Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

El gallito y el cagón

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, despide al presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, tras su encuentro en La Moncloa en julio de 2018. Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, despide al presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, tras su encuentro en La Moncloa en julio de 2018. Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo
Esta es la historia triste de dos personajes singulares, que, por razones que sí vienen al caso, están al frente del Gobierno de España el uno y de la Generalitat de Cataluña el otro. Éste segundo personaje, Quim Torra, es un segundón porque él mismo se califica como presidente no legítimo, dejando la legitimidad en […]

Esta es la historia triste de dos personajes singulares, que, por razones que sí vienen al caso, están al frente del Gobierno de España el uno y de la Generalitat de Cataluña el otro. Éste segundo personaje, Quim Torra, es un segundón porque él mismo se califica como presidente no legítimo, dejando la legitimidad en manos de Puigdemont, el ‘ex’ que proclamó la república catalana, el golpista fugado de la Justicia y que maneja los hilos del títere Torra, quien, como habla por boca de aquel, un día sí y otro también le grita a Pedro Sánchez que no renuncia a la definitiva consecución de la independencia.

Hay otros coprotagonistas y actores secundarios en este guión de comedia esperpéntica de la que ojalá salgamos sin que se transforme en tragedia ante la evidencia de que al actor principal le viene muy ancho el papel de protagonista y se comporta, ante el gallito Torra, permanentemente, como un cagón, tomada esta palabra del diccionario que, en su segunda acepción, la define como cobarde. ¿Se imaginan a Chiquito de la Calzada pronunciando la palabra ‘cobarde’?

Puede que no sea elegante llamar cagón a un presidente de Gobierno, pero la palabra no me parece excesivamente fuerte si la comparamos con la de ‘indecente’ que él le lanzó a Rajoy en Televisión Española durante un cara a cara electoral seguido por millones de españoles. Aquellas elecciones las ganó Rajoy, aunque su victoria fue pírrica y le condujo al desalojo de la Moncloa tras la moción de censura que ha convulsionado la política española con un Pedro Sánchez que se ve obligado a tragarse todos los sapos que él mismo se ha precocinado para cumplir su sueño de inquilino de la Moncloa. Sus enemigos le llaman okupa y sus amigos no son tales, sino compañeros de un viaje a ninguna parte o, en todo caso, hacia el abismo.

Sin menospreciar a Podemos ni a lo nacionalistas vascos, aquí y ahora el gran peligro para España estriba en los independentistas catalanes, no sólo los liderados por Puigdemont-Torra sino también los de Junqueras, pues tanto el fugado de la Justicia como el encarcelado están engordando políticamente hasta unos extremos que sólo se explican por la dependencia que de ellos tiene el gran cagón. Y no se ven síntomas de que el diarreico presidente vaya a ponerlos firmes. A  lo más que se ha atrevido con Iglesias es a decirle que “en nombre del Gobierno sólo negocia el Gobierno”. Así, con un par. Palabrería de un socio con otro socio que se da besos con Junqueras, con Torra-Puigdemont, con Urkullu y hasta con etarras. Todo en aras del buen rollo político caminando a marchas forzadas hacia la ruptura de España. Y Sánchez traga que traga sin que sepamos hasta dónde llegarán sus tragaderas.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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