En un partido trabado, y sin excesiva brillantez, el Hércules fue capaz de doblegar por la mínima a un rival catalán que se mostró rácano en su planteamiento, siempre a la defensiva, y con más cautelas incluso de las previstas. Solamente a raíz de encajar el gol, se volcaron en el área rival. Un gol que pese a la cantidad de ocasiones fabricadas, llegó de un fuerte disparo desde lejos, tras dar en el poste, rebotar en el cuerpo del portero y, a modo de carambola, a tres toques terminó besando la red.
Hércules 1 – Badalona 0
A lo largo de toda la semana los medios de comunicación, en todas sus versiones, nos venían previendo, alertando y a la vez casi atemorizando, con la llegada de la gota fría y sus posibles consecuencias. Al final ese temido fenómeno de la climatología, estuvo cerca, pero no se dejó sentir en la capital.
Ayer el Hércules no tenía una fácil papeleta en su feudo. Los dos últimos encuentros en casa se habían perdido frente a Teruel y Levante. Y durante toda la semana, de alguna forma, en los foros deportivos de la ciudad y en los ambientes futbolísticos, también prensa, radio y televisión, nos estuvieron alertando y advirtiendo de lo que podría suponer una tercera derrota en casa. Ciertamente había temor a que eso pudiera pasar, y es verdad que la mentalización llevó a tomarse la cosa muy en serio. La abnegada afición, quizá no hubiera entendido, ni perdonado un nuevo tropezón.
Se ganó. Y como no hay nada mejor que la victoria, se puede entonar aquello de «Goles son amores y no buenas razones».
De todas maneras, analizando el complicado partido de ayer, es verdad que la gota fría no descargó, pero bien pudo haberlo hecho. No hubo gota fría en Alicante pero la hubo en Denia y Jávea. No hubo gota fría en el Rico Pérez, pero todo podía haber sido muy diferente si el Badalona hubiera materializado la ocasión de cabeza que tuvo Natalio, y el potente balón que se estrelló en el larguero, ambas jugadas en la segunda parte. A esta hora estaríamos hablando de una verdadera inundación en todos los estamentos del club.
Por contra, como apuntábamos al principio, el Hércules no materializó ese ramillete de ocasiones claras que fabrica cada semana, al menos en casa, pero sin embargo el santo estuvo de cara. Desconozco si fue Santa Bárbara, la de las tormentas. Diego Benito en el minuto sesenta y dos de partido armó su pierna derecha y disparó desde lejos, el balón dio en la madera, desde ahí rebotó en el portero, y con el impacto de su cuerpo entró en la portería. Como dijo aquel, el fútbol es así, no entran las claras, las bien confeccionadas, las trabajadas y sin embargo, se puede llegar a ganar el encuentro y sumar otros tres puntos, merced a una carambola.
Por cierto, que cinco minutos más tarde, el medio centro autor del gol pareció haberse lesionado, se pidió y ejecutó el cambio, pero cuando ya estaba para entrar Chechu Flores, entonces dijo estar bien. El malentendido hizo montar en cólera al técnico Lluis Planagumá, al que le desbarató los planes. Al acabar el partido en la sala de prensa, y después de muchos minutos, al nombrarle el tema, no le hizo ninguna gracia, tal es así que lo remitió todo a un asunto interno, que hablarían y arreglarían de puertas para adentro. Eso es diplomacia y lo demás son tonterías.
Casi todo fue bien en esta jornada, porque la victoria herculana, sumada al empate entre los filiales del Villarreal y el Barcelona, colocan de nuevo al Hércules líder de la tabla con diecinueve puntos. En cualquier caso, comienza a ser alarmante la falta de pegada. Somos líderes con nueve goles a favor solamente, máxima rentabilidad. Se da la circunstancia, que el que va clasificado en la posición once, lleva diez. Media tabla por detrás de nosotros y un gol más a favor. El próximo encuentro en Lleida, otro de los aspirantes al ascenso y en los puestos de honor. Campo de Segunda y Primera, buen rectángulo de juego, y césped natural. Lo dicho, no hubo GOTA FRÍA, ni en Alicante ni en el Rico Pérez, aunque la cosa pasó muy cerca. Ahora después de la tormenta llega la calma. Y YA ESCAMPARÁ.
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