Sanchistas, podemitas y allegados simulan confundir sexo con género, pero saben muy bien lo que quieren: instalar para siempre el sociocomunismo
Las cabezas de Pedro Sánchez, Irene Montero (pueden añadir ustedes otras muchas de las que conforman el Consejo de Ministros), Pablo Iglesias y allegados puede que sean hermosas pero tienen un cierto carácter robótico. Son como robots, como bustos parlantes que siempre dicen lo mismo y casi siempre mentiras o medias verdades.
Entre los muchos versos que salieron de la pluma de Samaniego (Félix María, de nombre) son especialmente ingeniosos los de esta fábula:
“Dijo la zorra al busto después de olerlo: —tu cabeza es hermosa, pero... sin seso. Como éste hay muchos que, aunque parecen hombres, solo son bustos”.
Observen que el poeta solo habla de hombres; discrimina a las mujeres. Eran otros tiempos. Por eso yo, en aras de un feminismo igualitario que predican las feministas Irene Montero, Carmen Calvo, Boti García, Beatriz Gimeno y otras excelsas figurantes de la Ideología de Género, las incluyo en el colectivo de los bustos parlantes.
Es evidente que Samaniego habla de seso y no de sexo. El seso está en la cabeza y el sexo está en… Ya ni se sabe dónde se encuentra, pues lo llevan y lo traen por todas partes y hasta lo quieren meter con calzador (¿o es con condón?) en las escuelas. Creo que fue el gran escritor castellonense Manuel Vicent (que cuenta con numerosos premios literarios y periodísticos, el último el ‘Raúl del Pozo’, a sus 86 años) quien decía que algunos en vez de cerebro tenían un pene en la cabeza; eso los hombres, las mujeres tendrán otra cosa y los bisexuales caminarán con dos cabezas.
Sanchistas, podemitas y allegados simulan confundir sexo con género y que ser bisexual es ser neutro. De las cabezas sexuales del contubernio sociocomunista del actual Gobierno (pero con predominio mental podemita) no cabe esperar nada sesudo (de seso, de cerebro) sino la imposición sexual (por pelotas) de un lenguaje que llaman inclusivo y que no es más que una manera burda, a la vez que sibilina, de imponer el comunismo político disfrazado de nueva cultura.
Lo dice admirablemente bien la prestigiosa abogada y escritora alicantina Guadalupe Sánchez en un artículo a raíz del reciente discurso de Irene Montero, en precampaña electoral madrileña, discurso con lenguaje inclusivo. Merecería la pena trasladarles íntegramente el artículo (lo pueden leer en el digital ‘Voxpopuli’), pero, dada su extensión, solo les facilitaré algunos párrafos, los que considero más significativos, empezando por uno que casi resume el espíritu del resto: “Cuando critican al multipatriarcado (se refiere la autora al ataque frontal a los hombres presumiendo que todos son machistas, como toda la cultura occidental tradicional) en realidad están señalando al capitalismo y cuando abanderan el feminismo en realidad están ensalzando el comunismo”.
Lo del discurso de Montero, en presencia y con la aprobación del ‘macho alfa’ Pablo Iglesias, “no tiene nada de serio; además de esperpéntico, resulta meramente ridículo”.
Utilizó Irene las palabras “hijo, hija, hije; niño, niña, niñe; uno, una, une; escuchados, escuchadas, escuchades”, según se refieran a sexo masculino, femenino o a otros “diferentes”, según los podemitas comunistas y sanchistas asimilados acaso.
Guadalupe escribe: “Es imposible no caer en la tentación de mofarse de las palabras de la ministra porque el lenguaje inclusivo es intrínsecamente ridículo”. En esto coincide plenamente con Arturo Pérez-Reverte y otros escritores prestigiosos que se niegan rotundamente a que términos de la seudofilosofía comunista, apoyada por el sanchismo, penetren en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
La desvergüenza mental de los podemitas inclusivos no cabe en cabezas humanas normales (solo en bustos y robots parlantes), acaso hermosas, pero sin seso, descerebradas; que venden productos envenenados en cajas adornadas con defensa de las mujeres (algo que todas las formaciones políticas defienden absolutamente), pero en cuyo interior lo que hay es comunismo.
Hila fino Guadalupe cuando escribe: “El cambio de sistema pasa por arrebatarle a esas élites la hegemonía cultural, lo que exige un cambio de paradigma no solo en lo referente a las tradiciones, sino también en las cuestiones idiomáticas, que deberían adecuarse progresivamente a las necesidades ideológicas del partido comunista. No basta alcanzar el poder; hay que perpetuarse en él. Por eso politiza todo; no solo el dolor, también el idioma o la biología… Hablar en nombre de los derechos de las mujeres genera más consenso en torno a sus reivindicaciones que hacer apología totalitaria y genocida”.

“Lo del lenguaje inclusivo es solo un paso más. Ya lo han trasladado a los libros de texto para crear en torno a él una sensación de cotidianidad, de falsa costumbre. Luego llegará el intento de convertirlo en ley. Carmen Calvo ya propuso modificar la Constitución nada menos, lo que les permitiría no solo colonizar la RAE con una nueva generación de intelectuales afines al nuevo movimiento, sino también la mente de nuestros hijos, todo ello mientras nos reímos de lo que consideramos una payasada inofensiva de la ministra Montero”.
Otro párrafo imprescindible: “Ahora que se encuentran en el Consejo de Ministros, gracias a la magnanimidad (yo diría complicidad) de Pedro Sánchez, que los utiliza para que le hagan el trabajo sucio en su carrera de colonización institucional y apuntalamiento en el Gobierno, asistimos a la fase de trasladar las propuestas desde el ámbito discursivo al legislativo”.
Llega el momento en que dudo aplicar la fábula de Samaniego a sanchistas, podemitas y allegados. No son bustos parlantes. A los comunistas ya los declaró genocidas el Parlamento Europeo hace menos de dos años. Pero no dijo nada de los sanchistas. La cabeza de Sánchez es hermosa, pero su cerebro parece haber sufrido cambios desde que no duerme con los podemitas cogobernando. Aseguran los neurólogos que las neuronas necesitan el sueño tranquilo para reproducirse, para regenerarse. Por su bien y por el de España, yo le ruego a Sánchez que eche a los podemitas y forme un nuevo Gobierno. Se lo pido de rodillas.
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