En Caminando con la historia siempre hemos incluido a personajes relevantes en la historia española y universal que ya no están con nosotros. Hoy toca hablar del sacrificio, constancia y amor por el teatro en la figura de Núria Espert Romero, actriz, madre, esposa y abanderada del noble arte de la interpretación.
Acompañada en sus inicios por el director José Tamayo, en la compañía Lope de Vega, interpretó obras como El caballero de Olmedo, de Lope de Vega (1954), La tragedia de Julio César, de William Shakespeare (1955), o Don Juan Tenorio, de Zorrilla (1958). Obras de un teatro clásico que marcan la diferencia entre la familia de actores, destacando a los que se han consagrado como imagen de la profesionalidad y el trabajo bien hecho.
Esta catalana de nacimiento ha llevado la profesión teatral hasta su más profundo exponente, siendo un ejemplo a seguir de buena actriz a la que sus compañeros de viaje catalogan como “pozo de sabiduría teatral” y de la que, cuando sale a escena, solo pueden absorber un poco de la historia viva de la interpretación.
Quienes más pueden hablar de nuestra protagonista, además de sus colegas de interpretación, os lo diré, son el apuntador, los de atrezo, las bambalinas, la cuarta pared, el foro, los entremeses, la escena, el gallinero, cualquier libreto, los palcos, los innumerables programas de mano, la tramoya…Sí, compañeros de viaje de esos mundos teatrales que han marcado toda una vida de amor por la comedia, el drama, la tragedia, los monólogos o la farsa.
Es mejor, aludiendo a sus premios, que no entremos ahí porque lo ha ganado todo. Uno de los últimos fue en 2016, el Premio Princesa de Asturias de las Artes, por ser “una de las personalidades más sobresalientes y prolíficas del panorama interpretativo, trascendiendo todos los géneros escénicos”. También es doctora honoris causa de las universidades Complutense y Menéndez Pelayo; comendadora de la República de Italia o caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. ¿Dónde puede guardar tanto trofeo?
Con un estilo propio, Núria Espert fundaría a los 24 años la compañía teatral que lleva su nombre y que desde el primer momento ha incrementado el valor del teatro llevando la cultura artística por escenarios de todo el mundo, no solo como intérprete sino como directora, compatibilizándolo con empleos en el mundo del cine y la televisión.
Maestra, sin duda, de la sensibilidad artística y humana, nuestra Núria Espert ha sido modelo de generaciones de artistas y sus compañeros solo pueden, como dicen, admirarla, respetarla y quererla.
Un amigo que este servidor tiene, jefe de mantenimiento en el Teatro de la Comedia, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico Español en Madrid, el gran Fali, comentaba: “pero ¿qué se puede añadir de una mujer que ha interpretado magistralmente obras de Lope de Vega, Shakespeare, Cervantes, Valle-Inclán, Séneca, Calderón, Lorca, Sartre o Zorrilla? Chico, si es su majestad de la interpretación teatral”.
Fue la primera que interpretó a Hamlet en España y, por aportar alguna pincelada más, ya que no tendríamos papel para contar todo lo que ha realizado, señalo su obra más internacional, Yerma, de García Lorca, su mejor y más notable producción, que recorrió los escenarios de Nueva York, Londres, París, Los Ángeles, Argentina, México, Venecia, Jerusalén o Tokio, es decir, más de 2000 representaciones de esta fabulosa obra.
Personalmente me quedo con su representación, en 1985, de Salomé, de Oscar Wilde, versionado por su muy querido amigo Terenci Moix, y también con su dirección en Madama Butterfly (género operístico) de Puccini, en el Covent Garden de Londres, soberbio, donde la crítica londinense la trató de “obra magistral”.
Gracias a Espert, vamos a conservar siempre esa combinación de poemas e inigualable voz en sus decenas de grabaciones de poetas españoles como Jorge Manrique, Rafael Alberti, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, Miguel Hernández, y su poeta por excelencia, Federico García Lorca.
https://www.hojadellunes.com/guastavino-el-arquitecto-valenciano-que-creo-la-actual-nueva-york/
Gracias Juan Antonio , no sabia que en el 2022 habías escrito sobre Guastavino. El artículo es magnífico. Yo no quiero extenderme mucho en los personajes que escribo, tan solo, que la gente los tenga presentes en su memoria y en lo mucho y bueno que hicieron como españoles.
Tengo mucha documentación sobre este hombre, que lógicamente no he puesto, tan solo una salvedad si me permites. No fue un gran comerciante, es más, fue un pésimo comerciante, lo único que en la vida también hay que tener suerte, y este valenciano dio en el momento y lugar preciso para que se le abrieran las puertas por su bóveda y las propiedades de esta en cuanto a ahorro en infraestructura, mano de obra y tiempo, aparte de ser ignífuga (en Estados Unidos desconocida) coincidiendo con incendios devastadores, pero como empresario una auténtica ruina, siempre estaba arruinado y pidiendo dinero a los constructores por adelantado.
Un abrazo Juan.