Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

«Ahí me colé y en tu fiesta me planté»

¿Habéis asistido a una fiesta o a un acto social donde os habéis sentido incómodos? Tal vez no habíais sido invitados y os atrevisteis a aparecer, con lo cual, los anfitriones se sorprendieron de vuestra presencia. Tal vez habéis estado en un acto social donde vuestra asistencia puede incomodar a algunos de los presentes, aunque hubierais sido invitados. Así, podéis escuchar preguntas como: “¿también te interesa el tema de la charla?” o “¿cómo es que has venido?”. Preguntas con respuestas sencillas del tipo: “sí, también me atraen este tipo de conferencias o actos” o “si me invitan, suelo asistir si mi tiempo lo permite”. Unas cuestiones peregrinas que, si la persona que las recibe no tiene la suficiente autoestima, puede llegar a pensar que no es bien recibido por una parte del público. Un asunto distinto es cuando decides presentarte, como en la canción del año 1988 del grupo Mecano, en un evento privado del cual nadie te hizo llegar ningún tipo de invitación.

El éxito de Me colé en una fiesta no radica en la profundidad de su letra pero seguramente se trata del auge de la música pop en aquella época y de la identificación de una generación de adolescentes que sentíamos de cerca las emociones de la cantante que simulaba haberse dejado llevar sin prejuicios por una fiesta donde había “Coca-Cola para todos y algo de comer”. Los que hemos asistido a eventos con vino de honor incluido siempre hemos observado la existencia de advenedizos deseosos de probar el ágape final. Nada nuevo que no sirva para forzarnos una sonrisa en la boca. Por el contrario, cuando se trata de un acto más formal, con invitación incluida, tras el requerimiento de alguno de los asistentes, la sonrisa nos desaparece del rostro. Entendemos que podemos molestar por nuestra presencia, ya que generamos el miedo a no sentirnos aceptados o simplemente recibimos las dudas de quien se sorprende por ello.

¿Por qué mostramos, pues, nuestro pesar por la presencia de alguien en un acto? ¿Por qué no nos sentimos cómodos cuando aparece alguien inesperado? El sociólogo canadiense Erving Goffman explicaba que “la sociedad está organizada según el principio de que cualquier individuo que posea ciertas características sociales tiene el derecho moral de esperar que otros lo valoren y lo traten de manera apropiada”. En su libro La presentación de la persona en la vida cotidiana (1956) aborda cómo la incomodidad puede surgir cuando la presentación de uno mismo no se alinea con las expectativas sociales. No nos sentimos, por lo tanto, valorados como consideramos y percibimos un rechazo hacia nuestra persona. Por el contrario, si tenemos la seguridad de haber decidido asistir porque va en consonancia con nuestros intereses intelectuales o sociales, no nos dejamos llevar por los sentimientos de inseguridad y de incomodidad de nuestro interlocutor. Tal vez porque damos la razón al sociólogo canadiense y esperamos que nos valoren y traten como nos merecemos. Somos conscientes en aquel momento que quien nos requiere los motivos de nuestra presencia no conoce nuestras inquietudes y se siente invadido en su terreno.

La incomodidad que algunas personas puedan experimentar cuando alguien aparece en un acto donde no se le esperaba puede deberse a diversas razones. Por una parte, si son organizadores, porque la persona no esperada puede interferir en sus expectativas y planes, especialmente si estaba diseñado para un grupo específico de asistentes. Quienes muestran su malestar pueden sentir que su espacio y privacidad están siendo invadidos. Del mismo modo, pueden desconocer la dinámica, el propósito o las interacciones sociales del inesperado; una realidad si quien se siente incómodo no tiene las suficientes habilidades sociales para afrontar la nueva presencia. El éxito de la canción de Mecano tuvo, pues, para nuestra generación un punto de refuerzo de la informalidad y de la rebeldía. Tal vez me lo apunté en mi diario de experiencias mental y reforzó ese sentir de estar presente en los actos que me interesan y participar en el debate y la reflexión de nuestra sociedad. ¡Palabra de rebelde!

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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