Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

España, de península a isla

Estación de Canfranc. Fotografía: Jakob Bauer (Fuente: Wikimedia).

De llegar a hacerse realidad, cada día más probable, la pretensión de Cataluña y del País Vasco con Navarra, de alcanzar algún grado de “independencia” o “emancipación”, la unión de España con Europa quedará reducida a una estrecha franja por el Pirineo Central en la provincia de Huesca.

Sobre este ferrocarril conviene recordar que hace casi un siglo, en el año 1928, en un acto solemne, en presencia de Alfonso XIII, rey de España y Gaston Doumergue, presidente de la República de Francia, tuvo lugar la inauguración de la Estación Internacional de Canfranc en la frontera entre ambas naciones. El acto debió ser considerado de gran importancia para ambos países, pues no de otra manera se explica la presencia de las más altas instancias de Francia y España en el mismo.

Por mi parte añado que en el mismo mes de agosto, pero del año 1958, siendo un inquieto y curioso estudiante de Medicina, conocí aquella estación con motivo de mi primer viaje al extranjero, todavía provisto del obligatorio visado sin el cual los españoles no podíamos pisar suelo extranjero ni salir de nuestras fronteras. Recuerdo que, en Canfranc, tuve que apearme del tren español para, unos metros más allá, subir al tren francés que me llevaría hasta Pau y, desde allí, hasta París, vía Burdeos. No mucho tiempo más tarde, quizá dos o tres años, a mi regreso de otra estancia en el extranjero, tuve que transbordar desde el tren francés, que me había llevado hasta Portbou, al español, siempre por diferente ancho de vías. De este transbordo recuerdo que no me resultó ni más fácil ni menos intrincado que el de Canfranc; tuve que transportar a mano mi equipaje por un trayecto que me pareció hasta más largo y más penoso. Hago este breve comentario para señalar que nuestra conexión ferroviaria con Francia no era mejor por uno que por otro de los citados enlaces. No puedo hablar de la conexión por Hendaya porque no llegué a pisarla.

Frente a esta realidad de los años 1928 y 1958, la actual situación es vergonzosamente diferente. La conexión ferroviaria Canfranc–Pau está interrumpida y su vía inutilizada bajo el pretexto de que en 1970 se produjo el descarrilamiento de un tren de mercancía que inutilizó una vías que, tres cuartos de siglo más tarde, la República de Francia, la de la grandeur, no ha sido capaz de reparar ni acondicionar.

También hoy, el viaje en tren desde mi Teruel natal hasta Valencia y Zaragoza, es mucho más incómodo y lento que en mis tiempos de universitario, cuando, al finalizar nuestro periodo de vacaciones, los estudiantes de los distintos pueblos de Teruel nos íbamos reuniendo a lo largo del trayecto hacia Zaragoza, nuestra capital universitaria, y, a su paso por Cariñena, aprovechar para comprar nuestra botella de vino que compartíamos como buenos camaradas.

Finalizando el año 2023, dos de las ciudades más pobladas de España, Valencia y Zaragoza, siguen con una conexión ferroviaria que me atrevo a calificar como peor que la que cito de mis tiempos de estudiante.

Mientras eso ocurre, nuestra conexión ferroviaria con Europa solamente es posible realizarla a través de dos regiones, Euskal Herria y Cataluña. Por supuesto que, como español, me siento orgulloso de que esa conexión podamos hacerla en modernos y rápidos trenes AVE, pero, al mismo tiempo, me entristece y hasta indigna constatar que, 75 años más tarde, no podría repetir mi primer e inolvidable viaje por Canfranc porque ya no existe tal posibilidad.

Ante esta realidad, me resulta inevitable la pregunta: ¿cómo hemos llegado a esta situación? El abandono del ferrocarril entre Valencia y Zaragoza y hasta Europa, ¿es fruto de la casualidad? ¿De la indiferencia de los gobernantes? ¿Existen motivaciones, fuerzas, más o menos ocultas, más o menos interesadas, que han podido influir en este resultado? Para responderla me surge la pregunta del Derecho Romano, ¿“QUID PRODEST”?

Pocas veces, o ninguna, realidades como ésta son fruto de la casualidad. ¿Es temerario pensar que han existido y existen intereses para que, por parte francesa, no se haya querido restablecer la conexión ferroviaria por Canfranc, bajo la apariencia de simple desinterés y apatía?

La política miope de los responsables políticos de los dos grandes partidos de España, apoyándose alternativamente en los separatistas de uno y otro lado del Pirineo Central, ¿ha podido abocarnos a esta consecuencia? La de que España, en un futuro no muy lejano, comparta frontera con Europa solamente por un estrecho corredor y quede convertida en simple isla. Resulta muy difícil comprender que una conexión que se consideró de gran importancia en el año 1928 carezca de valor casi cien años después y que dos grandes ciudades, distantes 300 km, no hayan querido estar conectadas mediante un tren moderno y rápido. Aunque Zaragoza se encuentre muy cómoda por su equidistancia de Madrid y Barcelona y también Valencia, por su situación en la costa, ¿perderían algo si estuvieran bien intercomunicadas entre sí? ¿Es malo que España y Europa dispongan de otra conexión ferroviaria por el Pirineo Central? ¿Puede sospecharse, o resulta evidente, que dicho paso restaría importancia estratégica a dos territorios, País Vasco y Cataluña, como únicos pasos obligados a Europa?

Ahora que Aragón y la Comunidad Valenciana tienen gobiernos con sensibilidades parecidas, se dan las condiciones para que puedan entenderse colaborando en proyectos comunes; es el momento de plantearse llevar hasta la frontera francesa unas buenas carreteras y vías ferroviarias para que el gobierno francés se vea obligado a responder ante sus ciudadanos por el desinterés que muestra hacia una parte de los habitantes de su propio territorio, Pau y comarca, que resultarían los primeros beneficiados de una buena conexión ferroviaria con Zaragoza, con el Mediterráneo y buena parte de España.

Fausto Gómez Guillén

Buscando justicia y verdad.
Turolense, alicantino y ciudadano del mundo. Licenciado y Doctor en Medicina y Cirugía buscando ser un Médico y un humanista, que no sé si lo habré conseguido. Mi inquietud por las cuestiones socio-sanitarias me ha llevado a expresar mi opinión sobre las mismas en diversos medios, casi siempre escritos: Diario "Información" de Alicante, "ABC", "El País", "Heraldo de Aragón", Prensa profesional como "Diario Médico", "Médicos y Pacientes", "Revista" del Colegio de médicos de Alicante y algo en revistas científicas.

Escribo cuando considero que tengo algo que decir que pueda resultar de interés general.

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  • Estimado Fausto: Me ha encantado tu primer artículo en la Hoja porque nos ilustra y nos hace reflexionar sobre el pasado y especialmente sobre el futuro nacional, valenciano y aragonés. Quiero creer que nunca se producirá la separación de Cataluña, Navarra y el País Vasco. Pero… Un abrazo.