Este dicho tan español procede de la jerga del toreo y viene a decir que hasta que un asunto no está cerrado del todo, no debe considerarse rematado. Incita al esfuerzo y también a la precaución y a la prudencia, ya que no debe confiarse, sino más bien estar preparado para cualquier sorpresa o imprevisto hasta que sepamos con certeza que hemos llegado al final.
El Hércules en las últimas fechas, al menos en el Rico Pérez, parece abonado a esta máxima, de tal forma que en los últimos minutos finales ha solucionado ya hasta tres partidos, llevándose los puntos. Una victoria es una victoria, y lo es zanjada y secundada a mitad de un encuentro y también lo es si se consigue en el último suspiro.
Ayer domingo en jornada matinal el Hércules venció por la mínima, 2 a 1 al Atco. Baleares, un equipo con mucho oficio y bien asentado sobre el terreno de juego. Y lo hizo de forma casi agónica.
El gol visitante llegó porque el lateral herculano, Paco Peña, que ayer cumplía trescientos partidos con la camiseta blanquiazul, la lió, y no es la primera vez. Titubeó en la parte de atrás, indecisión, falta de acierto, y robo de balón del contrario que firmó un gran gol. El empate llegó ya en la segunda parte, merced a un gran Juli, que marcó los tiempos del desmarque y la definición. Quizá el mejor fichaje de esta temporada, sólo se entiende que juegue en Segunda B al mirar su carné de identidad; con unos cuantos años menos, todavía militaría en Segunda A o en Primera.
Y el entuerto que Peña había originado con su error, que propició el gol del Baleares, lo enmendó él mismo cuando ya en el tiempo de descuento, el Hércules se lanzó a la desesperada a quemar sus naves, a la hora de botar una falta en un lateral del área visitante. Toque exquisito de Miñano y el jugador de menos estatura del equipo, el mismo Peña, peinó el balón de cabeza, para que el esférico se alojara en el fondo de las mallas.
El apoteosis, el éxtasis. Todo un orgasmo futbolístico. Hacía tiempo que un gol no producía tanto placer en la grada. Error subsanado y vítores de «Peña, Peña», aclamando al jugador extremeño.
Cuando ya pensábamos en el empate, incluso muchos ya habían desfilado por las puertas de salida, llegó lo mejor. Y es que en el fútbol, como en tantas otras cosas de la vida, no hay que tirar la toalla hasta el último momento. Hasta que el arbitro da el pitido final, todo puede pasar.
Como decíamos en nuestro último comentario, este Hércules es capaz de lo peor y también de lo mejor, por eso si ustedes son aficionados nunca se levanten de la butaca hasta la conclusión. Porque recuerden que… HASTA EL RABO TODO ES TORO.
Comentar