Si algo caracteriza a Adolfo Celdrán Mallol, que gusta de presentarse en sus actuaciones con solo su primer apellido (algo que yo comparto con él pues suelo firmar mis libros solo con mi primer apellido) es la persistencia. A lo largo de los años, este cantante emblemático de la canción protesta ha ido manteniéndose sin variar un ápice su estilo, produciendo y cantando con la misma ilusión de la juventud a pesar del inevitable paso de los años, que a él le pasan, pero no le pesan. Prueba de ello dio recientemente en el precioso recital que ofreció de poemas de Miguel Hernández musicados por él mismo que interpretó a la guitarra acompañado del guitarrista Kike Sánchez.
Vamos a descubrir a un personaje que es mucho más que un cantautor, como veremos en su doble vida laboral, donde ha ejercido de profesor de Física en la Universidad de Alicante. Además, Adolfo forma parte de una familia enraizada en la cultura alicantina: su hermano, José Ramón Celdrán Mallol, fue uno de los puntales del Grupo Lasser (revista radiofónica de poesía fundada por Francisco Mas-Magro) y ha sido un excelente cronista de aquella época en sus recientes libros que recogen documentos y recuerdos.
Consuelo Jiménez de Cisneros.- Buenos días, Adolfo. Para empezar por el principio, he leído en alguna parte que tú comenzaste escribiendo poesía…
Adolfo Celdrán.- Pues sí, mi primer poema fue un soneto que escribí con 15 años, cuando en el colegio, en la clase de Literatura, explicaron lo que era esa forma métrica. Es de 1958 y está dedicado a La Explanada, que inauguraba entonces suelo nuevo (que se ha conservado hasta ahora). Fue publicado ese mismo año. Mi primer libro de poemas, Todas las caras de su ausencia, lo escribí en 1974 y lo publiqué en 1975, y en 1976 salió la segunda edición.
– ¿Has seguido escribiendo poesía?
– Inevitablemente, la poesía siempre me ha atraído. Aparte de escribir poesía, he puesto música a muchos poetas: León Felipe, Miguel Hernández, Antonio Machado, Nicolás Guillén, García Lorca, Blas de Otero, Celaya, José Martí y otros. Y en fin, te podría decir que mi último reconocimiento literario fue con el poema Simplemente, mención especial en el I Certamen de poesía Mario Benedetti en 2013.
– ¿Y tu primera canción?
– Bueno, mejor te hablaré de mi primer disco, que fue un single de tres canciones, aparecido en 1969. Mi primer LP (long play para los más jóvenes, que ahora les llaman vinilos) se tituló Silencio y salió en 1970, con portada y carpeta de Juan Genovés; lo bonito fue que la crítica especializada lo premió como Mejor LP del año.
– Creo que te has dedicado a otros géneros y no solo a la poesía y la música.
– En efecto, el teatro también me ha interesado. Mi primera obra de teatro, La Virgen Roja, fue finalista en el premio de Sitges en 1973, fue estrenada allí y en Madrid, interpretada por el grupo de teatro Corral de Comedias de Valladolid.
– ¿Y qué nos podrías contar sobre tus intervenciones en cine, televisión y otros medios?
– En su momento fui el fundador y director del taller de Imagen de la Universidad de Alicante. Una de mis primeras realizaciones fue el mediometraje en 35 mm Azahara, sobre la expulsión de los moriscos en 1609, que obtuvo el primer premio y premio a la producción en el VIII Festival de Cine Independiente en 1985. Ésta y muchas otras se pasaron por TVE, y las series submarinas por televisiones de todo el mundo…
– ¿Qué nos puedes contar sobre los derechos de autor de la emblemática canción Bella ciao de la que hiciste una memorable versión en castellano?
– La historia del Bella Ciao es preciosa: En el siglo XIX, los trabajadores del campo del norte de Italia, al despedirse de su mujer para ir al trabajo, les decían: «guapa, adiós», que en italiano es bella, ciao. Y, a partir de ahí, surgió una canción popular. Y en la II Guerra Mundial los guerrilleros anti-nazis y antifascistas le cambiaron la letra y la convirtieron en un himno de lucha. Como todo el mundo conocía esa canción, se hizo famosa. Luego, en Francia, en mayo de 1968, el movimiento estudiantil la convirtió en su himno. Y yo la traduje al castellano y la registré. En 1969 la grabé con la Warner Music en mi primer disco single de tres canciones: Cajitas, Bella Ciao y General. Y volví a grabarla con la Warner en 1977. Y en 2004, cuando la volvieron a sacar, mi primer LP en formato CD incluyó Silencio, el de 1970, Cajitas, General y Bella Ciao. Y en 2018 un DJ brasileño famoso, de nombre ALOK, hizo un remix de mi grabación de 1977 muy, muy visto en las redes. Como todas mis otras canciones, la podéis oír y ver en Netflix y en Youtube. Y sí, me ha dado muy poquito en derechos…
– En algún sitio he leído que sufriste la censura franquista e incluso la represión. ¿Cómo fue aquella experiencia?
– Yo era muy cuidadoso con la censura: Si no podía cantar una canción, pues cantaba otra que no me habían censurado. Si me prohibían una parte del texto, donde iba eso tarareaba «na-na-na-na…» y la gente lo entendía y hasta se reía… Y sólo cantaba y grababa lo que la censura permitía. ¡Y conste que el Bella Ciao o el General, de Bertolt Brecht, los permitieron en aquella época sesentera…!
– ¿Te ha resultado complicado compaginar tu labor académica en la Universidad de Alicante con tu faceta artística de cantautor?
– No. Nada. Yo daba mis clases de ciencias físicas y sólo cantaba cuando no tenía que ir al trabajo: vacaciones, fines de semana…
– Políticamente estás a la izquierda, pero ¿es cierto que con los años uno se hace más conservador?
– Algunos son más atrevidos de jóvenes… pero a mí no me gusta mezclar ideología y atrevimiento. Ni de izquierdas ni de derechas.
– ¿Cómo te gustaría finalizar esta entrevista?
– No sé… ¿Así, por ejemplo?
Y Adolfo esboza una sonrisa casi cómplice…
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