Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

En la puta calle

Persona sin hogar en la Ciudad de Tokio. Fotografía de Michael Maggs (Fuente: Wikimedia).

Parece que no están, o que son invisibles y preferimos no verlos o ignorarlos, pero existen para demostrarnos que fallamos como sociedad, que dejamos gente en el camino y que algo no funciona. Pagamos impuestos, no para no ver la pobreza y el abandono social, pero si para que nadie se tenga que ver desatendido abandonado o marginado hasta ese límite. Ya sé que muchos son gente con problemas mentales, de adicciones o que dicen estar en la calle porque así lo quieren, pero no. Estas personas están reflejando un punto de error en nuestra sociedad como colectivo, en ese cacareado estado del bienestar que al parecer nos hemos dado y donde lo público tiene la obligación de atender. Esta es una de las claves, nadie lo dice pero se acerca por el horizonte un planteamiento de qué es lo que lo público debe o no cubrir. La educación y la sanidad parecen claves e indiscutibles pero nada lo es. Pensemos que está demostrado (por mucho que se intenten falsear datos) que estas dos ramas de los servicios a la ciudadanía se gestionan y dan mejores resultados en manos privadas, que nos pintan como manos aviesas y avaras solo pendientes de los beneficios y la explotación de los empleados, y tanto en educación como en sanidad muchos países lo tienen clarísimo y SIN DEJAR A NADIE NECESITADO SIN COBERTURAS BÁSICAS han sido capaces de poner en manos de quienes mejores resultados dan esos servicios básicos o se lo están pensando al menos. Es un criterio objetivo y supone un ahorro que justifica plenamente su implantación. Claro que esto es haciendo amigos 🙂 .

Hace poco una política se ha reincorporado felizmente a su puesto tras grave una enfermedad y todos nos alegramos sinceramente, y más los que hemos vivido de muy cerca esta pandemia que es hoy el cáncer. Pero si han seguido de cerca esta historia habrán contemplado cómo se ha utilizado ideológicamente ese proceso para criticar la gestión privada del hospital público que la atendió. Lamentable. 

Estás cosas son las que nos velan la visión de la realidad. En educación los resultados de los objetivos  finales de los universitarios son sensiblemente mejores los que llegan de colegios privados  que de públicos. Es un hecho. Pero aquí estamos ideologizando como siempre y ahora de nuevo con la «matraca» del valenciano y su preeminencia en la educación pública;¿no sería mejor abundar en el inglés? o ¿solo aspiramos al «funcionariado regional» como han conseguido sus propios maestros de los coles? Triste. Todo esto a colación de que las pensiones y la asistencia a mayores, necesitados y marginados deberían ser las señas de identidad de los Estados de hoy. Seguramente aquí hay tanto que hacer que lo olvidamos. Tenemos amnesia hacia esa realidad de gente dependiente que es atendida por su familia y que recibe, con una normativa absolutamente demencial, ayudas que se acumulan en pagos para que parezcan importantes, olvidamos que hay que vender o malvender propiedades fruto del esfuerzo de toda la vida de personas que trabajaron para conseguirlas y ahora tienen que venderlas para poder ser atendidos o sobrevivir hasta su final. Injusto. 

Y vemos a esas gentes en la calle pidiendo o malviviendo muchos sin pedir, muchos esperando el fin solos, fríos y desolados. Yo, ingenuamente llamo e intento ayudar pero cobardemente, tampoco me involucro a tope, informo y veo si se hace algo. Desde hace semanas una persona sin hogar duerme y vive en la fachada de la EASDA en virgen del Remedio, cada día los niños del colegio de al lado lo ven, los jóvenes de la escuela de diseño también, los padres que llevamos a nuestros hijos allí más. 

Llamo, no pasa nada. Me intereso y hablo con la asociación de María Parra (de la gente más trabajadora por los demás que conozco para con los demás) que avisa a las autoridades y da los datos, seguro que alguien de esas instituciones se acercan y se interesan pero allí sigue. También en plena Rambla con calle Mayor una joven de rodillas y los brazos abiertos pide dinero con un vasito, en Maisonnave un tullido con una camiseta del Atlétic te deja sorprendido y te traslada a Egipto, y está justo junto a un grupo de jóvenes de una ONG que solo busca que les des tus datos bancarios para seguir con sus elevados fines, que deben ser tan altos que no pueden mirar justo abajo donde tienen un verdadero necesitado y solucionable problema a su alcance. Sorprendente. Si viajas ves esto, ves miseria, ves vagabundos, niños explotados y demás injusticias pero para mí es mucho más impactante verlos en New York, en París, Londres o Alicante, en nuestro primer mundo que se jacta de ser tan justo, tan ideal, tan solidario, ¿solidario o solitario? Haciendo amigos.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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