Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Reportajes

AQUEL ALICANTE QUE SE NOS FUE / Balnearios y cines

Balnearios antiguos de la playa del Postiguet de Alicante
Balnearios antiguos de la playa del Postiguet de Alicante (Fuente: Archivo Municipal de Alicante).
La playa del Postiguet siempre ha tenido una gran importancia como parte integrante de nuestra ciudad, no sólo para los residentes sino también para los foráneos. El clima benigno, sus finas arenas y la proximidad al casco de la ciudad, siempre han sido considerados a pesar de que sus dimensiones no son grandes. El 4 […]

La playa del Postiguet siempre ha tenido una gran importancia como parte integrante de nuestra ciudad, no sólo para los residentes sino también para los foráneos. El clima benigno, sus finas arenas y la proximidad al casco de la ciudad, siempre han sido considerados a pesar de que sus dimensiones no son grandes.

El 4 de enero de 1858 el ferrocarril iniciaba su enlace con Madrid, aunque oficialmente la línea nofue inagurada hasta el 25 de mayo por la reina Isabel II, lo que le dio una mayor importancia para que, en la época estival, muchos madrileños acudieran a nuestra playa para mitigar los calores. Al tren se le llamó popularmente “el botijo” porque la mayoría de los viajeros combatían la sed con este útil “cacharro” cerámico al cruzar los campos manchegos. Los balnearios que estuvieron presentes hasta mediados del pasado siglo contribuyeron a la importancia de esta playa alicantina, dos de cuyas instalaciones funcionaban desde el XIX.

En cuanto a los cines con los que contaba nuestra ciudad, como ocurre siempre con el progreso, a medida que la televisión avanzaba en número de cadenas inaguradas y aparecieron los equipos de reproducción de video, el número de aficionados fue descendiendo y los empresarios no tuvieron más remedio que cerrarlos. Hoy parece que vuelven por sus fueros los que se han habilitado en las áreas comerciales y han recuperado clientes, que asisten a las sesiones que proyectan.Bienvenidos sean y que sigan funcionando durante muchos años para deleite de los cinéfilos.

 

El agua que tocamos en los ríos es la postrera

de las que se fueron y la primera de las que vendrán;

así el día presente.

Leonardo da Vinci

 

La playa del Postiguet con los balnearios en los años 60.

LOS BALNEARIOS

La Alianza y el Alhambra. En la primavera de 1969 y tras un largo litigio y arduas negociaciones, el Ayuntamiento de Alicante llegó a un acuerdo con los propietarios de los dos últimos balnearios que se alzaban en el Postiguet; se expropiaron el Alhambra y el Diana por la cantidad de cuatro millones de las antiguas pesetas. La expropiación obedecía al proyecto de remodelación del paseo de Gomis que el Consistorio tenía prisa por llevar a cabo, y en el que se incluía un Postiguet despejado. Esos balnearios fueron los últimos que resistieron más de cien años, dando sus servicios a los alicantinos. Curiosamente, en el año 2015 hubiese caducado, si no se hubiese demolido, la concesión del Alhambra. Fueron los últimos de los once que a partir de 1834 comenzaron su funcionamiento en nuestra ciudad. El primero que registran las crónicas alicantinas, se llamó “Los Baños de Simón” pero parece ser que fue anterior y estaba en el trozo de la playa que luego pasó a formar parte del puerto.

Fachada del balneario "La Alhambra" de Alicante

Fachada del balneario "La Alianza" de Alicante

Posteriormente, y una vez que se construyeron los once, sus nombres quedaron reflejados en una cancioncilla que decía:”De Madrid vino un Almirante llamado Guillermo Delicias. Tuvo relaciones con Rosa Florida. Perdió la Confianza y se casó con Estrella. Tuvieron tres hijas que fueron Alhambra, Diana, y Alianza. Salvo los dos que desaparecieron en 1969, los otros nueve quedaron muy dañados por los bombardeos en nuestra guerra civil y fueron demolidos.

Bañistas en el mar entre los balnearios en Alicante

En estos establecimientos, muchísimos alicantinos y foráneos gozaron durante un siglo de los baños de mar, bien en una bañera, en habitaciones dedicadas al efecto, en donde también se podían tomar con agua salada caliente, o descendiendo por unas escalerillas directamente al mar. En mi infancia, descubrí que era muy peligroso el pasar por debajo de las instalaciones, porque me arriesgaba a recibir un baño del agua que habían utilizado en alguna de las bañeras con las que contaban y que, insanamente, descargaban sus desagües a la mar. Posteriormente, en mi juventud fui un asiduo del mirador del Alhambra en donde con mi novia, hoy mi esposa, solíamos ir a tomar algún que otro aperitivo contemplando la mar. Algo que recuerdo, por lo laborioso que era construirlas, son las manufacturas de conchas marinas, que vendían en unos puestos que habían a la entrada de estos balnearios y que rezumaban antigüedad a tiempos pasados.

Fachada del Teatro Principal caracterizada con motivo de un estreno de cine

LOS CINES

Los había de estreno de sesión única y los de reestreno de sesión doble. Entre los de estreno estaban el Avenida, en la Rambla, en lo que hoy es el edificio que albergaba la oficina de turismo y el Ideal en la calle que se conoce, actualmente, como la Avenida de la Constitución pero que por aquel entonces, se llamaba Avenida de José Antonio. Por suerte, todavía podemos contar con el Ideal cuyo edificio, pese a estar cerrado como cine, aguanta estoicamente el paso de los años.

Cine Ideal en los años 50

Interior del cine Avenida de Alicante

El Avenida, sin duda, era el más lujoso de los de estreno. Recuerdo que su vestíbulo de entrada al patio de butacas, era de un lujo refinado en comparación con los de otras salas. El mobiliario que podían utilizar los espectadores mientras esperaban que terminara la sesión que estaba en curso, también se complementaba con el resto del recibidor. De sus paredes, colgaban cuadros con pasquines de películas que ya se habían proyectado o estaban próximas a proyectarse. Su interior también estaba decorado siguiendo el mismo estilo. Como en todos los cines de la época, contaba con localidades de preferente y de general a las que se accedían por una entrada que estaba en la calle Bailén. En esta sala, se proyectó por primera vez en Alicante, una película en 3D rodada en 1952 por el director Arch Oboler que se titulaba “Bwana, devil”, y en nuestro país se tituló “Bwana, el diablo de la selva”.

En estos cines de estreno, cuando sacabas las entradas, te daban un folleto de mano que, coloquialmente llamábamos ”programas”, anunciando la próxima película que se iba a proyectar. Algunos coleccionaron estos folletos y hoy valen un “dinerito” para los cinéfilos que los buscan.

Los cines de reestreno eran de doble sesión y pertenecían a los mismos propietarios que los de estreno. En ellos, normalmente, se proyectaba la película que había pasado por la sala de estreno la semana anterior, y otra generalmente mucho más antigua. Entre estos cines estaban el Capitol (hasta principios de los años 50, se llamó Salón España) ubicado en donde hoy se alza el hotel Eurostars Lucentum, que pasaba los estrenos del Ideal; el Monumental, con su impresionantefachada modernista que estaba en donde hoy está el edificio que aloja las oficinas del B.B.V.A al lado del Mercado Central, en el que podíamos ver los estrenos del Avenida; el Casablanca en la calle Ángel Lozano; el Rialto en la Calle Sevilla. Además de estos cines que estaban en el centro de nuestra ciudad, contábamos con los cines de barrio. El Goya en el Plá; el Lux en San Blas; el Roxy en Benalúa; el Carolinas, en el barrio que lleva su nombre que se conocía como el “Carolo”; y algunos más que harían la lista mucho más larga.

Fachada del cine Monumental de Alicante. Foto: PERFECTO ARJONESNo puedo dejar de lado a unos cines que marcaron un hito en nuestra ciudad que tanto sufre los rigores del calor veraniego. Me estoy refiriendo a los cines de verano, y a las instalaciones que proyectaban películas en esas noches alicantinas del verano donde se agradece el estar a la intemperie disfrutando de la “fresca”. “Abriendo” los “archivos” que llevo en mi memoria, recuerdo el primer cine de verano que conocí, en la calle Gravina, muy cerca de donde vivía, en el patio de la Congregación Mariana en donde estaba también el colegio de los Maristas. Posteriormente, cuando se trasladaron los Maristas a su nuevo colegio en la actual avenida de la Estación, frente al edificio de la Diputación, se convirtió en el cine Rex, por supuesto de verano.

Cine de verano

El mejor de la época, sin duda, era el Iris Park por sus instalaciones que, además de proyectar películas, las alquilaban a circos, pistas de patinaje etc. Su fachada daba a dos calles, a médico Pascual Pérez (frente a la comisaría de la Policía Nacional) y a Ángel Lozano. En este cine, tuve la ocasión de ver la película “Drácula” interpretada por Christopher Lee que, por cierto, algunas escenas habían sido rodadas en las instalaciones del Castillo de Santa Bárbara. Fue tal la tensión que me produjo la película, que me pasé toda la proyección con las manos cogidas a los brazos de la silla plegable en la que estaba sentado, y en una de las escenas más impactantes, tiré de uno de los brazos y lo rompí. Probablemente también colaboraría el mal estado en que se encontraba el brazo de la silla. También en los barrios habían cines de verano. El Niágara en la calle San Mateo del Plá; el Terraza en la calle Maestro Alonso de Carolinas Bajas en donde en la actualidad hay una tienda de zapatillas y material deportivo; y por último, la Plaza de Toros en la que, en medio del coso, se ponía una pantalla y sillas plegables a modo de las butacas de patio de las salas cubiertas, y las de general, que eran los incómodos asientos de piedra  de las gradas.

En estos locales veraniegos, los espectadores acudían a ver las películas provistos de sus cenas, con bocadillos de tortilla y de embutidos y alguno que otro hasta con la fiambrera con conejo frito con tomate. Por supuesto, no podía faltar la botella de buen vino o de cerveza que se llevaban en cubos con hielo. Era toda una tradición que se repetía cada verano.

Joaquín Ñeco

Alférez de navío.

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