Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Zorros

Actuación de Nebulossa en Benidorm Fest (Fuente: RTVE).

Hay palabras, expresiones, que no necesitan ser resignificadas. Sus límites semánticos son precisos, claros. Ni siquiera el tiempo y las costumbres cambiantes pueden con ellas. Hay otras que, al sentir de algunos, pueden y deben admitir ese doble juego y que, traídas al presente, habría como una necesidad de darles la vuelta como un calcetín, intentar crear con ellas un nuevo universo liberador.

Entre las primeras estaría la palabra “zorro”, bien sea en su dimensión animal, cultural o como adjetivadora del ser y el comportamiento humano, siempre, claro, en su versión masculina y aplicado a los hombres y a los héroes por ellos proyectados. En el lado de las segundas quizás podríamos colocar, pero con reparos, su versión femenina, la palabra tan de moda estos días, la palabra “zorra”.

Si solo atendemos al ámbito animal hay una creencia más o menos generalizada de que un zorro es un ser astuto, de buen instinto, más bien ágil, incluso ingenioso, capaz de merodear sigiloso en la noche en la búsqueda de su presa, puede que también algo huidizo como mecanismo instintivo para salvar el pellejo, pero eso sí, casi siempre repleto de sabiduría. En eso parece haber poca discusión, poco debate.

Por el lado de la cultura, del cine y el cómic mayormente, vemos cómo la figura del zorro (animal o humano) se glosa ampliamente como ese héroe enmascarado y justiciero, capaz de impartir justicia allá donde no la hay, capaz de restañar viejas heridas. Actores tan conocidos como Alain Delon, George Hamilton, Antonio Banderas, Ricardo Darín, Tyron Power, por citar solo algunos, han protagonizado de una u otra manera películas donde el héroe hollywoodiense aparecía casi siempre con esa faz de héroe anónimo y justiciero, con esa bondad intrínseca para “desfacer entuertos” que diría Miguel Cervantes, una especie de Robin Hood del siglo XX traído al presente.

Si nos referimos a los hombres, a los machos de la especie, cuando alguien es tildado de zorro tendemos a pensar en signos de inteligencia (”ese es un viejo zorro”), habilidad y astucia (”actúa como un zorro”), espabilado (”¡vaya zorro que está hecho!”), etc. Las cualidades del zorro aplicadas a los hombres son así, casi siempre para engrandecer su imagen, para proyectar esa idea de cosa buena, raramente para hacer esquirlas de una praxis negra, interesada, oculta, de una cierta doblez.

De igual modo si llamamos a una mujer “zorra”, entonces sabemos bien a qué nos referimos, no hacen falta muchas más explicaciones. Todo lo bondadoso del macho se transmuta aquí en similitudes y campos semánticos y culturales que tienen que ver mayormente con significantes tan precisos como puta, arpía, bruja, o expresiones por el estilo. Su sola mención es ya territorio abonado para el desprecio, el insulto, el señalamiento público, para sobreentendidos, personas de usar y tirar, que pueden ser objeto de mercadeo.

Y entonces, llegados al presente, no quedaría del todo claro si ese supuesto buen intento de resignificar la palabra “zorra” mediante la letra de una canción como la del grupo alicantino Nebulossa, a través de un nuevo contexto musical como el Benidorm Fest y el renacido Festival de Eurovisión, podía acabar siendo lo uno o su contrario, como tan enardecidamente se debate estos días por todo el país. ¿Se puede despojar a la mujer del manto de misoginia que sufre usando machacona e irónicamente una de las palabras que más lo refuerzan?

Si llamamos a alguien —un hombre, claro está— “zorro”, sabemos bien a qué nos referimos. Si repercutimos en reivindicarzorra” como arma de empoderamiento de la mujer, quizás estemos logrando adornarlo de un cierto sentido festivo y lúdico —“A mi me parece que el feminismo es justo y que también es divertido”, Pedro Sánchez dixit— pero pudiera ser, solo pudiera ser, que los efectos secundarios, como los de los medicamentos, no sean aquí los deseados, que curando unas heridas se abran otras, quién sabe si tan o más peligrosas que aquéllas.

Como también pudiera suceder — es solo una hipótesis, de eso van estas palabras— que quienes tan arduamente defienden estos días la canción Zorra como espacio liberador de las desigualdades contra la mujer, como arma de empoderamiento y de lucha por la igualdad, estén, estemos, y sin ellos/ellas saberlo, haciendo el coro a los viejos zorros de siempre. Aquellos que, suene la música que suene, sea el Cara al Sol o sea la canción que España llevará a Eurovisión, acaban siempre aplaudiendo enfervorizadamente, porque a esta gente lo que menos les importa es el significado de las palabras. Porque ellos, y solo ellos, ya se sabe, son siempre los más astutos. Los más inteligentes. Los más hábiles. Los más zorros.

Pepe López

Periodista.

2 Comments

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  • ¿Habías leído a Monserrat Boix antes de escribir tu artículo? La canción ‘Zorra’ «ni es empoderamiento de las mujeres ni feminismo» y dimite como Delegada de Igualdad en RTVE. Creo que te has ido por los cerros (no zorros) de Úbeda, con bastante ingenio, sí, pero dejando en mal lugar a Monserrat y al mejor feminismo, el que no quiere saber nada de horteradas envueltas en papel regalo. Un saludo.

    • No Ramón, el texto lo escribí justo antes de su dimisión, de hecho lo envié antes de nuestra gala del Off The Record en el ADDA… y en gran medida estoy de acuerdo con el planteamiento y coherencia de Monserrat Boix al dimitir de su cargoen RTVE, aunque por lo que he podido ver y escuchar en estos días en el trasfondo hay un bastante de cuestión generacional, y esa es una mezcla complicada y difícil de digerir para quienes piensa una cosa y para quienes piensan la contraria…. Un saludo.