Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Narrativa

No me quites la voz

Fotografía de Ebrahim Amiri (Fuente: Pixabay).

No me quites la voz.  La voz no. Si me quitas la voz ¿qué me queda? Si me privas del sonido de la palabra ¿qué queda, acaso, de la palabra? ¿Cómo cantar al alba la gloria de un nuevo día si no tengo voz que se eleve hasta alcanzar la aurora? ¿Cómo podrá mi oración llegar a los oídos de dios si me dejas seca la garganta? ¿Cómo podré convocar a mis vecinas para hablar en el cuarto de atrás si no puede mi voz cruzar el umbral de la puerta? ¿Cómo llamar a los niños de la casa que juegan, libres todavía, en la plaza? ¿De qué me sirven los versos que aprendí de mi madre si me quitas la voz que los recita? ¿Cómo alabar la grandeza de las montañas? ¿Cómo acompañar, sin voz, la alegría de la lluvia repicando suavemente en el tejado? Tú has dicho: abandona la escuela. Y, roto mi corazón, he guardado libros, lápices y cuadernos en la misma caja donde ha quedado mi futuro. Tú has dicho: deja tu trabajo. Y el estruendo al bajar la persiana ha amortiguado mi grito de dolor, me has arrancado de la esfera social y me has devuelto a la labor estéril que tensan los engarces del bastidor. Tú has dicho: cúbrete. Y, cubriéndome, me has dejado ciega al mundo que sigue vivo tras los barrotes azules de tu imposición. Pero no me quites la voz. La voz no. No enmudezcas las canciones de arrullo, los versos de mis antepasados, las sentencias de mi madre, mis palabras de amor, el quejido de mi llanto. No, no me quites la voz. Porque si me quitas la voz ¿qué me queda? ¿Cómo podrán nacer mis pensamientos, crecer con palabras en la garganta si conviertes en cárcel mi boca y en nacarada alambrada la frontera de mis dientes? Si me robas el espacio de mi biografía, si me despojas de la palabra y de la memoria, y me abandonas al silencio ¿qué me queda? Acaso volverme loca, porque los pensamientos me inundan la cabeza y amenazan con explotar, y desvanecerse. Volverme loca, porque no me quedan ya palabras que puedan ponerle nombre a mis emociones. Volverme loca, porque la voz se me escapa y no puedo, no debo, permitírselo. Volverme loca, porque nada, nada me queda si no me queda la voz. 

Silencio. Entra en casa, baja la voz. 

Cristina Llorens Estarelles

Bibliotecaria de la Escuela Europea de Alicante.
Subdirectora de Documentación Instituto Juan Gil-Albert (2015-2019).

3 Comments

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  • ‘Si me despojas del sonido de la palabra.. si me quitas la voz ¿qué me queda?’
    Me has llevado a recordar el poema de Juan Ramón Jiménez ‘Inteligencia, dame/ el nombre de exacto de las cosas/… Que mi palabra sea/ la cosa misma, creada por mi alma nuevamente…’
    Las palabras están hechas para desnudar la realidad, no para ocultarla o desnaturalizarla como hacen los políticos y tantos otros que destrozan el santuario de la palabra definidora de la realidad de las cosas. La palabra está hecha para iluminar, no para confundir y denigrar. Los traidores más peligrosos son los que traicionan el lenguaje, la palabra. Bello tu artículo y de permanente actualidad. Un abrazo.

    • Gracias Ramón, corromper la palabra es fácil, manipularla y pervertirla es habitual, pero mientras exista la palabra nos es concedido el poder para discernir lo bueno de lo malo. Borrar la voz de las mujeres, silenciarlas, robarles sus palabras supone dejarlas sin esperanza, tan de permanente y triste actualidad. Un abrazo

      • Absolutamente de acuerdo. Sacrificaría todas mis palabras en defensa de las de las mujeres que saben utilizarlas y elevarlas a (y con) la máxima dignidad. Estamos en un momento difícil, de esperanza, pero de mucha confusión. Y lo peor es que se crea confusión precisamente maltratando la palabra misma.