Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Antientrevista a un alcohólico anónimo

Fuente: Freepik.

La persona de esta entrevista ha accedido a realizarla si se mantiene su más estricto anonimato. Su dependencia al alcohol, que no a otras sustancias, viene arrastrada desde hace tiempo y  se encuentra en tratamiento. Cada persona es un mundo, pero su universo es tan sensato, racional, habitual y crudo que merece ser leído

1.— Defínase.

Alcohólico anónimo.— Soy una persona normal, del montón, me levanto, voy a trabajar y vuelvo a casa. No soy ningún superhéroe, nadie me recordará como alguien especial, todo lo contrario, como un borracho todo lo más, el que siempre iba bebido, ni siquiera el gracioso. No lo soy.

2.— ¿Qué significa ser, entre otras muchas cosas, un alcohólico?

AA.— Beber. Así de sencillo. Pensar en beber todo el tiempo. Intentar conseguir bebida todo el tiempo. Ponerse nervioso si no hay alcohol a mano. Condicionar a las personas que viven a tu lado a que es necesario tener alcohol en casa o en cualquier momento. Cualquier excusa es buena para hacerlo y, si no hay excusa, hay necesidad; el caso es poder acceder a él en cualquier instante, no por placer, sino por necesidad; ahí comienza la enfermedad. Cuando lo divertido se convierte en un mal para tu cuerpo empieza el problema de verdad.

3.— ¿Por qué comenzar con el alcohol?

AA.— En mi caso no comencé de joven, se me complicó la vida y el alcohol como que bajaba los umbrales de la ansiedad. En cuestión de poco tiempo la ansiedad y el alcohol eran la opción a drogas legales, las famosas benzodiacepinas, el lorazepam, el diazepam, el alprazolam me producían efectos secundarios que me trastornaban más que el propio alcohol. Hay gente que los combina y los mezcla, pero no es mi caso. Y no supe salir de ese laberinto.

4.— ¿Qué se siente diferente al mundo sobrio?

AA.— No recuerdo exactamente el mundo sobrio porque estoy más pendiente de la preocupación de dejarlo y, si no lo consigo, estaré alcoholizado para no estar pendiente de esa presión. Es el pez que se muerde la cola, al menos en mi caso. A veces lo recuerdo como cuando estás delante de una frontera de entonces, de hace tiempo, como si fuera un bonito sueño que nunca volverá porque las cicatrices que te deja el alcohol son de por vida.

5.— ¿Está bajo los efectos del alcohol mientras responde a esta entrevista?

AA.— No, pero no suelo pasar más de ocho horas sin tomar algo, de modo que algo de alcohol llevaré en la sangre, pero no, soy consciente de mis respuestas.

6.— ¿Cuál suele ser su consumo habitual?

AA.— Pues desde 12 cervezas, o cinco botellas de vino, vodka. El ron me parece muy dulzón y odio el whisky. Puedo comenzar a las ocho de la mañana como si fuera una jornada laboral. A veces no me apetece, pero consumo por sistema, por hábito. A veces me pregunto si es por necesidad, pero luego me planteo si el hábito no deja de ser una especie de necesidad. Soy una persona obsesiva compulsiva, lo cual dificulta más cualquier tratamiento.

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7.— ¿Qué le dicen los médicos?

AA.— Que la única solución a mi problema es que no beba. Que me busque un psiquiatra. Fui a un par y me derivaban a psicólogos, bueno después de mandarme medicación de esa que te deja de aquella manera. Los psicólogos me recomiendan cambio de hábitos, nada de alcohol en casa, ejercicio, buena alimentación, vida sana. Lo ideal que viene en cualquier revista de saber vivir. El problema es ese, saber vivir.

8.— ¿Qué dice su familia?

AA.— La familia siempre se preocupa y un alcohólico siempre miente para no preocupar. Si dices que te has bebido dos copas es que son cuatro. Un alcohólico nunca es de fiar en ese sentido, pero no es por mentir, sino por vergüenza.

9.— ¿Funciona el tratamiento?

AA.— El tratamiento es no beber y las recaídas son la excepción que confirman la regla. Funciona sí, pero si el coco no funciona, el tratamiento ser verá metido en un laberinto de excusas para beber. Siempre hay una excusa, el alcohólico siempre encuentra algo para justificar su bebida y si ya se ha bebido un par de copas las excusas saldrán solas y completamente justificadas.

10.— ¿Qué es la Fórmula 1 en esto del alcohol?

AA.— La fibrosis del hígado alcohólico tiene cuatro fases, F1, F2, F3 y F4, hasta la F3 hay solución, la F4 ya es cirrosis y ahí ya no hay marcha atrás.

11.— ¿Tiene cura?

AA.— Hasta la F3 sí, después ya no. Cirrosis y a ver qué pasa y a buscar un hígado para trasplantar. Bueno eso me han dicho.

12.— ¿Es fácil conseguir alcohol?

AA.— Lo más sencillo del mundo. ¿En qué supermercado no venden cerveza o vino o cualquier otra bebida alcohólica? Por eso es tan complicado dejarlo, porque lo tienes a mano en cualquier momento, a cualquier hora, incluso es algo social, en todas las comidas o reuniones hay vino o cerveza o chupito o la copa de después. Conozco adolescentes que ya han comenzado a beber y es lo más normal del mundo.

13.— ¿Cuántas veces lo ha intentado dejar?

AA.— Cada día. ¿Brindamos por ello? (Ríe mientras lo dice). Y cada noche.

14.— ¿Ha acudido a algún centro de desintoxicación o de alcohólicos anónimos?

AA.— La verdad, no. Quizá por vergüenza, por encontrarme a alguien conocido, por el qué dirán si te ven los vecinos, si fuera online quizá me lo pensaría, pero ahora mismo creo que me produciría más problemas que otra cosa, problemas de pensamiento, pensamiento social si es que existe eso.

15.— ¿Ha acudido a la UCA (Unidad de Conductas Adictivas?

AA.— No. Sé que funciona bien, pero no. Aún trato de vencer mi dependencia de modo individual, sin análisis de sangre ni orina. Bueno, eso me han dicho que hacen para comprobar que estás limpio. También te ofrecen ayuda a todos los niveles, pero no, no he acudido. Mientras sienta que tengo fuerza para poder controlarlo trataré de luchar por mí mismo.

16.— ¿Trabaja?

AA.— Ahora mismo no.

17.— El alcohol cuesta dinero.

AA.— Sí, al final uno se planifica y si hay que comer menos, pues se come menos.

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18.— ¿Los hombres y las mujeres están al mismo nivel de alcoholismo?

AA.— No lo sé. Conozco hombres y mujeres alcohólicos, pero no sabría decirlo. Sí veo, cada vez más alcohólicos y alcohólicas de fin de semana, seguro, pero de diario no lo sé.

19. —¿Cómo se llega a usted siendo una persona normal?

AA.— Se sorprendería de la gente normal que consume alcohol de manera habitual. Un alcohólico es una persona normal que bebe, tan normal y tóxico como eso. Es el consumo  habitual y crónico lo que lo convierte en una adicción.

20.— ¿La justicia es justa siempre?

AA.— Nunca. Si hay dos bandos, para uno de los dos nunca será justa, pero existe la justa ironía de la vida. Yo siempre que bebo me siento un justo perdedor. Pierdo justamente, sí, soy responsable de mis actos perdidos. No puedo culpar a nadie, eso sí que sería injusto e hipócrita.

21.— ¿Vale la pena perder en casos que se pudo ganar?

AA.— Cuando se dedica a beber siempre se pierde, el alcohol te hace sentirte bien de modo que, irónicamente, podría decir que siempre ha valido la pena perder. Un bebedor nunca gana, de ningún modo.

22. —¿Qué le hace levantarse por la mañana?

AA.— El alcohol que bebo mientras pienso que no lo debería beber por mi salud. Luego me como un plátano.

23.— ¿Hay resaca (de trabajo) de vez en cuando?

AA.— Nunca me levanto de resaca.

24.— ¿Y el síndrome de abstinencia?

AA.— Eso es lo peor. Te sientes nervioso y sudas, y hasta te dan mareos y, como lo sabes, te pones más nervioso y hasta se te descompone el estómago y piensas si tienes algo de alcohol en casa por si no puedes aguantarlo. A veces sí que es verdad que lo puedes controlar pero, como te digo, buscas cualquier excusa para parecer que no lo puedes resistir y bebes y comienza la rueda.

25.— Opción B, en caso de que la cosa no salga bien, plan de escape a nivel personal.

AA.— ¿Opción B? Conseguir no beber.

27.— Dos hábitos saludables y dos que no lo sean de su día a día.

AA.— Saludables: leer y hacer ejercicio; que no lo sean: beber por partida doble.

28.— Las redes sociales, ¿enganchan de algún modo?

AA.— En mi caso, no. Sí que es verdad que hay un montón de publicidad, pero tanto para lo bueno como para lo malo. Entiendo que es más fácil para la gente joven picar, pero no las veo más perjudiciales que el día a día de los bares, de echar mano a las tiendas que venden alcohol… Aunque éstas también lo tienen difícil porque hay adolescentes que parecen mayores de edad y si no es por el DNI es imposible identificarlos.

29.— Sueño de la infancia.

AA.— Ser pintor.

30.— Objeto perdido que nunca recuperó.

AA.— Un reloj que me regaló mi abuela.

31.— Persona especial que lo cambió todo.

AA.— Todas aquellas que hicieron por quererme, no creo necesario identificarlas.

32.— ¿Qué le dice el espejo al mirarse cada día?

AA.— Deja de beber, te estás destruyendo de manera voluntaria.

33.— La peor mentira. La mejor verdad.

AA.— Un bebedor siempre miente, incluso cuando dice la verdad.

34.— La mejor frase para un legado.

AA.— Brindemos por este momento.

35.— ¿Por qué cerrar la puerta y dejarlo todo? (Pregunta cómplice y jocosa)

AA.— Por proteger a mi familia. Y porque Barcala pudiera dar patinetes para la tercera edad.

36.— Preguntas de rigor: Libro y canción favorita.

AA.— Libro: La máquina de follar , de Charles Bukowski. Canción: Otro trago más (La Frontera y Coque Malla).

El futuro comienza con el presente y el pasado es otra historia. La pregunta 26 no existe. Ya explicaremos porqué. En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y  lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

1 Comment

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  • ¿No deberías entrevistar a un ex alcohólico? Hay un colectivo, creo, y podría ser de gran interés. Un abrazo.