El término “agitamiento de la lactancia” es utilizado por profesionales del sector para definir “un conjunto de sentimientos de rechazo repentino, sin causa aparente, hacia el acto del amamantamiento o incluso al contacto con el propio hijo, situación que puede afectar al deseo de seguir amamantando” (extracto de la revista www.enfermeria21.com) o “el cúmulo de sentimientos de rechazo que afloran repentinamente en la madre lactante hacia su hijo” (según artículo de LactApp).
Sin embargo, y aprovechando que nos encontramos en el mes de la paternidad, nada se habla sobre “el agitamiento de la paternidad”, momento en el que también aflora en los padres un conjunto de sentimientos de rechazo repentino, sin causa aparente incluso al contacto con el propio hijo. Tal y como comentan los artículos, se desconoce “científicamente” el motivo de estas reacciones emocionales. Pero es justo porque son emocionales que no están aún reconocidas por la ciencia.
El rechazo a la intensa demanda que nuestros hijos e hijas supone sobre nuestra persona viene provocado por una carencia emocional. Durante las últimas décadas el mundo de la maternidad ha vivido un gran auge y hemos llegado a poder conocer y comprender los entresijos de las relaciones materno-filiales así como las necesidades infantiles más allá del plano físico. Sin embargo, poco se ha hablado sobre la paternidad y el vínculo emocional padre-hijo/a.
Si bien es cierto que el vínculo entre padre e hija suele ser algo más cercano, por similitud (probablemente inconsciente) con la propia madre o la pareja, las relaciones padre-hijo tienden, por regla general, a guardar más las distancias. Así que nos encontramos en un momento de la historia en el que los padres, por contagio de la ola en la maternidad consciente, quieren también jugar un papel más activo y cercano siendo conscientes de todo aquello que las generaciones pasadas de padres se perdieron de sus crianzas.

En este punto se encuentran a menudo en una encrucijada ya que el modelo de padre que brota de ellos de manera automática suele ser el autoritario o el distante (que se mantiene al margen por falta de herramientas), figuras de la que precisamente quieren huir para no repetir y transmitir de nuevo a sus hijos dicho modelo que, por propia experiencia, deciden
no utilizar.
Pero, ¿de dónde aprenden entonces los padres modernos eso de la paternidad? Pues afortunadamente ya existen numerosas agrupaciones de hombres que (siendo padres o no) dan un paso al frente para realizar un trabajo de conocimiento y desarrollo personal integrando todas sus facetas, incluida la emocional. También pueden realizar los cursos que el mercado lanza dirigidos a las madres, ya que la corriente de crianza actual se basa en el conocimiento de las necesidades de la infancia y la familia de manera holística, integrando tanto las partes físicas como las emocionales, las femeninas y masculinas, lo laboral y
familiar… aportando una gran cantidad de herramientas de gestión familiar y humana a todos los niveles.
Todo este trabajo de desarrollo personal, de introspección y autoconocimiento, es lo que nos va a permitir relacionarnos con la infancia, ya sea como condición de madre, padre, abuelo/a o acompañante, sin la necesidad de huir ya que, volviendo al principio del artículo y aunque pueda resultar impactante y doloroso, las madres y padres se sienten agobiados por la intensa demanda de la infancia cuando ésta choca con una carencia emocional infantil provocada por la relación con sus progenitores. Es como si los niños pidieran respirar el aire de uno mismo: nos ahogamos… Para diluir esta sensación necesitamos prestar atención a esa alerta del cuerpo y, en condición de adulto, hacernos cargo personalmente buscando ayuda o herramientas adecuadas ya que la relación con nuestros hijos hoy está creando el futuro de mañana.
Con este artículo te invito a pensar sobre el regalo y la celebración del “Día del Padre” que acabamos de pasar y con la esperanza de que para el año que viene pueda resultar algo más transformador que una colonia o una corbata.
Muy interesante tu artículo. Y muy oportuno. Un saludo cordial.