Ayer domingo veintisiete de noviembre era la festividad de La Milagrosa. El día en que casualmente nació uno de mis hijos. Ni la Virgen arregla lo del Hércules. Nos enfrentábamos al conjunto catalán del Lleida, un histórico también en horas bajas. Nos ha metido en la zona de la que ellos venían. El Hércules no pelea por ascensos ahora mismo sino por no bajar y descender una categoría más. Marcaron cuatro goles a domicilio y nos destrozaron en todos los sentidos.
En todo caso ayer en el Rico Pérez se jugaron dos partidos, uno sobre el terreno de juego y otro en la grada y aledaños del recinto. Lo del titular “arde el Rico Pérez” no es simbólico, es literal, hasta petardos y tracas se lanzaron al costado del palco custodiado por la Policía Nacional, mediada la segunda parte.
Cronología de los hechos
Faltan diez minutos para empezar el partido. Alrededor de ciento cincuenta personas de diferentes peñas encabezadas por integrantes de Curva Sur, se concentran en la puerta cero. Protestas y cánticos contra la propiedad y administración del club. Entran con el partido comenzado.
Antes del pitido inicial el entrenador del Hércules que estaba sancionado se sitúa tras una cristalera en la parte alta del palco. Se comunicaba por teléfono con el banquillo y su auxiliar. Vio el partido en compañía del secretario técnico Paco Peña, cuya cara de descomposición era incluso peor que la del entrenador leonés.


Minuto 11. Expulsión del defensa del Hércules Truyols. Es justa, nada que objetar; calcula mal y es reincidente. El equipo se queda con diez.
Minuto 13. De esa acción se decreta falta. Se lanza al palo que protege la barrera, se abre la misma y gol, a media altura y entre los defensas. Error de juveniles.
Minuto 15. El equipo está noqueado. Se desata la ira. Primeros gritos contra la propiedad: “Enrique vete ya” y “Estoy hasta los huevos de la familia Ortiz”.
Minuto 30. Cero a dos. Segundo gol. El cartagenero César y algún otro compañero se desploman de rodillas entre sollozos.
La cosa se iba a hacer larguísima.
Minuto 37. Explota la afición. En descenso a la quinta categoría del fútbol español y además en el año del Centenario.
Descanso y airadas protestas. El directivo Valentín Botella, que se había encarado desde el palco con algunos aficionados minutos antes, va a buscar a unos chavales jóvenes próximos al palco que le habían recriminado para darles explicaciones. La cosa no pasó a mayores. Pero se equivoca el bueno de D. Valentín. Primero no se lo puede explicar a cuatro o cinco mil. Y segundo, que se lo explique Ortiz y no él.
Minuto 47. Segunda parte. Arrecían las protestas al palco.
Minuto 54. De nuevo gol. Era el cero a tres.
Minuto 56. La tribuna estalla contra los representantes de la directiva en el palco. Botella y Ortiz son blanco de las iras y protestas revestidas de insultos. Como muestra un botón: El Hércules somos nosotros… Jugadores mercenarios… Esa camiseta no la merecéis… Parodi vete a trocear cheques —en relación al caso Abde—… No tenéis vergüenza… Parodi a la cárcel… Enrique Ortiz entre barrotes… Fuera de Alicante… Enrique Ortiz a Fontcalent… Parodi parásito de Ortiz… Y otras expresiones irreproducibles que atentan contra el honor y lo personal de ambos.
Minuto 62. Cero a cuatro. El cuarto gol del Lleida. El grupo más radical de la afición, los integrantes de la Peña Curva Sur se trasladan en manada desde su lugar trasvasando el Fondo Sur hasta la Tribuna que invaden. Responsabilidad del club, pues todos los accesos están abiertos. Su intención es tomar y asaltar el palco. Prácticamente un linchamiento.
La Policía Nacional sube desde la boca de vestuarios, toma posiciones y protege a Parodi y Botella del motín. Padres con niños pequeños huyen despavoridos del lugar entre llantos y lloros de los pequeños. Se pasó miedo. La policía pide más refuerzos.
Minuto 80. Los amotinados no vuelven a su localidad, pero se sitúan en un vomitorio del Fondo Sur y se conjuran para congregarse al final en la Puerta 0.
Como en todo drama tras la histeria y el pavor llega la calma en forma de silencio. Quizá miedo, quizá conformismo, quizá estupefacción.
Final del partido. Arrecian las protestas y el griterío.
Las cinco vidas de Ángel Rodríguez
De todo lo sucedido ayer, una cosa más que curiosa. Todo el malestar y disconformidad fue contra la directiva y la propiedad del club y no contra el entrenador, cuando en estas circunstancias es la primera cabeza que pide la afición.
Después de perder en Teruel y tras el empate del Ebro en casa, el Hércules perdió frente al filial del Valencia. Se la jugaba Ángel Rodríguez, pero le venció a la Peña Deportiva en casa. El veintitrés de octubre. Primera vida.
Tras perder en Formentera y empatar en casa con el Manresa el seis de noviembre, se la volvió a jugar. Lograr empatar el partido jugando con nueve tras dos expulsados le volvió a salvar. Segunda vida.
El trece de noviembre quedó apeado tras perder en casa contra La Nucía por dos tantos a cuatro. Pero como era partido de Copa y no de Liga se le volvió a perdonar. Tercera vida.
Este veintisiete de noviembre al salir derrotado por el Lleida y con todo lo acaecido parecía definitivo. Pero por todo el domingo aún no había sido destituido. Cuarta vida.
¿Tendrá una quinta oportunidad?
Sala de prensa
La cara con la que entró el técnico del Hércules a la sala de prensa para lidiar con los periodistas era un poema, pero aguantó el tipo. Absurdamente comenzó a hablar del partido, pero eso poco importaba, todos le preguntaban sobre si había sido el final. Dijo: “Que lo entendería, pero que hasta el momento, nadie le había dicho nada”. Se quitó todas las culpas que pudo, pero señaló claramente a media plantilla por bajar los brazos, y entonces se mordió la lengua. Todo lo demás bla, bla, bla… Como lo de que la promoción de ascenso aún está a tiro, y su encomienda al mercado de invierno.

Un grupo de la afición se concentró en la puerta 0. La policía escoltó en su salida a Valentín Botella para que pudiera marcharse y a los aficionados se les dijo, por parte de la policía que se marcharan, pues no iba a salir nadie más, al menos pasadas las tres de la tarde. La gente se fue a comer… Algo más inteligente y más reconfortante.
POR CIERTO… A TODO ESTO Y COMO DIRÍA EL TENIENTE COLOMBO… SR. ORTIZ ¿DÓNDE ESTUVO USTED AYER DOMINGO ENTRE LAS DOCE DEL MEDIODÍA Y LAS TRES DE LA TARDE?
EN EL RICO PÉREZ, NO.
Excelente tu relato, Diego. Lo mejor, tu pregunta final con humorística referencia a Colombo. Esto es insoportable. Un abrazo.
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