9:30 a 10:30 de la mañana. Sentados alrededor de la mesa de reuniones del aeropuerto, desayunando, alcaldes de Alicante y Elche, Gobernador Civil, presidente de la Diputación, presidentes de la Cámara de Comercio y de COEPA, para tratar, tras la información de los temas que repercutían sobre el aeropuerto, dos preguntas: qué problemas importantes tenía Alicante, como capital y provincia, y cuáles eran los caminos más acertados para su solución.
No había colores políticos, había ciudadanos esperando soluciones de los allí reunidos. Si había que ir a Madrid a llevar alguna protesta o su solución, sin problemas. Se consensuaba el objetivo y a por su consecución. Algunos viajes no sentaban bien del todo a Valencia, ¡allá Valencia!, Alicante estaba, entonces, por delante de ciertos sentires.
Hubo unos tiempos en que estuvo sobre la mesa, aprovechando el aeropuerto, la revitalización del proyecto de la conurbación Alicante-Elche que, con seiscientos mil habitantes, sirviese de contrapeso y permitiese el trasladar y ubicar a las Cortes Valencianas y algunas consejerías…Lo que ocurrió no necesita explicación.
Cambiando de hora. En lugar de desayunos, hubo tres o cuatro cenas en un restaurante de los alrededores del aeropuerto, con los mismos componentes más el director general del organismo autónomo Aeropuertos Nacionales (hoy AENA) y un renombrado arquitecto, P.G., para tratar una muy importante inversión. Se sugirió que se bajase el tono tanto, tanto, que dejó de oírse.
Cada tres o cuatro meses, copa y charla, media hora de pie y plato único sentado. Veinticinco o treinta comensales: a las autoridades del desayuno se agregaban los delegados ministeriales, jefes de compañías importantes y puestos directivos propios del aeropuerto o representantes de otros ministerios. No había presidencia. Presidía el interés común por hacer de las gobernanzas un servicio.
Un futuro presidente de la Comunidad y ministro, siempre lo invitaba, me mandaba una tarjeta dándome las gracias. Después, supongo que otras personas le debieron de echar tantas flores que lo que pasa en la vida…
No cabe duda de que en aquellos desayunos y aquellas comidas existan particulares y profundas tendencias políticas, pero nunca, nunca, éstas subordinaron a los intereses del territorio y sus moradores. No viví ni sentí, en el reciente 50 aniversario del aeropuerto de Alicante-Elche, aquella conjunción de intereses. ¡Qué pena!
Decía el ex director de Información, Juan Ramón Gil, que el frío permeabilizó el acto del 50 aniversario. Seguramente, más que el frío permeabilizando la efemérides, era el viento temprano del futuro queriendo soplar en la Terreta. Espero y deseo que giren las veletas y apunten en otra dirección. Más que esperar, estoy seguro, Alicante es Alicante antes de que otros lo fueran.
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