Esta vida me demostró que sobre lo material perecedero sobrevuela lo espiritual que proclama mi maestro veinte años en la defensa de La Verdad.
Leer cada semana a don Ramón Gómez Carrión, por su necesario poso de experiencia e innata ecuanimidad, es siempre un placer, mayúsculo, mucho mayor que escuchar a Sarita Montiel, a ella escucharla por supuesto también, por su proclama de libertad: “¡Fumando espero al hombre que yo quiero…!”. Y reitero hoy, como el pasado lunes aquí: Sarita (así la llamaban con cariño las monjitas de Orihuela que le enseñaron a leer y a escribir) siempre mujer libre y feminista sin etiquetas interesadas…
Sí, Sarita Montiel (Doña Sara Montiel) siempre libre y sin feminismo falaz, actitudes ambas más imprescindibles cada día que pasa (la libertad de una mujer como persona libre sin admitir las prebendas de injustas ‘discriminaciones positivas’ contra el hombre). Hoy, en los tempestuosos días (peores que hace apenas pocos años) de hediondos tiempos que corren del prohibir por prohibir. Pero ya a casi nadie engañan (cada día les votan menos, y menos que les votarán, salvo quienes en su libertad así lo deciden) pues les mueve sólo su ansia mezquina de ganar unos cuantos votos en el radicalismo mental…
Preocupación por don Ramón
Tengo por consigna, inexcusable falta si la olvido un día, sin excepción desde mi infancia, aplicarme el: “¡No me acostaré sin aprender una cosa más!”. Y por ello, a don Ramón Gómez Carrión le eché mucho de menos el pasado lunes. Su ausencia me embargó de preocupaciones. Tal vez infundadas. Así lo deseo y rezo. Me sentí como huérfano sin su aportación a esta Hoja del Lunes de nuestra Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante (APPA). Ignoro el motivo…
Sí sé que en ocasiones todos (¡y todas!, perdón por la descortesía), con el paso de los años —lo sé por experiencia propia— conllevamos algún que otro dolor físico —por aquí, por allá y más allá también— en variadas zonas del esqueleto o del alma humana —esto último dicen que es lo peor—.
Años de aprendizaje y gozo
Su llamada casi a diario —la de don Ramón Gómez Carrión, redactor jefe del diario La Verdad en la provincia de Alicante— y su pregunta escueta, pedagógica y aleccionadora, siempre desde la amabilidad y desde el rigor, “¿Pedro J., qué previsiones tenemos hoy por Orihuela y la Vega?”, era sentida por este aprendiz del periodismo, ¡todos los días…!, como un reto providencial, impagable oportunidad para nadar y nadar en el afán de superación, en la trinchera del Periodismo con mayúscula.
Lo poco que aprendí, veinte años en la trinchera del periodismo, —primero en las calles con la buena gente de Orihuela y la Vega Baja (¡Cuánto le debo a sus llamadas telefónicas, confidencias y comentarios!) y luego aprendí más jugando con los verbos y las geniales fotografías del inolvidable Tony Sevilla en la redacción orcelitana—, desde septiembre de 1987 hasta marzo del 2007 y siempre en el disfrute diario, se lo debo en gran medida a la llamada telefónica, motivadora, voz diaria que sentía siempre a mi lado, insuflándome puntos de vista y azuzando a mi mente, de don Ramón Gómez Carrión.
Todos los días era un gran día en la redacción de Orihuela, gracias a don Ramón. Y como cada loco vive en su locura, con su tema, aprendí en las letras del genial juglar Joan Manuel Serrat:
Y luego, además, lo poco que aprendí durante veinte años en el oficio de observar y de contar, e interpretar con rigor, se lo debo, a otras compañeras (¡por educación, ellas delante!) y se lo debo a compañeros de quienes aprendí lo más simple que un periodista, con vocación y fidelidad a la Verdad con mayúscula, debe hacer si su deseo verdadero es acrecentar, gota a gota, la credibilidad imprescindible en nuestro oficio, y aprendí de una minoría lo que debía evitar… Si no lo conseguí, o sí un poco, el tiempo es juez inapelable… Vale (cervantino)
Te has pasado tres pueblos, querido Pedro J., pero, a pesar de eso, te envío un fuerte abrazo.