Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Atrapados por la dopamina

Imagen generada con CHatGPT.

Jenaro se despierta y, como cada día, lo primero que hace es tomar su teléfono. Abre TikTok o Instagram y empieza a deslizar vídeos. Cada nuevo vídeo le provoca una pequeña dosis de placer, por la sorpresa o la diversión que le generan. Tiene 25 años y ya hace unos cuantos que tiene ese hábito. Consume un total de 30 minutos en su cama antes de ir a la ducha. A partir de las nueve, arranca su trabajo que realiza desde casa. Atiende llamadas en línea de un servicio de atención telefónica, con lo que necesita concentrarse a partir de esa hora en las peticiones de los clientes. Con todo, le cuesta estar sólo pendiente de ello; por eso, cada pocos minutos revisa su teléfono para ver si tiene notificaciones. A veces abre su correo o ve memes en lugar de enfocarse en sus responsabilidades. Se siente incómodo si no tiene algo entretenido frente a él. Considera que tiene un trabajo poco creativo y es consciente de cómo pierde el tiempo entre llamadas tan poco sugerentes como las que recibe. A la hora de comer opta por una alimentación rápida, de poca elaboración, como patatas fritas o dulces. Cuando tiene tiempo libre, en lugar de salir o realizar otras tareas más pacientes como leer, prefiere quedarse jugando videojuegos. Le atraen aquellos que aportan logros rápidos o premios inmediatos para no perder el interés. Antes de ir a dormir, Jenaro siente que necesita despejarse viendo series o vídeos de YouTube. Aunque sabe que debería dormir temprano, ya que le cuesta conciliar el sueño, sigue viendo un capítulo más deslizando la pantalla hasta altas horas de la noche.

¿Por qué ponemos este caso práctico para definir la tendencia de nuestra sociedad a buscar la recompensa, la motivación y el placer de manera inmediata? Estamos frente a una situación en la cual el protagonista consigue liberar grandes dosis de dopamina, el neurotransmisor que limita el dolor en el ser humano. Cuando realizamos actividades placenteras, se libera esta molécula química que permite la comunicación entre las neuronas hasta que las enzimas la degradan por reabsorción en la neurona emisora y su difusión. Tanto la dopamina, como la serotonina o las endorfinas, están vinculadas con la sensación de bienestar, reduciendo el dolor y generando sensaciones de placer. Una producción química interna que realizamos de manera involuntaria pero que incrementamos con una serie de acciones que, a partir de nuestra experimentación, repetimos una y otra vez para alcanzar esos estados placenteros.

En una sociedad altamente competitiva como la actual, donde las dificultades surgen a diario y no siempre es fácil encontrar un momento de tranquilidad y de felicidad, la tendencia a buscar una generación rápida de dopamina en el cerebro es constante. Esta sensación de recompensa o de placer inmediato en sí no comporta ningún riesgo, siempre que no acabemos desarrollando una adicción a esta o que conlleve un sentimiento de insatisfacción a largo plazo cuando no sintamos su efecto. Definitivamente, estamos atrapados por la dopamina: buscamos una gratificación instantánea y nos desmotivamos fácilmente con tareas que requieren esfuerzo o paciencia, en tanto que estas actividades suelen liberar dopamina de forma más lenta o no generan un placer inmediato. De esta manera, pues, podemos acabar desarrollando hábitos compulsivos o adictivos. Este neurotransmisor puede estar implicado en ciclos de recompensa que pueden llevar a comportamientos adictivos, como el uso excesivo de tecnología, juegos de azar u otras sustancias tóxicas de mayor efecto. Un exceso de estímulos artificiales que la activan puede generar problemas como la falta de concentración, la disminución de la capacidad para disfrutar de placeres simples e incluso un aumento de la ansiedad o el estrés.

Un desarrollo del autocontrol, estableciendo los propios límites a las acciones que la libera, priorizando actividades que proporcionen satisfacciones más duraderas y menos inmediatas, es una buena manera de dejar de estar atrapados por ella. El psicólogo de la Universitat Oberta de Catalunya, Manuel Armayones, experto en salud digital, declaraba recientemente que “las redes sociales y otras tecnologías están diseñadas para generar dopamina, lo que nos mantiene constantemente conectados y dependientes”. Nos hemos acostumbrado al llamado scroll (desplazamiento) cognitivo: el hecho de navegar por contenido en redes sociales o páginas web mientras el cerebro procesa información de manera constante, sin apenas profundidad, en busca de estímulos o de gratificación inmediata. Este consumo compulsivo de la información requiere la atención de los expertos en salud que advierten de la necesidad de desarrollar hábitos para gestionar mejor la tecnología y evitar sus efectos negativos. Más todavía si observamos que estos hábitos pueden desencadenar otras situaciones de adicción donde busquemos mitigar el dolor con sustancias que liberan con gran profusión química los neurotransmisores que producen este falso bienestar. Solo de esta manera conseguiremos ser libres y entender que en las cosas pequeñas de nuestro día a día también se esconde la felicidad y el bienestar. ¡Palabra de antiguo atrapado por la dopamina!

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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