De nuevo, el mundo al revés. Cosas de la democracia, la Constitución Española de 1978 y la última moción de censura. Ahora resulta que José Luis Ábalos, aquel que perdió frente a Joan Ignasi Pla el Congreso Federal del año 2000 en el Paraninfo de la Universidad de Alicante, resulta, digo, que es el ministro de Fomento del Gobierno de España. Ahora, en junio de 2018, casi nadie se acuerda de Pla y resulta que aquel representante del sector renovador del PSPV-PSOE está llamado a concluir el AVE entre Alicante y Valencia, dar forma a la travesía de la alta velocidad por el subsuelo de Valencia y a la conexión de Murcia-Alicante-Valencia-Castellón y Tarragona mediante el denominado por los japoneses tren bala. Murcia-Alicante, menos de 40 minutos; Alicante-Valencia, nada menos que 55 minutos. Alicante-Barcelona, en torno a las tres horas. ¡Qué bien!
Pero entonces habrá que recordar, además, que hay una obra pendiente, la conclusión del trasvase Júcar-Vinalopó, al que tanto se opuso el PSPV en el año 2004 y 2005 y del que apenas ha hecho algo la gallega ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. ¿Qué va a pasar con los peajes de las autovías, el famoso peaje desde El Campello hasta Almusafes? ¿Qué va a pasar con el tercer carril de la autovía entre Crevillente y Murcia? ¿Qué va a pasar con los cercanías a Villena y el adecentamiento de la autovía A-31 Alicante-Madrid? ¿Algún día tendrá una solución decente y eficaz la N-332 entre Alicante y Torrevieja?
¿Tendrá doble carril la circunvalación de la ciudad salinera? ¿Habrá realmente un tren de la costa entre Alicante y Valencia que no sea a través de la vía estrecha? ¿Se acabará algún día la Vía Parque en la capital alicantina? Dispondrá Alicante de algún cruce soterrado en el centro de la ciudad para evitar embotellamientos? ¿La Estación de Madrid o como ahora se llama Alacant Terminal será algún día soterrada y será de verdad una terminal intermodal con los andenes de la estación de autobuses como techo de la estaciones de AVE, tren convencional y tranvía? Por cierto, ¿se conectarán los cuarenta metros escasos del túnel de la avenida de la Estación con la Estación de Madrid, bajo la avenida de Salamanca?
Todo esto son preguntas fáciles de hacer y verdaderamente complicadas de responder para el responsable de un ministerio, el de Fomento, o como se llamaba antes, de Obras Públicas, que normalmente da noticias tristes: aplazamiento de tal o cual proyecto, y cuando da noticias alegres como «se inaugura tal o cual obra», lo hace con tanto, con tantísimo retraso que a veces ni siquiera se procede a la inauguración oficial por miedo a la tomatada de los ciudadanos.
Ocurrió en Alicante en el año 2012 con la puesta en servicio del aparcamiento soterrado de la avenida de la Estación. Las obras empezaron en enero de 2008. Estuvo la obra demasiado tiempo acabada y no se terminaba de inaugurar. En realidad no hubo inauguración cuatro años después, simplemente se puso en servicio, para vergüenza de los ejecutores.
Todo lo anterior es una muestra de que los proyectos urbanísticos y sobre todo de infraestructuras, todos aquellos frustrados por la maldita crisis económica de 2008 que tanta gente dejó y sigue dejando en el paro, son muy difíciles de acometer y, sobre todo, de acabar. Por eso después de cuarenta años de democracia estaría bien que los gobernantes actuales y futuros dejaran a un lado la demagogia y dejaran de tomar el pelo a los ciudadanos.
Después de tantos años ha quedado demostrado que es realmente complicado acometer obra pública si no se encuentra la economía en buena época y si no se dispone de fondos europeos. Lo demás son pamplinas.
El gobierno del PP ha hecho el ridículo con el problema del agua. Tantos años diciendo que con ellos la Comunitat Valenciana, la Región de Murcia y Andalucía dispondrían de agua del Ebro para no sufrir durante los periodos de sequía y resulta que la ministra Tejerina, después de siete años dando largas a las reivindicaciones del llamado Levante feliz, se ha ido pidiendo consenso para un nuevo Pacto del Agua. Nunca se ha querido acordar del tantas veces reivindicado hace nada menos que una década trasvase Ebro-Comunitat-Murcia-Almería; se ha ido alabando las plantas desalinizadoras y con el Tajo-Segura apuntalado nada menos que por un Memorándum con la firma de Pepe Ciscar y dando largas a la conclusión del Júcar-Vinalopó.
¡Cuánta mentira por tantos sitios! No hace falta decir que España es una potencia mediana, que sus recursos son escasos y que buena parte de los avances en infraestructuras han venido gracias a las ayudas europeas. Por eso, ahora que Ábalos, una persona que sabe lo que es perder congresos y ganarlos años después, que sabe las posibilidades reales de la economía de la Comunitat y de España, por eso, habría que pedirle no ya que no mienta sino que mienta poco y por los menos acabe los proyectos pendientes en la provincia de Alicante.
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