Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Sin puntuación no hay comprensión

Fuente: HdL.

«El presidente y su equipo, informaron ayer en su discurso, que habrá nuevas medidas económicas para enfrentar la crisis; según informaron fuentes oficiales el mandatario señaló que se implementarán políticas de estímulo, sin embargo, sólo especificó dos de estas —la reducción de impuestos y la ayuda, para nuevos emprendedores—»

Un texto como este, sin ninguna duda, presenta un uso indebido de los signos de puntuación. Cierto es que, en general, su contenido se entiende, pero no exactamente como debería comprenderse. Un uso adecuado es fundamental, más allá de la atracción o el interés de la redacción del texto, para conseguir los efectos que buscamos en la concreción del discurso. Cada vez más es habitual encontrar comas, puntos y comas u otras marcas en los textos que dificultan una lectura correcta en medios de comunicación y en textos institucionales o administrativos. Mención aparte reciben los textos académicos o trabajos del alumnado universitario, independientemente de su adscripción a estudios de ciencias experimentales o ciencias sociales o humanísticas. La «pandemia» del mal uso de los signos de puntuación se extiende en una sociedad que cada vez más se aleja de los referentes lectores clásicos que se convierten en modelo a seguir para sus escritos.

Todo ello puede deberse a varios factores. En primer lugar, la falta de conocimiento, o sea, la ausencia del conocimiento de sus reglas básicas. En segundo lugar, el descuido o la falta de atención; en algunos ejemplos que podemos localizar en textos en la red, parece que sus autores distribuyen estos signos de manera aleatoria, como una especie de pausa en su proceso de respiración, sin darse cuenta, como en el ejemplo introductorio, que están separando con una coma el sujeto y el predicado. Nos habituamos a contextos informales que rigen las redes sociales o los mensajes de texto, donde las personas tendemos a relajar las reglas de puntuación y a escribir de manera más coloquial. Una excesiva dependencia de la tecnología lleva a confiar en exceso en los correctores ortográficos y gramaticales automáticos, lo que conduce inexorablemente a los errores de puntuación o incluso a la sugerencia de cambios incorrectos.

De esta manera, la coma, como uno de los signos más utilizados, fragmenta sintagmas sin ningún tipo de lógica. Por su parte, el punto y coma prácticamente no es utilizado: bien se excede el uso de la coma creando interminables frases con una subordinación excesiva, bien se fragmenta con el punto y seguido un discurso que acaba siendo similar al lenguaje de los telegramas. No existe, pues, el punto medio que este signo, el punto y coma, permite: una pausa más larga que la coma, pero más corta que el punto. Distintos tratamientos tienen los signos de exclamación, de interrogación o los paréntesis, más recurridos y vinculados a una entonación concreta. Los excesos vuelven a aparecer con el uso extendido de las comillas, cada vez más habituales cuando se quiere resaltar una palabra o sintagma, sin darse cuenta de que deben reservarse para citaciones literales de otras voces o para introducir el título de un poema o de una canción, a diferencia de los títulos de obra en general que deben marcarse tipográficamente con la letra cursiva.

En definitiva, aprender a usar correctamente los signos de puntuación requiere práctica y familiaridad con las reglas gramaticales de las lenguas en las que se utilizan. Más allá de practicar con ejercicios prácticos que ayuden a contextualizar sus usos, recomiendo leer textos bien escritos —una realidad cada vez más difícil—, echando mano de los clásicos de nuestras literaturas para retroalimentar el uso de estas marcas lingüísticas. El escritor norteamericano Gary Provost escribió: “la puntuación es como el aliento de la escritura. Define el ritmo, marca las pausas y da sentido a las palabras”. Un acierto de comentario porque, de lo contrario, seguiremos empobreciendo nuestra escritura y, lo más triste todavía, contribuiremos a la consolidación de falsos comunicadores que consideran que por su rango —siendo incluso responsables de medios o de unidades de esta profesión— o por su difusión en redes sociales son líderes en el sector. De este modo, dejaremos de comprender el verdadero sentido de tantos mensajes que nos llegan y dificultan nuestra verdadera apreciación de la realidad.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

3 Comments

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  • Artículo interesantísimo que pone de manifiesto la crisis de la escritura en un tiempo en que, en los cursos de Primaria y Secundaria -creo-, se lee poco y se escribe menos ‘al dictado ‘. Se escribe en el ‘móvil’ casi peor que se habla y ya me dirán los lectores a dónde vamos. Señor Cortés, me atrevo a llamar la atención por lo que creo un lapsus en su escrito cuando habla del ‘punto y coma’: «permite una pausa más larga que la coma, pero más larga que el punto». Está claro que quisiste decir «pero más corta que el punto». Me gusta leerte también en ‘Información’. Un saludo cordial.