Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Calimero

La queja, sincera o no, nunca es una buena táctica de marketing. Esto se puede aplicar a casi todo en la vida, es cuestión de actitud.

Por otro lado, ser limpio no es exactamente no ser un corrupto, no llevárselo calentito. La limpieza es también no permitir la manipulación, la propaganda, el servilismo…, ver como útiles y justificables los medios para conseguir el fin en las acciones propias y nunca en las ajenas.

Estrategia equivocada, porque el único camino que tiene defender lo indefendible es hacerlo con convicción, entereza y seguridad; es pitar el penalti del que no estás seguro que vaya a colarse en la portería con toda la fuerza y soplo de silbato fuerte y tajante; que nadie te vea dudar, o te comen. Hay que defender lo que se ha hecho con todos los argumentos posibles y con valentía, pedir perdón es de cobardes.

Hay que tenerlos bien puestos para defender aquellas torpezas que se han cometido. Recuerdo a Fidel Castro explicando el porqué de su persecución a los homosexuales de «su isla» con fuerza y convicción, ya que si no lo hacía «los americanos los verían flojos y vencibles» y que si los persiguió, torturó y encarceló fue por el bien de la patria. Es un argumento estúpido, execrable y demente pero, al menos, no agachó la cabeza y dijo: “no sé, me equivoqué, es que normalmente no sé lo que hago…pobrecito”. Esto te incapacita para dirigir cualquier organización.

Hay que tener los redaños suficientes para presentarse ante la gente y decir que quitó los delitos por motivos elevados, que tuvo que pactar con el demonio, que dejó de dormir por gobernar con los que no entiende, que votó sí al “sí es sí” porque sí, porque estaba convencido que hay cosas más elevadas e importantes que las nimiedades que le interesan a la chusma. Ahí es donde se curte un líder, aunque sea a golpes, a entrevistas, a mítines, a palabras y palabras: Usar la verdad con la retórica necesaria, pero no ir de quejica y de que viene el coco.

Es triste pero las estrategias están, hoy, en manos de asesores áureos, mequetrefes sin experiencia, politólogos de salón y sabios repentinos que, al alcanzar el lugar, ya son los que tienen la luz, la verdad y la vida padre que se quieren pegar si el pueblo cae en sus fauces. No hay materia gris, no hay inteligencia y esto es el principio de todo mal. Sólo queda asumir la maldad, la estupidez, la manipulación sin sentido y jo*****.

Fidel Castro en 1997. Fotografía de Christian Frei Switzerland (Fuente: Wikimedia).

Lo peor es que con pseudolíderes así no levantaremos cabeza, no hay nada que se haga con la convicción de que es lo que hay que hacer, aunque no sea popular. ¿Creen que el Sr. Cameron fue democrático, transparente y ecuánime cuando convocó el referéndum del Brexit? ¿Creen que quedó bien y que pudo gobernar unos años por cumplir su promesa de convocarlo? ¿Les importa que cumpliera su palabra interesada o que hundiera a su país en la ruina y que deshiciera una buena parte de la construcción de Europa por la que muchos de sus antepasados se dejaron sangre, sudor y lágrimas?

¿Fue buena idea cabrear a un país entero con el referéndum de la OTAN cuando los gobernantes del momento sabían perfectamente que no había más cáscaras que estar en ella, donde realmente estábamos ya desde el acuerdo de las bases americanas en España de 1953?

¿Es de recibo que Escocia o Quebec pidan referéndum cada “x” tiempo o, más bien, hasta que salga el “sí” a sus imposibles independencias? De Cataluña ni hablo.

Es cierto que ir de bueno con buenismo puede levantar alguna simpatía, pero a las empresas, los autónomos, los padres de alumnos, los jóvenes de ambos sexos, los agricultores, las mayorías sociales, los funcionarios coherentes y un largo etc., no les cambia esa certeza de que nadie piensa en ellos más que para comprarlos con un bus gratis o hasta 20.000 chipilines si les votas.

Hay narcisismo, hay manipulación, hay pensamiento único, y eso no se disimula, cual Calimero con la cáscara de medio huevo en la cabeza y cara de pena. Al menos sería más sincero defender las mierdas que han hecho y buscar argumentos que puedan convertir las cagadas en elementos orgánicos con posibilidades de reciclaje o abono ecológico. ¿Me entienden?

A pesar de todo, lo que da pena es ver cómo callan el 99 % de los que se encuentran tan a gusto en los pesebres partidarios ante este triste episodio de la historia que vivimos hoy.

Mientras, los extremos frotándose las manos, ya que en su posición es fácil hablar más claro, decir cosas que se entiendan ya que saben que no tendrán posibilidad de encabezar gobiernos, de ser máximos responsables de los elementos orgánicos de reciclaje que dejarán en su trayectoria. Y eso alivia mucho, nunca mejor dicho.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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