Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Cota cero

Más allá de la rutina

Imagen generada con ChatGPT.

Y de los propósitos de Año Nuevo.

Cada 1 de enero millones de personas en el planeta se convierten en superhéroes temporales de la superación y en los actores estelares de la comedia de las buenas intenciones; en cartel hasta el 15 de enero, más o menos, pongamos el 31.  Con la misma determinación con la que un kamikaze se lanza a una dieta, nos prometemos cambiar radicalmente y con toda seguridad, sí porque nos hemos adueñado de la “ciencia cierta”, eso que nunca hemos sabido lo que era en frase hecha hasta que aparece la primera pizza, obvio, dando lugar al primer remordimiento y en bucle entramos en la rueda de los azotes… No hay manera y empiezan a llegar las frases top 3 del autoengaño y casi que cada uno tiene en las suyas el drama del honor que Calderón de la Barca relata en El médico de su honra.

En versión stand up comedy tenemos los propósitos clásicos: gimnasio en modo Schwarzenegger, dieta de adiós a todo y sobre todo al chocolate y ahorrar, que se ha convertido en misión imposible en plan Neptune spear o Apollo 11. Y luego están los de nota: aprender idiomas y ser más culto leyendo un libro al mes, menos es nada, claro, pero que yo sepa la cultura es un conjunto de elementos que abarca múltiples dimensiones, veremos si con este cambio de planeta no va también un cambio de civilizaciones o de cerebros.

Con todo, los que más me gustan son esos relativos a viajar más, dejar de procrastinar y hacer voluntariado, sí. Claramente esos.

Particularmente eso de viajar más me importa bastante porque el proyecto C-40 al que se han suscrito alcaldes de numerosas ciudades pretende, bajo el paradigma de la innovación y la sostenibilidad, establecer un método de vigilancia masiva mediante cámaras y un sistema de digitalización de suministros esenciales como el agua. Suena a rollo prisiones digitales donde todo estará a 15 minutos con un programa de viajes estimado de 1 cada 3 años. Me ahogo, de verdad.

Año nuevo y sueños nuevos. Empezar el año cargados de buenas intenciones con propósitos realistas o no tanto, con metas  divididas (o no) en pequeños pasos y todos llenos de drama y finales inesperados. Lo importante es participar, pues eso, lo importante es seguir intentándolo y convertirse en un valiente guerrero de a la última será la vencida. 

No sé si las intenciones son como los sueños, divertidos al imaginar y épicos para planear, solo sé que imposibles como los amores de Calvino no son y perfectos tampoco. Eso sí, rituales que deberían arroparnos, sin harakiri si no se cumplen o no se llevan a cabo, sin ofrendas de sangre y/o vidas humanas como en las culturas precolombinas, salvajes a más no poder. Más bien rituales tipo tirar la moneda en la Fontana de Trevi para no quebrar la esperanza de volver. Volver a ser más humanos y siempre volver a los principios que de niños nos inculcaron.

Lágrimas a un lado, lo que sí debemos es ser creativos, si no en la propuesta, porque casi todo parece estar inventado, sí en la estrategia. Disfrutar el proceso y centrarnos en cómo vamos a conseguirlo y en cómo vamos a conectar esas ideas dispares, distantes y locas que tenemos. Este es el desafío 2025 que asumo. ¿Cuál es el suyo?

Feliz Año Nuevo con retraso y con muy, muy buenos deseos.

Amelia Fernández-Pacheco

Consultora en Propiedad Intelectual.

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