Punto estéril, porque ayer había que seguir sumando de tres en tres. Un empate frente a un gallito, que en otras circunstancias podría haber sido bueno o suficiente, en este contexto vale de bien poco. Suele suceder cuando la situación ha dejado de ser preocupante para pasar a desesperada.
Este domingo día 22 de abril, visitaba el Rico Pérez, el Lérida, siempre fue así, aunque ahora por aquello de las imposiciones, le llaman el Lleida. Sea como fuere, Lérida o Lleida, lo cierto es que a nuestro juicio, el equipo catalán es de lo mejor que esta temporada hemos recibido en cuanto a conjuntos rivales. Bien asentado sobre el terreno de juego, sabiendo parar y mandar cuando hacia falta, con desparpajo y con las faltas justas y necesarias en los momentos oportunos, jugando al borde del reglamento. Parece casi accidental que a estas alturas no ostenten una de las primeras plazas.
Al final. Hércules 0 – Lleida 0
Hubo empate y éste fue a cero goles. Tablas por tanto, en un buen partido por parte de los herculanos, pero donde falló lo de siempre, el remate, el acierto, la resolución, o lo que es lo mismo el gol. Si no aparece Juli o Chechu, el resto de delanteros parecen totalmente impotentes a la hora de llevar el balón al fondo de la red. Y eso que por repasar la tuvimos en dos ocasiones. Un remate a balón parado de Santamaría que al portero visitante se le escapó de las manos y de forma inverosímil no pudo remachar, todos lo vimos dentro. Pero si ese balón lo vimos dentro, el colmo ya fue lo sucedido en el último minuto de partido, en tiempo de descuento. En esta ocasión fue Josefrán, quien remató a la base del poste, con el cancerbero ya batido. Hubiese sido el éxtasis, el apoteosis, el no va más para los casi ocho mil aficionados, que ayer nos congregamos en el campo, entre abonados, entradas regaladas, venta por taquilla, y promociones de dos por una a precio módico. Pero no pudo ser, hay que recurrir al manido tópico de «El fútbol es así».
Sin embargo, vaya paradoja. Precisamente como el fútbol es así, de haber sumado los tres punto y no solamente uno, la llama de la esperanza hubiera seguido viva, pues los resultados más o menos acompañaron.
Si hubiéramos ganado habríamos dejado al Lleida con cincuenta puntos y hubiéramos alcanzado cincuenta y uno. Como ayer el Badalona empató estaríamos igual a cincuenta y uno, pero tan solo a dos puntos del cuarto, el Cornellá, curiosamente ayer, cuando más falta le hacía, perdió en casa frente al Peralada y se queda con cincuenta y tres. Ayer los resultados jugaron a favor, de haber ganado nosotros, y lo que hace poco parecía un mundo de cinco o siete puntos hasta la cuarta plaza, se habría convertido en una diferencia de sólo dos. Eso es lo que llaman estar en la pomada, ahora ni pomada ni crema. Todo tendría que ser una gran carambola que no deja de pasar por cuentos de la lechera.
Así son los finales de liga, con los deberes no hechos. Hay que jugarlos con la presión de la calculadora en mano, para ver que hacen unos y otros. Lástima que solamente fuera un PUNTO ESTÉRIL Y LA FIESTA TOQUE A SU FIN.
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