Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

En la corte del rey Davos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es entrevistado en el programa 'The Pulse with Francine Lacqua', de Bloomberg (Pool Moncloa).

En el antiguo régimen la Corte era el centro de todas las cosas. Dentro, todo era posible, la vida y el arte relucían; fuera de ella, esa misma vida era mayormente miseria y olvido, vidas prescindibles, biografías que no contaban. El solo cambio de residencia del rey —o reina— llevaba al nacimiento de grandes ciudades, al declive inexorable de otras, al traslado de todas esas aves de rapiña que vivían en su entorno, que se amamantaban de ese poder absoluto. ¿Existen hoy en día —podríamos preguntarnos— un remedo de aquella Corte ? Y de existir, ¿dónde estarían sus sedes, sus palacios?

Madrid es lo que hoy es en gran parte porque Felipe II decidió un día del año 1561 trasladar hasta allí su Corte, itinerante hasta entonces entre Toledo y Valladolid. La voluntad de un solo hombre, un hombre que solo respondía ante Dios, fue suficiente para convertir un poblacho en lo que hoy es Madrid, una de las conurbaciones más importantes del mundo.

Es cierto que hoy pareciera que las cosas son muy diferentes a aquellos años en los que bastaba la voluntad de unos pocos hombres. Y quizás no lo sea tanto. Sucede, a veces, que nos acostumbramos a recibir noticias sin preguntarnos quiénes están detrás, qué hilos son los que manejan los mensajes, a qué intereses defienden esos relatos, qué objetivos persiguen.

El Foro Davos es, posiblemente, una de esas cosas raras que hemos ido normalizando como si formara parte del nosotros, una realidad que, al menos una vez al año, se nos aparece en el horizonte como un cuerpo extraño y a la que nos hemos ido acostumbrado sin hacernos demasiadas preguntas, sin interrogarnos quiénes mueven sus hilos y quiénes realmente son sus amos.

Sabemos, pero solo un poco —o mejor, suponemos—, que allí, en esa idílica estación alpina al alcance de muy pocos bolsillos, se reúnen y son citados por estas fechas esa cosa tan vaga que hemos convenido en llamar los líderes mundiales, la élite mundial, para hablar de sus cosas que, mayormente, acaban siendo las nuestras. Sabemos que es un club selecto en el que ser invitados es ya todo un mensaje. Sabemos, o mejor suponemos, todo eso, pero realmente desconocemos casi todo lo demás.

Recuerdo mis primeros años de estudiante de Periodismo en Barcelona cuando los buenos profesores —¡sí, buenos profesores!— que entonces teníamos se afanaban en enseñarnos que una buena noticia que aspirara a eso, buena y noticia, debería tratar de responder siempre a las cinco grandes preguntas, las famosas 5W del inglés: el qué, el quién, el cuándo, el dónde y, sobre todo, el por qué. Y que la falta de alguna de esas explicaciones la hacía cojear y abría la puerta a sombras oscuras, a los intereses de parte. Parecía simple, pero quizás ni lo era entonces, ni resulte hoy gratuito.

Quizás suceda que las informaciones que estos días han estado sirviéndonos almidonadas y edulcoradas los medios sobre el Foro de Davos han puesto demasiado el acento en hablarnos parcialmente solo de algunas de esas 5W del viejo periodismo inglés. Sabemos del éxito del abrigo low cost y Made in Spain que lució Pedro Sánchez; algo conocemos también —quizás por contraste con ese estrafalario y peligroso personaje que es Javier Milei— de su discurso, educadas y correctas palabras en inglés (¿es esta, por cierto, la mejor forma de promocionar el castellano?) para pedirles, casi rogarles, a los poderosos ayuda y comprensión; y que, al menos, cuando terminen sus banquetes accedan a que las sobras puedan ser repartidas. Bueno, no lo dijo así, pero a eso sonaban las buenistas palabras de nuestro presidente. Todo eso ciertamente lo sabemos, pero poco más.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro Económico Mundial (Fuente: Pool Moncloa).

Quizás, y como que casi no se cuenta, sería bueno seguir haciéndonos preguntas del estilo de detalles tan nimios como quiénes gobiernan aquello, quiénes están realmente detrás, qué intereses defienden, quién elige a quien y por qué unos sí y otros no. Ya saben. las famosas y envejecidas 5W.

Wikipedia, la enciclopedia popular y de bolsillo, nos aclara alguna duda: “El FEM (Foro Económico Mundial) —más conocido como Foro Davos— aboga por un mundo globalizado gobernado por una coalición de corporaciones multinacionales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil seleccionadas en lugar de las estructuras democráticas clásicas”.

Puede que en esas últimas palabras del enunciado —“seleccionadas en lugar de las estructuras democráticas clásicas”— es donde habría que poner el acento, más que nada por intentar aclarar algo y para que los mensajes no nos confundan. ¿Qué quiere decir “seleccionadas”? ¿Qué es eso de “en lugar de las estructuras democráticas clásicas”?

Quizás es que, sin darnos cuenta del todo, estamos volviendo a las viejas costumbres, a las viejas leyes, aquellas del rey y su Corte, aquel tiempo en el que los cortesanos seguían los pasos de quienes tenían todo el poder, hicieran lo que hicieran aquellos y marcharan donde marcharan. Aquellos tiempos en donde la voluntad de un solo hombre bastaba para cambiar el rumbo de la historia.

Quizás, de algo de todo esto de eso deberíamos estar hablando estos días cuando hablamos de Davos, cuando nos informan de Davos, cuando nos cuentan lo que ha ocurrido allí, en ese cónclave donde los nuevos reyes del mundo reciben a sus cortesanos se llamen éstos Sánchez, se llamen Milei, se llamen Macron.

Davos es muy posiblemente también no solo esa idílica estación de esquí en los Alpes suizos hecha a la medida de los demasiado ricos, es quizás el reino de los nuevos Felipes II del mundo, gente que puede cambiar la Corte de sitio cuando le dé la real gana. Que puede crear ciudades de la nada. Y, también, destruirlo todo por un mero capricho, mientras nosotros, ¡ay nosotros!, seguimos aplaudiendo sus andanzas como se aplaudía antiguamente el paso de los carruajes reales.

Pepe López

Periodista.

1 Comment

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  • Peligra,
    muy atinada tu predicción,
    Pepe López,
    nuestra independencia como pueblo soberano en libertad,

    si bien podemos seguir aplaudiendo sonrientes en la sumisión o rebelarnos en nuestra unión creadora de fuerza invencible…

    Si los ricos desean hacer filantropía
    (solidaria como antaño)
    háganla.
    Pero sin engordar al Estado que despilfarra y nos endeuda a su antojo…

    Hoy, me pregunto el porqué algunos ricos se ofrecen a regalar mayores impuestos que engordarán al Estado casi siempre corrupto, arbitrario y despótico…
    Regalo esperando algo a cambio…

    Gracias
    Pedro J Bernabeu