Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Tocaperreando

Fotografía de Chandlevid85 (Fuente: Freepik).

No tengo ni perro, ni gato, pero los tuve; conocía lo de los hoteles para ellos y ellas por si te vas de viaje y no tienes dónde dejarlos porque los familiares como que pasan del marrón: si es tuyo es tuyo. Pero esta semana en un mini-viaje a Torrevieja, donde no iba hacía más de seis años, carteles en inglés anunciando parques acuáticos para perros pues, ¡vaya!, que me han llamado la atención.

En estos casos hay que hilar fino porque, al igual que con los veganos, la peña se raya y conozco personas que no les importa que muera una persona antes que su perro, que bueno, pues eso, que aquí la gente se ofende pero yo creo que ya, al final, es pasarse un poco. Si lo de vestir a los animales ya me parece…

No me imagino a mi abuela en los años treinta, donde no tenían ni para comer, que se le pasara por la cabeza, mientras venía en carro desde Orihuelica del Señor para trabajar en la fábrica de hilo para hacer sacos, que si tuviera una mascota se gastara una pasta para que su perro o perra se tirara por un tobogán con flotador.

Lo cierto es que tampoco tenía bañera y toda la familia se aseaba en un barreño con agua recalentada en mitad del salón. Ahora los perros tienen parques acuáticos para ellos y para ellas. No sé si decir perras está mal visto, aunque como está lo del tema de Eurovisión, Zorra, pues ya uno se pierde en el contexto lingüístico formal o informal o lo que sea.

Anuncios de parques acuáticos caninos.

Sí, eran otros tiempos, de acuerdo, pero tampoco creo que en la creación, y no hablo en forma religiosa, un animal naciera para tirarse por una tirolina hasta una piscina. De hecho, no se me pasa por la cabeza que un puma se lance con una sonrisa Profidén desde lo alto de un tobogán hasta caer al agua, creo que antes se zamparía todo lo que hubiera alrededor, pero sí.

Con los gatos, perros y demás mascotas domésticas hay para todo. De hecho, estoy convencido que habrá peña que se gaste antes el dinero en que su perrito caiga con el flotador para hacerle el selfie, ¡mira qué mono el perro!, y ponerlo en Instagram, que en invitar a comer a su padre o a su madre octogenario. Hay prioridades. No sé si les ponen la pulsera azul en la pata para que disfruten de todo el parque o hay que pagar por atracción.

Siguiendo con el tema canino, el otro día, paseando por la playa de San Juan, vi a una persona que no podía controlar a su perro, de hecho, casi le tira al suelo porque era más grande la mascota que la dueña. Luego están los “tocaperros”, esas personas que se acercan a cualquier perro y lo tocan como si hablaran el mismo idioma, en plan buen rollo, yo soy amigo de todos los animales y estamos en la misma onda. Son los mismos que no se acercan a una persona mayor que esté sentada en un banco sola, no se aproximan a otro ser de su misma especie para saludar y crear amistad, pero al parecer con los perros, sí. Luego pasa lo que pasa, que el otro día un perro casi pega un bocado a un pesao, lo entiendo, no me toques el hocico que llevo el día guaucruzao.

Y lo dicho, que los hay maleducados de mayores pero que ya venían de pequeños, que cada vez los menores son más tiranos, que no comparten nada, que se ha creado una comunidad en la que lo quiero todo para mí, y para ya mismo. Te vas al McDonald´s con un niño y antes revienta con el último nugget que dártelo a ti. Ya no hay el ofrecer, es como si fuera un gesto perdido, ya nadie te deja el último bocado, como me enseñaron en casa, a preguntar, que hasta se quedaba el último calamar porque nadie lo cogía por si lo quería alguien; ahora no, ahora la peña se lo zampa para que no lo pille nadie más.

Fuente: Freepik.

Es la sociedad del egoísmo total. La gente ni comparte patinetes. Barcala patinetes para la tercera edad. Cogí el 9 de la playa que va al centro y la gente no se levanta ni para las personas embarazadas, es que si te descuidas ni te dejan bajar porque se apiñan en la puerta y no se mueven. Por supuesto, eso de dejar pasar y que alguien te dé las gracias ha desaparecido por completo.

La educación y el respeto ya no existen. Si lo vemos hasta en la clase política. Los líderes ya no defienden ideas, se pasan el tiempo faltando el respeto al contrario. Hay veces que ni siquiera sé qué programa llevan, porque tan sólo se escucha lo malo que es el otro. La sociedad avanza de esa manera, no importa si valgo yo, lo importante es que el otro valga menos y a la peña le mola la gresca, la pelea en el barro, lo zafio, lo vulgar. Es lo que vende y lo que se compra. Lo que se compra online, porque hoy en día nada se puede hacer si no es online.

Me hace gracia el rollo de los nuevos gimnasios. Antes te apuntabas a un gimnasio e ibas. Y ya. “A sudar” que cantaría Danza invisible. Ahora no. Ahora tienes que descargarte una aplicación para pedir cita para que haya sitio en la clase que vas a dar porque, claro, como la mitad de los gym están hechos en un salón que antes era una tienda de ropa porque ya todo vale, le pongo un nombre en inglés, pongo dos pelotas, te cobro 100 euros al mes y ya si tienes sitio, pues vienes, y si no, pues gracias por tus 100 eurazos que nos dan para comprar más pelotas, porque luego o las clases están llenas, o están vacías y no hay clase, o bueno chorradas de esas.

Yo antes me apuntaba e iba. Y punto. Que digo que la gente que no usa el móvil para las aplicaciones no tiene el mismo derecho para apuntarse porque como al parecer es obligatorio pues de eso, nadie se queja, discriminación total. El mundo pasa por un móvil y un patinete. Mi abuela venía en carro todos los días desde Orihuela a la fábrica de hilo, luego mi abuelo puso un puesto de frutas y verduras enfrente de la estación del tren e iba y venía todos los días a comprar género fresco. Dile ahora a algún prenda que madrugue para trabajar. Luego le pusieron un supermercado al lado y le hundieron el negocio, pero se convirtió en el último sereno de la ciudad. Lo recuerdo trayendo caracoles y uva de moscatel. Mi otro abuelo, el de mi padre, también era un crack y tenía la cicatriz en la cabeza de cuando en la Guerra Civil le pegaron un tiro y le rozó todo el coco. Luego se compró una máquina de escribir y lo recuerdo escribiendo cada día toda su vida, primero en bolígrafo y luego lo pasaba a máquina. Tengo esa mesa en casa, bueno, compré esa casa. Mis abuelos no eran desde luego Miguel Hernández, nadie los recordará por escribir, aunque lo hacían, pero no importa, yo sí los recuerdo por eso y pasaron la misma hambre aunque no se les llene de homenajes. Ni a ellos ni a muchos más, pero la vida es así de justa.

Bruno Francés junto a Marisa Ayesta, Marta García y Belén Carretero. Fotografía de Joaquín P. Reina.

Esta semana acudí con mi mujer a los 120 años de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante (APPA) donde pude reencontrarme con mi querido amigo Ramón Gómez Carrión, que está más joven que yo y no sé cómo lo hace, el Brad Pitt de la prensa alicantina; con el mismísimo Barcala, al que le dije lo de mi tontada de los patinetes para la tercera edad y se lo tomó, durante una amena charla de más de veinte minutos, muy bien la verdad, un sentido del humor genial; donde perseguí a mi queridísima Marisa diciendo que no había nada sin gluten en el catering y, para taparme la boca, me salió con un menú especial para mí a base de pulpo, huevo, remolacha que estaba delicioso y que, como la peña es como es, casi no me dio tiempo a probar porque la gente se lanzó por el particular; de hecho, le comenté a una mujer que yo no podía comer casi de nada y me soltó. “pues no estás precisamente delgado”. Total que me llamó gordo en toda mi cara mientras se zampaba lo que habían preparado para mí.

Lo dicho, una velada espectacular, impecable, Rosalía Mayor la presidenta de APPA dio un discurso memorable donde no se mordió la lengua pero, sin duda, hizo mordérsela a más de uno. Un discurso de esos que dan que pensar, reflexionar, madurar y avanzar. Marisa Ayesta y Belén Carretero, las organizadoras cumpliendo de manera más que sobresaliente a nivel personal con cada uno de los asistentes —me debes, Marisa, una botella de agua—, en un acto modélico, familiar y, hablando de manera normal, muy bonito. El año que viene será el 121 aniversario, que es como el álbum de Depeche Mode, el 101, pero que esperemos que se vuelva a repetir. A mí es que me gustan más los años impares, bueno nací en el 71, así que algo llevaré en los genes.

Por cierto, y vuelvo a apelar a la estética, no, no y no, ¿por qué razón hay corredores con zapatillas naranjas fosforitas y calcetines verdes? ¿Cuál es el motivo? ¿Por qué razón se suben los calcetines para correr? ¿Por qué todas las madres que dejan a sus hijos o hijas en el colegio internacional van en chándal? ¿Por qué la gente corre moviendo las manos como si espantara moscas o llevara un bolso de mano? ¿Por qué hay gente que habla con el móvil y gesticula como si tuviera a la persona delante? ¿Por qué en la puerta de la casa de mi mujer dejaron una obra a medias desde diciembre, donde la gente puede caerse, y diré más, donde tengo una amiga que tiene una discapacidad física y para poder acceder tiene que dar una vuelta más grande? ¿Por qué un mango cuesta más de tres euros, que son más quinientas pesetas de las de antes?

En fin, porque hay que vivir, porque la vida es lo único que tenemos.

Rock and Roll.

BSO, por supuesto, dos: A sudar de Danza Invisible, que se retiran este año, y Strangelove de Depeche Mode.

Que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

4 Comments

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  • Eres la leche… Y otra cosa. Releyendo tu ‘Cascabelario’, me has recordado el ‘Poema de la luna luna’ de García Lorca con tu ‘La luna le tuvo miedo a la noche’. .. «Si vinieran los gitanos/ harían con tu corazón/ collares y anillos blancos». Tu luna es ‘joven y muy miedosa’. La de Lorca se hace acompañar: «Por el cielo va la luna/ con niño de la mano». Tu poema termina con la luna luchando contra la oscuridad: «Lo haré por todos aquellos/ que, como yo,/ sin conocer por qué ventura/ le tuvimos miedo a la noche/ pues estaba muy oscura». Un abrazo.