Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Obituario

Arévalo, el cómico que quiso ser torero

José Germán Estela junto a Paco Arévalo en los estudios de 8 MediterraneoTv (Fuente: JGE).

Conoció a Arévalo el año 2024, aunque sólo pudo disfrutarlo literalmente 3 días. Su hijo Paco lo encontró sin vida en su casa del centro de Valencia. Queda claro que nadie es eterno, pero en casos como el de Arévalo cuesta más hacerse a la idea de que ya no estará más en un teatro o en una plaza de toros. Porque Arévalo nunca se quejaba, nunca estaba mal, siempre tenía una sonrisa como regalo y si le encontrabas inspirado, podía hacerte un mini show en plena calle.

La calle fue su escuela y la calle siempre le quiso. Sólo bastaba pasear por su Valencia para comprobar su tirón popular: fotografías, autógrafos o simples viandantes que se giraban al verle pasar. Valencia le quería y él quiso siempre a Valencia.

Al final, ajenos a las grandes mentiras de las redes sociales, lo que sigue midiendo el tirón de un artista es la gente que le para por la calle. Así me lo contó un día el propio Paco Arévalo paseando por la plaza del Ayuntamiento de la capital del Turia. Y no se equivocaba:

… cuando la gente te para es porque sienten la necesidad de darte las gracias por hacerles felices y eso no se puede comparar con nada… esa es nuestra verdad, la verdad de los artistas…”.

Así era Arévalo, un hombre de verdad. Pero su verdad, la que el gran público desconocía, era una vida de lucha y de mucho sufrimiento, un sufrimiento de los que te aniquila por dentro y por fuera, de los que te quema como el ácido y te lleva hasta un gran agujero negro. Tuvo 4 hijos y perdió a dos de ellos y años más tarde se fue su segunda piel, que era su mujer Elena, con la que compartió 52 años de su vida o, lo que es lo mismo, una vida entera. Tuvo que vender su chalet de Valencia porque los recuerdos de Elena le golpeaban cada día y cada noche, una casa que Arévalo se compró cuando formó parte del mejor programa de la historia de la televisión, Un, Dos, Tres. Entró a formar parte de aquel programa gracias a las carcajadas que provocó en Narciso Ibáñez Serrador una noche de show en Valencia. El todopoderoso “Chicho” lo bendijo con su protección y le dio el contrato de su vida, el que le haría entrar en todas las casas de España. En todas.

José Germán Estela, Paco Arévalo y Vicente Ruiz Soro minutos antes de la grabación del programa «El Remolino».(Fuente: JGE).

Pero antes de todo ese éxito, aquel niño soñaba con alcanzar la gloria vestido de luces, triunfar como torero. Lo intentó, primero participando en el espectáculo cómico del “Bombero Torero” junto a su padre y más tarde toreó alguna vaquilla por libre, pero pronto se dio cuenta de que ni por planta, ni por estética llegaría muy lejos en el arte de Cúchares. Así que, escuchando los consejos sabios de su padre, el torero cómico Francisco Rodríguez Arévalo que murió con 100 años cumplidos, potenció su vis cómica, la mejor decisión de su vida.

Con la muerte de Arévalo (Francisco Rodríguez Iglesias) se van apagando los referentes de una generación de actores, humoristas, cómicos y cantantes que, sin más escuela que la propia vida, se inventaron una forma de hacer reír que encajaba a la perfección en la España de los años 70, 80 y 90. Formó parte de los primeros espectáculos de variedades en los que cabía de todo: transformismo, magia, humor, canción, baile y destape. Forjó una gran amistad con unos jóvenes actores de finales de los 70 que venían arrasando en el teatro y que respondían a los apellidos de Pajares, Esteso, Ozores, Navarro o Del Real y así dar el salto al cine años después.

La vida detrás del escenario de Arévalo fue la vida del “polichinela”, ese payaso arlequín que, pintado de blanco, se retira cada noche el maquillaje mirándose al espejo y sacando entonces el dolor y la tristeza, pero que nunca llora cuando el público mira.

Querido Paco, te has ido sin hacer ruido, sin molestar a nadie y regalando sonrisas hasta el final. Ya estarás con tus padres, con tus hijos y con tu querida Elena, la mujer de tu vida. Disfruta allí donde estés y sigue alegrando a quienes tengas cerca. Nosotros guardaremos tu mejor recuerdo, que siempre irá acompañado de una sonrisa de verdad.

José Germán Estela

Periodista.

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