Un Hércules romo en ataque y carente de mordiente, se desfonda de nuevo en el Rico Pérez, frente a otro recién ascendido, que como ya sucediera contra el Teruel, se lleva los tres puntos. Se crearon menos ocasiones de gol, los líderes del equipo se difuminaron, y pese a merecer la victoria a los puntos se terminó perdiendo en la recta final de la segunda parte.
Hércules 0 – Levante B – 1
Hemos dudado en titular «Hércules de expectaciones, Hércules de frustraciones», o también «Hércules de expectaciones, Hércules de decepciones». Es casi lo mismo, pero no es lo mismo. Una frustración es la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo. Una decepción es algo parecido, pero acarrea un pesar causado por un desengaño.
Sería realmente injusto hablar de decepción, cuando después de siete jornadas disputadas, el Hércules visitará el próximo domingo al Mestalla, filial del Valencia, ocupando con quince puntos la primera posición de la tabla en solitario. Resulta paradójico, siete jornadas de liga, vamos primeros, pero sin embargo, hemos perdido dos partidos en casa. Ayer en el Rico Pérez se volvieron a concentrar, otra vez, nueve mil personas o más. Se puede dar ese tirón yendo primeros, se puede dar ese tirón estando arriba, pero la afición también quiere que además de que el equipo puntúe fuera, venza en casa, no hay nada como ver ganar en casa a los nuestros, de no ser así la cosa se puede resentir.
Es tanta la materia, la lectura y el contenido de lo acaecido este domingo, siete de octubre, en el campo herculano, que se hace difícil escudriñar crónica o comentario.
Es evidente que el equipo estuvo más gris que en otras ocasiones. Es evidente que se crearon ocasiones de gol, pero no tantas como otras veces. También es una evidencia que Falcón no pasó apuros claros, pero en un contragolpe se llevaron los tres puntos. Somos de todo menos futurólogos, pero hace quince días titulábamos «Regreso al pasado». Ayer mismo los compañeros de un medio local, en su avance de crónica ya hacían alusión a los fantasmas del pasado. A esos partidos de la pasada temporada, cuando cualquiera que venía aquí, mojaba, y se llevaba sino los tres puntos al menos uno. Es necesario que el Hércules comience a ganar en casa, por una parte, para tener contenta a la parroquia, y por otra porque la racha a domicilio se puede truncar, no siempre se va a ganar fuera, no siempre un portero nos va a regalar una ocasión, y no siempre va a estar el santo de cara.
Ayer en la escueta, pero suculenta rueda de prensa, después del partido, Planagumà restó importancia a la falta de pegada; dijo que «el día que entren, todas las ocasiones que generamos, aquí alguno lo va a pasar mal». Y es verdad, pero por el momento no entran. También argumentó, que no le preocupa el cerrojazo que llevan a cabo, hasta ahora, todos los visitantes que vienen por aquí. Lo cierto y fijo es que con el cerrojazo, hemos vencido a dos a duras penas, y otros dos, curiosamente recién ascendidos de Tercera División, nos han ganado. Y para mí, lo más curioso que dijo el entrenador del Hércules, cuestionado por un compañero de la prensa, sobre las características del Levante B y lo atípico de su juego para ser un filial, fue, literalmente: «Estáis equivocados, antes los filiales venían a jugar, a divertirse, a pasarse el balón. Hoy en día vienen a ganar, y los más jóvenes están acompañados de cuatro o cinco jugadores, con sueldos considerables, que podrían representar el presupuesto de algún equipo modesto de Segunda B, y podrían en cualquier momento ocupar una plaza en el equipo matriz de Primera o Segunda». Después de esta lección sociológica y deportiva, cabe decirle al técnico catalán del Hércules, que se aplique el cuento. El domingo próximo a mediodía, nos las veremos con otro filial, el Mestalla, dependiente del Valencia C.F. Suponemos que los valencianistas, estarán dolidos, pues vienen de perder en Lérida.
En cualquier caso, hay dos formas de ver la botella. Medio llena o medio vacía. Medio llena, somos los líderes del Grupo III de Segunda B. Medio vacía, hemos perdido ya dos partidos en casa, generamos muchas ocasiones pero apenas materializamos.
Ojalá el domingo a mediodía en Valencia, no vayamos de las EXPECTACIONES, A LAS FRUSTRACIONES. De ser así habríamos entrado ya de lleno en las DECEPCIONES.
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