Para ser justos, habría que reconocer el dominio en el juego del Hércules durante buena parte del partido, sobre todo en la segunda mitad. Pero ese dominio es estéril si del mismo no se obtienen réditos. Ayer una vez más, nada de nada en la parte de arriba, ni pegada ni efectividad. A la postre fue un gol del conjunto valenciano el que decidió el choque, prácticamente en una de las escasas oportunidades de las que gozaron.
Partido feo, insulso y disputado con el guión cambiado, donde el equipo local esperaba y el visitante era quien tenía que proponer y llevar la iniciativa. Sólo se mantuvo la tensión por la incertidumbre del resultado.
Ontinyent 1 – Hércules 0
Derrota de graves consecuencias, la de ayer domingo, trece de enero. En ocasiones parece como si el Hércules pudiera estar jugando durante un día entero de forma continuada, y nunca fuera a llegar el gol. Emaná no está ni se le espera, está claro que la empresa le ha venido grande o que no tiene las condiciones que se le presumían. Aparte del ya fichado Alfaro, hace falta un hombre gol, un hombre de arriba y que las meta. Todo ello sucedió para mayor decepción de la afición herculana que estuvo presente. La comodidad del viaje, desde Alicante hasta la localidad valenciana, propició dos autobuses, más un buen número de aficionados por su cuenta en vehículos particulares. Debíamos ser unos doscientos.
Además las cosas malas, siempre vienen en ocasiones, desde donde más duelen. El gol lo materializó el ex-jugador del Hércules, David Torres, el mismo que a lo largo de la semana le tiró al club en la prensa alguna que otra indirecta, o más bien directa; tenía ganas de revancha, y bien que se la cobró. Sobreexcitado y sobrado de motivación estuvo a todas de principio a fin, la misma actitud en el pasado, cuando jugaba en el Hércules, tampoco hubiera estado mal.
La película del partido, lo sustancial, al margen de faltas, saques de banda y pelotazos, se resume en una primera ocasión a los cinco minutos que no fuimos capaces de materializar en la misma boca de gol, era tan clara que no lo creímos. Hubiera cambiado el partido. De ahí, hasta el minuto quince con el gol de los locales. Una jugada bonita, de tiralíneas, bien centrada por la izquierda y el cabezazo por el centro de la portería muy potente de Torres. La defensa herculana desbordada, tanto en la banda como por alto, no impidiendo el remate. Ya saben el dicho: «No hay peor cuña, que la de la misma madera». El resto de primera parte desperdiciada.
En el segundo acto, Diego Benito jugó y jugó, lo intentó y lo intentó, pero la sociedad con los de arriba nunca llegó. Emaná no está fino y se muestra incapaz, y por su parte Carlos Martínez hizo ayer quizá el partido más discreto que se le recuerda con la camiseta del Hércules.
Así las cosas, Chechu Flores, tirando de galones, quiso y tuvo que hacer la guerra por su cuenta. Al principio de la segunda parte, desde fuera del área y cuando nadie lo esperaba, se saco un tiro en medio volea, que dio justo en la intersección de poste y larguero. La cruceta repelió el balón con fuerza, pero escupiendo el balón hacia fuera. Hubiese sido un gol de bandera. Más tarde repitió algo parecido, pero esa otra volea se fue fuera por poco. Tampoco hubiese sido injusto el empate, a tenor de ese par de ocasiones, el Hércules estuvo espeso y nada brillante, pero es que el Ontinyent solamente tuvo la del gol, y desde luego que le supieron sacar renta. Una renta de tres puntos.
Algo pasa con el Hércules en los meses de enero. Da igual que al frente esté Tevenet, que Pacheta, que Herrero. El Hércules se desangra con el comienzo del año, y estamos en un escenario que nos traslada de ser líderes hace un par de meses, a ocupar ahora mismo la sexta plaza, y estar fuera de los puestos que dan derecho a jugar la promoción de ascenso. Así de groseras son las matemáticas. De los últimos treinta puntos disputados, sólo se han sumado diez. Un dispendio inaceptable. Como consecuencia de todo ello, el Hércules ocupa la sexta plaza con treinta y dos puntos, ya nos ha adelantado el Barcelona B. Estamos a tres del cuarto clasificado, el que marca la promoción de ascenso y lo que es peor el Villarreal B, se ha ido de nueve, tiene cuarenta y uno. La primera posición es la que da derecho a subir a doble partido, sin necesidad de jugar los Play-Off.
Y como la suerte, el azar, el destino o simplemente la casualidad, suele ser más caprichosa que el mejor guionista, por si faltaba algo, este próximo sábado a las siete de la tarde en el Rico Pérez, no se espera a un cualquiera de media tabla hacía abajo. El calendario ha querido que en estas circunstancias el ilustre visitante sea el Villarreal B.
Una nueva derrota en casa sería definitiva para no alcanzar ya la primera plaza de la clasificación, no nos dejaría sin opciones de promoción, pero la cosa pintaría muy mal, y digo más, o se ilusiona ya a la afición con el último fichaje y otro más, de sobrada y contrastada solvencia, en este mercado de invierno, o el primer atisbo de la cantinela «PLANAGUMÁ VETE YA» pronto podría aparecer. El técnico de Barcelona sabe que este fin de semana se la juega, hay que ganar sí o sí, ya no valen coplas.
De otra manera, LA CUESTA DE ENERO, podría acabar con una crónica en febrero, anunciando que PLANAGUMÁ se ha despeñado por el PRECIPICIO.
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