Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Veinteando

Imagen realizada con ChatGPT.

He leído por ahí que cuando te haces mayor empiezas a reproducir sonidos cada vez que haces un esfuerzo. Yo lo llamaría «el síndrome de la casa vieja», porque recuerdo estar en casa de mis abuelos y que sonaran los muebles, y no como en la Bella y la Bestia que hablaban, no, tan sólo crujían, así, de repente, como capricho temporal. Yo ya no sé cuántos sonidos llevo, intento no repetirlos para, al menos, ser originalmente mayor y que las onomatopeyas sean diferentes, pero sí, hasta me he escuchado al girarme de lado en la cama. ¡Qué lástima!, a lo que ha llegado uno. Barcala, patinetes para mi tercera edad, que me llega a toda velocidad.

A lo que todavía no he llegado del todo es a la fase “hazme un bizum”. Ahora todo va así, lo sé. Hay que comprar un regalo en conjunto, «hazme un bizum». Así, como si hacer un bizum fuera «dame un silbidito» que diría el grillo de Pinocho. Y como no lo hagas la peña te mira de aquella manera. A mí es que eso de estar pasando dinero de la cuenta a un número de teléfono como que no sé, me da cosa. Que no digo que esté mal. Pues eso, que me hago mayor, que aún me veo yendo al puesto de castañas y que me digan “hazme un bizum, que no llevo suelto».

Porque lo que hay que llevar ahora son billetes de 20 como si no hubiera un mañana, y no por capricho, es que allá donde vayas todo el mundo te ofrece lotería de algún lugar. Bueno, para estos días habría que inventar el billete de 23, porque es para una excursión de fin de curso, o de una peña de lo que sea, y esos 3 euros son de comisión de apertura al parecer. Pero que es una época de buenas voluntades y todo el mundo se acuerda de ti para que les compres lotería; hasta esa persona que no te hablaba y dejará de hacerlo en el momento que le abones 20 euros o, si no lo tienes ahora, «ya me haces un bizum». Y no sabes con qué arte ya tienes el número en tus manos y piensas ¿en qué momento ha llegado aquí? Pero que no pasa nada, que si no toca ahora, te sirve para la del Niño y, si no, para el sorteo de la Peña de mi pueblo. Y te puede tocar una cesta que tiene casi de todo, pero tú ya lo tienes en la mano.

Rabia me dio un día que en un sorteo de una Playstation 5 de una rifa escolar pasaron papeletas, la compré, esas son de 3 euros, y le tocó justo al número posterior al mío. Que yo pensé: pero en Canarias es uno menos, se podía compartir el premio. Pues no, me quedé sin la Play por un número de nada. Aunque, como yo les digo a mis alumnos, es que un número es importante, porque no es lo mismo ir al banco y que te den 100 euros a que te den 1000 y tan sólo es un cero. Hazme un bizum.

Y mira que no quiero caer en el tópico típico de las cenas/comidas/bebidas de empresa porque el que me conozca sabe que mi currículum es intolerante a casi todo (de modo alimenticio) pero he caído porque veo a la peña ya ir de Nochevieja un viernes a las dos de la tarde (es pura envidia). Que luego se convierte en Nochevieja de verdad a las siete cuando el tardeo ya ha descuajeringado lo que venía a ser el estilismo antes del ágape y lo de Cenicienta perdiendo un zapato ahora sería lo de menos. Que esto ya se ha transformado en una moda, como en los gimnasios modernos de esos que crean un grupo de guasap para irnos de comida/cena/tardeo y coger en media hora todos los carbohidratos que has intentado perder ese mes.

Pero que ahora funciona todo de ese modo, que siempre hay quien hace el grupo y «haced un bizum» para pagar la comida, que hay que reservar y luego no queda sitio. Así, salvo excepciones honrosas, que las hay, si no puedes ir no te preocupes que ya si eso con tus 50 euros nos tomamos algo a tu salud. Por cierto, hay número de lotería, si eso ya me haces un bizum, y claro si todo el mundo lo tiene, tú no vas a ser menos, pero lo compras por miedo a que le toque a todo el mundo menos a ti, que seguro que pasa, y el ridículo es mayúsculo o tienes que tirar de frases “yo es que nunca compro lotería”, y cosas de esas.

También está lo del bizum en los cumpleaños, que ahora parece que si no es con bizum nada, que hay que comprar el regalo y siempre hay alguien encargado/a/e que decide lo que se va a regalar. Ya puedes dar opiniones, pero «es que ya habíamos pensado». Y piensas: «habíamos es una manera de conjugar el verbo que en realidad es «habíais», pero te dejas llevar porque te vuelves cómodo, como casi todo en esta vida.

Tan dejarse llevar como que te lleven en moto, que está genial. Igual que esas cabalgatas que se forman para ir en fila india todas las motos del mundo. Aunque entiendo que si estás en un cruce y hay un semáforo, «venga, que pase uno en rojo; venga, seamos solidarios, que el fin es bonito, que ya se pasan dos; el fin es bonito en estas fiestas entrañables, bueno, que pasan tres; venga, que el fin es bonito en estas fiestas entrañables y hace un día luminoso»… Pero cuando llevas parado siete semáforos en rojo sin saber cuántos más tienes que esperar, pues a ver, quizá si hubiera alguien indicando que puedes sacarte el bocata porque va para largo, pues no estaría mal. Como tampoco estaría mal que algunos ciclistas que van con niños por la mañana y, ¡vaya! ¡hay carril bici!, pudieran utilizarlo. Más que nada porque se llama carril bici. Luego tú lo cruzas andando y te miran como diciendo: «bueno, estás en mi territorio». Y tú piensas; «bueno, tú que estás en la carretera llena de coches con dos niños detrás, que ahora parece ser que existe la bici canguro, que como se tropiece y se caiga el piloto veremos qué pasa». Que para ir en coche con niños necesitas una silleta que soporte la entrada en la atmósfera, pero para ir con niños en bicicanguro/patinetecanguro, ahí la cosa es más sencilla. ¿De verdad no veis el riesgo?

Luego me cuentan que supuestamente utilizan drones hasta para ver si tiras la basura antes de tu hora, bueno, en el que no lleva el candado; pero para estas cosas de jugarse la vida, no. Yo creo que el mundo es para generaciones con neuronas diferentes, pero es lo que hay.

El futuro comienza con el presente y el pasado es otra historia.

Canción: El Burrito Sabanero, de David Bisbal.

Lectura: Cuento de Navidad, de Charles Dickens.

En fin que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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