O lo que es lo mismo, se va por la puerta de atrás. Por la puerta falsa. Las declaraciones del preparador antes del partido, ya denotaban cierto conformismo: «Yo sigo trabajando igual».
Pues eso, que no estaba en su mano, lo que tuviera que suceder. Desde hacia semanas al entrenador se le había ido la cosa de las manos, se había quedado sin expresiones, sin argumentos. Malo es cuando por toda respuesta o solución se recurre al «hay que seguir trabajando».
Al presidente Ramírez y al secretario técnico Portillo no les ha temblado el pulso en absoluto y han decidido no prolongar más la agonía, pese a que lo de este domingo no fue derrota sino empate, pero como ya advertíamos, de nada vale sumar de uno en uno y menos en casa. Como también advertíamos después de lo de Badalona, que ésta podía ser la última oportunidad para Claudio Barragán. Si bien es cierto que los comienzos, mucho antes de Navidad, fueron prometedores, no es menos cierto que después la cosa fue perdiendo fuelle y todo se diluyó, como un azucarillo.
Al margen de que puedan venir entrenadores, más listos o más lerdos, independientemente de que viniera cualquiera con contrastada experiencia en Primera División, es broma, la realidad es que ayer si bien la grada pidió la dimisión de Claudio, no es menos cierto que también pidió la marcha de Portillo. El que contrata, el que planifica.
Volviendo al partido. Hércules 0 – Ebro 0
Al margen de ganar o perder, qué sopor, qué aburrimiento, qué vulgaridad. En cualquier partido de juveniles se puede encontrar quizá mejor oferta. El equipo está devaluado. Los más jóvenes no prometen nada, ni tienen peso específico y los más veteranos, están pasados de vueltas. Demasiados jugadores en una misma plantilla, con treinta y muchos años. Una cosa es la experiencia y otra la vejez futbolística. El equipo lo coge Luque, como el año pasado tras el despido de Tevenet. Será de forma transitoria o será definitiva hasta concluir la temporada. Lo cierto es que Claudio ya es historia. Al primero se le tachó de blando, y de éste otro se dijo que era duro. Ahora sólo falta que si llega algún otro, sea EL FEO.
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