Esta salmantina, que nació allá por 1475, fue una de las damas de la corte de Isabel la Católica y pone de manifiesto cómo nuestra reina castellana quería rodearse de gente culta y humanista. Nuestra protagonista fue maestra de la lengua latina, de ahí su sobrenombre, La latina, hasta el punto que tanto nuestra famosa reina, como nuestra protagonista solían dialogar en este idioma.
De cuna hidalga zamorana, es decir, con poco dinero, Beatriz Galindo siempre y durante toda su vida contribuyó a consolidar las políticas isabelinas y el camino diseñado por la reina. Hay dudas sobre la identidad de su padre, que podría ser o Martín Fernández Galindo, caballero de Écija y comendador de la Orden de Santiago, o Juan López de Gricio. Pero al igual que ocurre con su fecha de nacimiento, no se sabe con exactitud.
En aquella época en que las mujeres cultas solían estar orientadas a la vida monástica, gracias a Isabel I, que se enteró que una joven virtuosa del latín andaba por su reino y la acogió en su séquito real, el humanismo fue su verdadera línea a seguir, y no la religiosa a la que estaba predestinada.
Tras la muerte de su marido, Francisco Ramírez de Madrid, capitán de artillería, fiel seguidor de Isabel en la lucha con su hermano Enrique IV y después contra su sobrina Juana para ascender al trono castellano, Beatriz se trasladó a la villa de Madrid e intervino en la política madrileña de la época e impulsó fundaciones benéfico-religiosas.
Cuentan que como dote en su boda, la reina Isabel I entregó 500 000 maravedís como muestra de la amistad, la alianza y el ferviente apoyo de Beatriz a la expansión y conocimiento de la cultura y el mecenazgo artístico y religioso, dando forma así al proyecto humanístico de un Renacimiento, algo tardío, en aquella nuestra España.
Fundó el hospital de la calle Toledo, próximo al mercado de la cebada, recordado como el Hospital de La latina, con la colaboración del cardenal Pedro González de Mendoza. En él se hospedaría y sería su residencia, junto a sus hijas y varias mujeres allegadas. La importancia de su difunto marido fue clave para su consolidación en Madrid, ya que, Francisco Ramírez llegó a ser regidor del consejo de la villa.
Entre las prioridades de la fundación hospitalaria figuraban como objetivos: Se atenderá a personas necesitadas y especialmente a presos, pobres vergonzantes, caminantes y, sobre todo, a mujeres y niños y a huérfanas a las que se prepararía para el matrimonio, clara postura de ayuda hacia las mujeres desvalidas como obra social y promoción de la mujer.
A lo largo de su vida, cuenta con la creación de tres fundaciones piadosas, dos conventos religiosos, dos mayorazgos para sus hijos varones, y sin olvidarnos de sus 3000 fanegas de trigo para que se dijeran misas por ella, por su marido y por los Reyes Católicos, sus señores.
Después de la muerte de Isabel, tanto Fernando El católico, como posteriormente Carlos I, la visitaron en el hospital de la villa para consultarle sobre el paradero de documentos de la época en que Beatriz Galindo formaba parte de la casa de la reina, y de lo que podemos sacar la conclusión que podría haber ejercido como secretaria privada de Isabel I.
Beatriz Galindo pidió ser enterrada con las religiosas en el coro bajo del convento de la Concepción Jerónima sin ninguna ostentación y en su testamento recordaba a todas las personas que habían estado a su servicio. Mujer autodidacta, su profundo conocimiento de las letras clásicas le llevó a ser educadora en la corte, secretaria, consejera o amiga, pero siempre defensora del conocimiento y el aprendizaje, tanto para hombres como para mujeres.
Jorge: cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor, pero el que nos traes a la memoria fue muy bueno, muy interesante, muy inspirador. Un abrazo.