Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

«Niño, deja de joder con la pelota»

Jordi Pujol recibe la Medalla de Oro de la Generalitat Catalana en 2007 (Fuente: Gobierno de la Generalitat).
El Ubú Pujol ha sido y es El Gran Masturbador daliniano de cuanto ocurre en Cataluña (y en España).

Lo que más me sorprende, o desprecio, en la larga marcha catalana hacia la conquista de la estulticia es su parafernalia pija y doctrinaria. Espera, en la cima, el rey Ubú, coronándose como un idiota con la ayuda de un enano sodomita. Ubú pronuncia la famosa palabra con la que comienza la obra del gran genio del teatro Alfred Jarry: “Merdre”, que quiere decir Mierda, en su peor acepción, pero surrealistamente. La pieza de Jarry es una atronadora crítica de la sociedad burguesa, a la que pertenece el clan Pujol y otros muchos.

Lo grotesco es que Ubú, el rey, está a punto de estirar la pata. Más surrealismo. Me gustan los bailes de disfraces con camiseta del Barça, canesú y collares de perlas horteras. Las bravuconadas, mariconerías, dicho sin intencionalidad homofóbica. Hay una perfección formal, woke, utilizada de manera irónica, que no resiste los calificativos morales, amanerada y postmoderna que, al parecer, seduce a quienes investigan en los laboratorios de la barbarie, fórmulas de vejaciones incruentas, de terrorismo de guante blanco, de quema de contenedores y cosas así, de sofisticadas transparencias revolucionarias, con exhibiciones de ligas por debajo de la rodilla y exabruptos importados de Waterloo, de cuando Napoleón salió derrotado y clamando: “¡Ah, si hubiera evitado la campaña en España!”. Revueltas sin importancia, consentidas. Pastillas de chicle. Globos de jabón.

Se protesta en la calle con serpentinas de papel higiénico, juegos de pelotitas de colores (“Niño, deja de joder con la pelota”, que cantaba el imbatible Serrat), saltos de rana, todo, insisto, muy surrealista, a la comba o a lo maricarmenbailemostodos, que dirían Manolo y Ramón, jugadas de ajedrez, con salida del jaque Pastor a la soberanía española, pinturas rupestres, conciertos de violonchelo, y un largo e imaginativo etcétera que incluye sobornar a quien sea con el tres por ciento añadido. Y encima dicen que es poco. Los bancos de Andorra alquilan autobuses con funcionarios sobornados para rendir pleitesía al rey Ubú, el enano.

El rey Ubú está contento. Porque a imaginación no hay quien gane a su tropa. Todo es consecuencia de la fidelidad doctrinaria, del catecismo que han aprendido a estacazo limpio en la escuela desde pequeñines (que se lo pregunten a Rufián); hasta si hay que comer mierda se le pone un huevo encima para que parezca una mona de pascua. Un día de estos aparecen vestidos de moros y cristianos y traen al Buda vestido de Jordiet.

Pedro Sánchez declarando el jueves pasado que «Todos los independentistas catalanes serán amnistiados porque no son terroristas» (Fuente: Pool Moncloa).

Es cierto que dos mil díscolos revolucionarios, resentidos y borrachos de anfetas y cocaína, salen de vez en cuando a la calle como cornúpetas desencajonados, pero son revueltas callejeras, tipo “gradas sur” de los estadios. Lo manda la logística. Sin estos incendiarios y motosierras no lucen como deben los juegos de los invertidos. No nos engañemos. Las actuaciones de estos enmascarados cobardes se incluyen en el catálogo de daños colaterales acuñados por el Gran Usurpador de la Justicia, DON PEDRO SÁNCHEZ, erigido en dueño absoluto y regidor de la conciencia de los jueces, menos de uno, el tempranillo Conde Pumpido. A Sánchez le sale la mala leche de Ubú rey por las orejas.

Todo ha sido preconcebido, trazado por sesudos malabaristas de la revuelta, hace tiempo, mucho tiempo, más de lo que la gente piensa, nada más expiar Franco, en picnics y merendolas a la sombra de montañas sagradas, nevadas, coronadas por las mandrágoras del neonazismo. Porque Ubú, mal que le pese, es un nazi, un nazi que reza el rosario en catalán y camina bajo palio, como el difunto Franco, cuando sale en procesión el día de la Merced.

Ya se sabe que a los independentistas, como a las cabras, lo que más les tira es el monte, la ascensión a los cielos desde los que aspirar el aire de la supremacía, como a los jóvenes camaradas de las juventudes hitlerianas. Cuando alcanzan la cima, se soflaman y sienten en la sangre el fervor de la genética que los hace invencibles. Ya lo hizo, en sus tiempos de Ubú rey, el primero, el padre de los Ubús, Jordi Pujol, el Magnífico, el ideólogo de cuanto ocurre ahora, por eso se esconde, que en un plis plas se planta en Aigüestortes.

Luego, como corderitos mansos, lo seguían todos los de la panda cantando Horst Wessl Lied, o, en español, La bandera en alto, el himno supremacista, tanto que estuvo prohibido durante mucho tiempo. A Pujol, no lo olvidemos, se le dedicó en el barrio Vistahermosa de Alicante el grafiti más altisonante y premonitorio que se recuerda: “Pujol, enano cabrón”, escrito con brocha gorda y pintura negra azabache, en diez metros de paredón. Era por lo de las comisiones del tres por ciento. Hace tiempo. Ahí empezó todo: subir hasta Monserrat haciendo un rodeo antes de entrar en los bancos de Andorra. Pujol desconocía que Sánchez subiría a lo alto cantando el mismo himno.

Lo divino y lo humano se funden en la misma aspiración subliminal: los corderos pascuales que suben a las montañas sagradas desde las que se sueña con la utópica independencia son los mismos que tapan las vergüenzas de los ladrones, de los corruptos, de los malversadores, de los acusados de alta traición. ¿Y qué mejor traje de lagarterana que el de movilizar las emociones para desgajarse de España, que les he estado robando durante quinientos años? ¿Tantos? ¡Podían haber reaccionado antes!

Ralph Fieness en un momento de la película «La lista de Schindler», en la que interpreta al general de las SS Amon Göth, y en el que ensaya ante el espejo el «Yo te perdono».

Pujol ha sido y es El Gran Masturbador daliniano de cuanto ocurre. El gran agitador en la sombra que despierta los vientos que levantan tempestades. Él es el origen, la mano que mece la cuna. Y en su dinero oculto está la penitencia a cumplir por los buenos catalanes, la mayoría. Los hijos que amamantó han perdonado a este Ubú rey, como perdonaba aquel todopoderoso coronel de Auschwitz que levantaba la mano, al estilo de los emperadores romanos, para salvar la vida de sus esclavos (ver La Lista de Schindler): “Yo te perdono”. Cada vez que sale a la calle una manifestación, ya sea de rebeldes pijos o asilvestrados, debería sobresalir de entre la multitud una pancarta con el lema: “Te perdonamos, Jordi.”

Dicho esto, con la mayor indulgencia que cabe en alguien que abomina del terrorismo de seda desplegado por la caterva de niñatos malcriados y pijos que ambientaron con sus gozosos cánticos y deliciosos juegos de púberes las calles de Barcelona, ruego a los sufridos mozos de escuadra ponerse a cubierto del cruel salvajismo, de los petardos, cohetes, adoquines, motosierras que cortan la cabeza de la libertad de todos los españoles, también la de ellos. Y todo, con el beneplácito del otro Ubú rey, más alto, con pinta de pívot que encesta canastas de mentira en anuncios de la Gran Vía, más peligroso, con dientes retorcidos por el rencor, la vanidad y el servilismo del que acepta chantajes.

Manuel Mira Candel

Periodista en medios nacionales e internacionales; presidente de la Asociación de la Prensa de Alicante; Premio Azorín de Novela en 2004 con "El secreto de Orcelis" y autor, desde entonces, de más de doce libros, entre ellos las también novelas: “Ella era Islandia”, “Madre Tierra”, “El Apeadero”, “El Olivo que no ardió en Salónica”, “Esperando a Sarah Miles en la playa de Inch”, “Las zapatillas vietnamitas” y "Giordano y la Reina".

2 Comments

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  • Manolo: Te has ganado cuatro orejas y rabo. Tu faena es de esas en las que al maestro se le dice que ha estado ‘cumbre’. Como colosal estuviste en la gala de la APPA, que no se ha equivocado con el premio a la libertad de expresión. Si alguien tenía dudas se las has aventado con esta joya literarioperiodística. Un abrazo enorme.