Hay ciudades que parecen malditas y otras que pareciera se empeñan en querer serlo. Beirut –solo hace falta leer un poco a Maruja Torres y mirar la TV estos días para darse cuenta de la envergadura de su tragedia– es sin duda de las primeras. Alicante estaría muy probablemente entre las segundas. Bastaría aquí con echar la vista atrás y ver el maltrato que ha sufrido por casi todos los que pudieron salvarla y decidieron ahogarla.
Alicante, no es, ya lo decíamos, Beirut, como España no es el Líbano, pero hay que reconocer que cada vez se parece más a la ciudad que la periodista y escritora catalana descubrió al llegar allí por vez primera: “Me encontré con una ciudad fantasmal, demasiada tragedia para su tamaño, demasiados monstruos para una ciudad”, recuerda en una entrevista en El País en 2007 a propósito de la publicación de su libro La amante en guerra.
Sucede que la ciudad del mañana debemos soñarla hoy si no queremos que el futuro nos atropelle. Esto, en lo que muchos podríamos estar de acuerdo, significa que nuestras decisiones de hoy serán las que definan la ciudad de quienes nos seguirán, al igual que la que tenemos hoy es el resultado de la ciudad que pensaron y soñaron nuestros antepasados. De modo que sería procedente que, otra vez, nos preguntáramos: ¿qué Alicante queremos proyectar al futuro?, ¿qué ciudad soñamos hoy dejar en herencia a quienes nos sigan?
La Plataforma por un Puerto Sostenible de Alicante ha aprovechado –unos dirán que de forma oportunista, yo creo más bien que haciendo un ejercicio de crudo realismo– la reciente y pavorosa explosión en el puerto de la capital del Líbano (Beirut) para hacernos llegar una alerta clara y rotunda: aquí también podría suceder si siguen adelante los planes del Puerto de autorizar la instalación de macrodepósitos gigantes de combustibles fósiles a escasos cientos de metros de donde viven decenas de miles de personas.
Algunos datos apuntan a que, salvando todas las distancias, el paralelismo y el SOS lanzado por esta plataforma vecinal no está tan alejando de la realidad. En el caso de un hipotético accidente o explosión intencionada y de la que nunca se está a salvo, parece evidente que estos macrodepósitos –donde se proyectan almacenar hasta 700.000 toneladas de combustible fósil, ahí es nada– no serían nunca ni en el mejor de los escenarios posibles el mejor aliado para la propia ciudad ni para todo su entorno, especialmente para su actual y principal fuente de riqueza: el turismo.
Además, parece justo y necesario resaltar el oscurantismo con el que se está llevando este tema desde las diferentes administraciones y del que surgen cada vez más preguntas que necesitarían respuestas claras y contundentes. Algunas podrían ser éstas: ¿Es el puerto de Alicante el lugar idóneo para instalar infraestructuras de este tipo? ¿Quiénes lo avalan? ¿Justifica la creación de unos pocos puestos de trabajo el potencial peligro y la amenaza permanente? ¿Unos macrodepósitos gigantes como éstos son una industria de futuro cuando la apuesta por las fuentes de energía renovable es un mandato de la propia UE? ¿Por qué tienen las autoridades portuarias tanto interés en un proyecto que a todas luces parece nacer desfasado y fuera de tiempo?
Y más: ¿Existe riesgo cierto de que aprovechando el estado de shock en el que vive –vivimos– la sociedad por causa de la pandemia, este proyecto –y otros– vayan encontrando el espaldarazo administrativo en medio de un silencio falsamente cómplice? ¿Cómo explicar que veinte años después de lograr el desmantelamiento de los tanques gigantes de la vieja Campsa el Puerto de Alicante vuelva al punto de inicio? ¿Por qué un tema como este causa tan poca aparente preocupación política, incluido aquí el gobierno del Botánico II, y social, incluida aquí la propia ciudadanía de Alicante, tal y como han puesto de relieve las diferentes manifestaciones y protestas convocadas?
Todas estas preguntas quedan implícitas en el comunicado de la Plataforma por un Puerto Sostenible de Alicante, quien en su escrito interpela directamente no solo al presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante, Juan Antonio Gisbert –al parecer su principal impulsor y padrino–, sino al mismo presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, y al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, al suponer (lo dice la plataforma, lo decimos muchos más) «un riesgo inaceptable para nuestra ciudad por una posible catástrofe en caso de accidente grave y para nuestras playas, nuestra costa y nuestro aire».
De modo que sí, como reza el titular de este artículo Alicante no es Beirut (todavía), pero hay que reconocerle el esfuerzo de quienes la han gobernado y la gobiernan hoy en día (algunos sin pasar por la urnas) para que cada vez se parezca más a esa “amante” que tan desgarradoramente describe la escritora catalana en muchos de sus libros, en muchos de sus artículos al referirse a Beirut, una ciudad donde “se repiten los políticos que tuvieron, y muchos son gentuza impresentable. Eso les ha creado una decepción que les impide reaccionar. La gente joven carece de esperanza, y al mismo tiempo son muy diestros, muy capaces”. ¿Les suena, verdad? Casi como si estuviéramos hablando de nuestra ciudad. De nuestra querida Alicante.
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Articulo fantastico.Espero que las autoridades politicas paren la barbarie de los mercenarios dirigentes del puerto de Alicante.
saludos
Paco
No será fácil Paco, porque los intereses en juego son muchos y la visión de la ciudad no está clara para muchos, pero habrá que intentarlo; una ciudad como Alicante no puede ni debería vivir hipotecada a una instalación como esa para justificar una cuenta de resultados del propio Puerto.
Totalmente de acuerdo contigo. Gracias por tu articulo que seguro que hara reflexionar a mas de uno.
Un saludo
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Muy buen artículo. Los depósitos de combustibles supondría hipotecar Alicante en un peligro evidente en tiempo de paz y en un punto estratégico peligrosísimo en tiempo de guerra o terrorismo. Para un submarino sería lo primero en atacarían. Estoy hablando de realidades como 11 S, 11 M. Birut ha sido terrible ejemplo. Esperemos que los alicantinos tomemos conciencia de esta bomba atente nuclear en el puerto.
[…] casual o no, similar a las ocurridas en Cuba, Gibraltar, Terrasa, Poitries, la del propio puerto de Beirut de hace tres años (¿alguien recuerda?), ese largo listado de variadas y recientes explosiones y accidentes sufridas […]