El otro día te envié La chanson sans paroles, una de mis ocurrencias mañaneras, una letra en busca de su música. Más tarde sentí un poco de vergüenza al leer en El Cantarano tu último soneto en el que tuteas a Quevedo. Está claro que, por muy prosista de tiro corto que pretenda ser, me quedo en poeta analfabeto. Con tu permiso extraigo estos versos:
El único consuelo permitido es la inmortalidad de la escritura: lo que nos pone a salvo del olvido.
Entiendo que no me contestes, porque siempre andas atareada, estés donde estés, pero ya que comunicamos “en línea”, debo decirte cuánto me ha aportado esta amistad de pocos años, cuánto he ido aprendiendo de tu saber y de tus cualidades humanas. Eres la Maestra, amiga de la belleza, que posee esa llave maestra para ir abriendo el apetito cultural de cualquier persona que te conozca. Incansable, exigente, te mueves forjada en tantas experiencias y dotada de ilusión permanente, con nobles principios arraigados. Te dije un día que se percibe en ti una mirada de niña, maravillada e inocente, aunque de cuando en cuando alguien te falle, entonces te disgustas y luego pasas página.
Te recuerdo esa frase: “On ne meurt pas d´humour«. Somos cómplices en el humor y en lo francés, ese esprit que siempre trato de ofrecerte, como pago de una deuda imaginaria que tú no admites. Ma chère amie, deseo terminar este mensaje parafraseando una cancioncita de nuestra infancia:
Au clair de la Lune Mon amie Consuelo Prête-moi ta plume Pour écrire un mot
Todavía tenemos mucho que hablar, con tantas cosas pendientes, e incontables ripios míos por enviarte. Nos reuniremos pronto en mi terraza. No llegues tarde, que el tiempo es oro.
Un fuerte abrazo,
Carlos Galiana Ramos. 3-8-2024
Emotivo recuerdo de nuestra amiga Consuelo, ilustre colaboradora de la Maison de France. Gracias Carlos. Un abrazo.
Me salió del alma esta carta. No podía hacer menos.
Premonición o poesía. O ambas cosas. Muy hermoso de cualquier manera. Un saludo cordial.
He tratado de estar a la altura de este duro acontecimiento. Gracias por su comentario.
Gracias Carlos por ese emotivo recuerdo de Consuelo con ese sencillo – bendita sencillez – monólogo en presente.
Siempre acudirá sonriente a tu terraza.
Irrepetible Consuelo. ¿Por qué te fuiste?