Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Absoluto poder

Creo que vamos a hacer muchos amigos al opinar sobre aquellas personas que ocupan, por orden del pueblo, el poder en diferentes puestos —aunque no siempre es realmente el pueblo, por aquello de las listas abiertas o tal vez cerradísima—; más bien es la manus iniectio, el dedo digital o la amistad pretérita la que los ha puesto ahí. Hay de todo, ilusionados, apalancados, pesebristas, soñadores, bienintencionados, vengativos acomplejados, soberbios del siete, recompensados luchadores, amigos, compis de secretos inconfesables y un largo etc. Pero el 90 % tienen en común una cosa: su absoluto desprecio al resto de los mortales, a esos seres inferiores que les mendigan lo suyo, a aquellos a los que ellos pidieron y ahora piden, a algunos de los que les ayudaron y ahora suplican que les cojan el puto teléfono. Es así, lo he visto, me lo han contado, lo he experimentado.

Un president le dejó su puesto al vicepresident y éste lo primero que hizo fue cambiar su número de móvil para no saber de aquél. Un directivo empresarial suplicó hasta el vómito la presidencia y al día de tenerla convocó a todos para decirles que «aquí se acabó el cachondeo». He visto colocar a un candidato a la alcaldía y en la misma proclamación negar el saludo a quien lo había puesto en el sitio. Y es que en el absoluto poder se ven poderosos, parece normal. Se ven en el lugar donde soñaron, es comprensible. Pero que se crean que instantáneamente son guapos e inteligentes, es para hacérselo ver, vamos ¡digo yo!


La película El candidato terminaba con aquella conversación entre político y asesor donde, tras la fatigosa campaña triunfadora, se preguntaba «¿y ahora qué?». Eso es, ¿ahora qué? ¿Tengo claro lo que quiero o tengo que hacer? ¿Tendré tiempo entre acto y acto, entre RRSS y post, de hacer algo? ¿Compaginaré los elogios de palmeros y paniaguados con el trabajo real y con saber distinguir el grano de la paja? ¿Podré dejar de estar en campaña electoral permanentemente?
¿Me permitirá mi súper ego atender las necesidades de la gente? ¿Podré complacer a todo lo que me ofrecen o ponen por delante? Chi lo sa?

Y además, no se olvida el absoluto poder ni cuando lo pierdes. Te echan y sigues aferrado al poder más pequeño. ¿Para qué?
Pues para que unos pocos te sigan diciendo que eres guapo e inteligente y que quitarte ha sido una injusticia
y culpa de otros y que a todos esos cientos de miles de personas que ayudaste y por los que te dejaste la piel son unos desagradecidos e infames.

En realidad solo tienen que mirar a su alrededor y ver a cuántos ayudó, son sólo esos que siguen allí porque no tienen dónde ir y nunca han sabido ganarse algo por sí mismos. Haciendo amigos.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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