que hay para ser mejores profesionales, mejores ciudadanas y ciudadanos.
–¿Cree Vd. que en el mundo académico se reconoce, fomenta e identifica más el concepto de inclusión que en la sociedad en general? ¿Qué iniciativas se están desarrollando en la UA?
–CCB: Tanto desde la investigación como en redes de innovación docente, hay grupos de trabajo en la UA dedicados a inventar, crear o desarrollar herramientas, dispositivos o diseñar programas curriculares para una formación superior inclusiva y eliminar barreras adaptando aulas, metodologías o proporcionando recursos para alumnado con necesidades específicas.
Pero también se ofrecen Estudios Propios del programa Universidad de la Fundación ONCE con los que se persigue dotar de herramientas y habilidades en empleabilidad para estudiantes con discapacidad intelectual y en los que participa un 80% de profesores de la UA.
Existe una plena implicación de la Universidad de Alicante como institución, tanto de su personal docente e investigador, del personal de administración y servicios, así como de las organizaciones y empresas que colaboran con ella. Se trata de a dar respuesta a las necesidades del entorno y convertirse en un espejo en el que se puede mirar la sociedad, en una retroalimentación permanente.
–¿Cree que la integración es solo una utopía o que puede convertirse en un hecho real?
–CCB: Para mí las utopías son solamente barreras que nos autoimponemos los seres humanos y a lo mejor estoy dando una respuesta más basada en la experiencia personal que en la profesional. Pero de la convergencia de ambas, sí se necesita que exista actitud, voluntad y poder en la toma de decisiones de todos los actores que intervienen para que la inclusión sea real. Si los agentes no legitiman la inclusión como un asunto de interés y de beneficio para la sociedad, es muy difícil lograrlo de manera aislada. Deben confluir todos en su perspectiva social y en la acción colectiva para lograrlo.
Comentar