Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Aswan, tres de la madrugada

Fotografía de Pedro Picatoste.

Vamos camino de Abu Simbel, hay que ir pronto, ya que solo dos convoyes están autorizados para ir cada día. Esto está lleno de españoles. Pues vuelvo con la idea de que no estamos tan mal, no hay nada como compararse con quien está peor para apreciar lo tuyo. Viajar es fabuloso siempre, la clave es tener actitud positiva.

Un país como Egipto, con tal patrimonio, con la riqueza que les da ese río que va de sur a norte, algo único el Nilo, el mismo que Herodoto puso en valor con aquella frase «Egipto es un regalo del Nilo», ese lugar que se basa en el turismo de masas, ese sitio donde niños se las tienen que saber toda, a los 4 años, para poder llevar 1 euro a casa al día, porque su padre gana 300 al mes en el mejor de los casos. Ese lugar donde te asaltan los vendedores de chilabas, escarabajos, mapas, alabastro, pulseras… como a nosotros en Alicante para comer o cenar en la calle (nos falla el marketing). Egipto es donde ves el lujo, el glorioso pasado y la miseria actual en el mismo metro cuadrado.

Pero la gente de Egipto está orgullosa de su país, a pesar del caos que les come cada día, del desgobierno constante, del desprecio total a su voluntad colectiva, creen que cada día están algo mejor, son optimistas por naturaleza, como todos los pueblos del mundo, si no, estaríamos levantados en armas permanentemente. Tienen que optar entre militares y radicales religiosos (Madremia) lo nuestro parece un cuento de hadas comparado con esto.

El turista en Egipto debe saber que no puede ser más que eso, que no tiene la más mínima posibilidad de cambiar nada por muchos euros que reparta entre niños, o muchas ideas que se le aparezcan al ver calles y casas a medio terminar y llenas de mierda. Quedarse con la imagen en la retina de los cambios de luz en el atardecer del Nilo, con la cultura de sus monumentos, de su gente alegre y confiada, aunque pobre y harta de su destino, es lo mejor de la experiencia. Pero esa niña de apenas 8 años, sentada en una mugrienta calle comercial de la capital, pidiendo sin pedir y haciendo los deberes al mismo tiempo, fue sin duda lo más fuerte. Mi hijo mayor dijo que se dio cuenta de que es un afortunado al poder estudiar sin dificultades.

La lejana de aquí, Europa —y España—, con sus luces y sombras (y sobras) es un lugar que parece el destino a alcanzar por los países en desarrollo y que, aunque les faltan décadas, ojalá lo alcancen y puedan llegar a cierto mínimo bienestar como comunidad. Quiero pensar que cada turista contribuye un poco a ello. De alguna manera, sumamos recursos, aumentamos sus posibilidades de progreso, eso es cierto. Hay que ser conscientes de los privilegios que la historia y nuestro esfuerzo y el de generaciones nos da en nuestro país, lo suyo sería hacerlo todavía más avanzado, más justo, más  efectivo… Nos sobra burocracia, controles, tamaño de lo público, impuestos por vivir, trabajar, ganar dinero, heredar, morir incluso. A ver si vamos para adelante, sin dejar a nadie atrás, que de eso se trata. La realidad de los malos gobiernos continuados en el tiempo está muy cerca, solo hay que hacer turismo para comprobarlo.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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