Tengo olvidados conceptos utilizados durante más de veinte años de profesión gestionando presupuestos de publicidad y hasta mis libros quedaron en mi antiguo despacho para uso de otros colegas. Lo que no olvido es el espíritu básico de las cosas, su naturaleza, su propósito y su eficacia.
Se llamó por unos publicidad exterior, por otros estática, concretada en rótulos, luminosos, mupis, vallas…, según fuera su soporte, sus características, su situación. Hubo —sigue habiendo, supongo— agencias especializadas con amplias redes de elementos, en zonas urbanas, exteriores de las ciudades, instalaciones deportivas, etc. Todo un mundo del que seguro me he quedado desfasado y del que el compañero de esta Hoja del Lunes, Pedro Picatoste, podría darnos más de una lección.
De lo que no acepto haber envejecido es de aprobar la ineficacia. Es correcto anunciar cuando se va a acometer una obra urbana de qué se trata, quién la promueve, quién la va a realizar y hasta quién la financia o patrocina. Viene siendo costumbre instalar en sus inmediaciones una valla o rótulo anclado con postes con esa información. Lo que no es de recibo es que una vez culminado el objetivo, el soporte en cuestión permanezca sin ser erradicado semanas o meses después. Sólo hay que darse un paseo por la ciudad para comprobarlo.
De la empresa CIVICA he encontrado tres (en Benito Pérez Galdós, en Pintor Murillo y en Campos Vasallo), quizás haya alguno más. Alguna de las obras acabaron hace meses, otras, aunque “inauguradas” hace un par de semanas, también habían finalizado con antelación.
De la empresa Bertolín he localizado una en el Portal de Elche con referencia a las obras en las calles Bailén y Castaños, obviamente ya caducada.
Y una aún de mayor volumen puede observarse plantada al pie de lo que será de nuevo “árbol navideño” en la plaza de España. Está “firmada” por el propio Ayuntamiento, hace referencia a la mejora de eficiencia energética, anuncia un plazo de ejecución de 4 meses… y cuando se iluminen las bombillas a lo ancho y alto de su ramaje quedará aún más patente su inadecuada instalación.
El descuido puede ampliarse algo más si se desea: en la plaza de San Antonio, junto a un quiosco de prensa, hubo hasta hace bastantes meses un surtidor de gasolina y pese a haberse realizado allí una obra de modernización aún permanece el rótulo y el surtidor bastante sucio de REPSOL—esa compañía que parece haber decidido no seguir invirtiendo en España por los impuestos extraordinarios que se le han exigido—.
Así que me inclino a utilizar en el titular el adjetivo “estática”, dada la inmovilidad tanto de los soportes como de los que decidieron instalarlos y parecen haberse olvidado de ellos.
Cierto lo que dices estática, estética y olvidada. Esos carteles empezaron siendo obligados para las obras que tenían fondos europeos y se puso de moda señalar todas las acciones de instituciones públicas. Son propaganda, no publicidad a mi entender. Un gusto leerte y saber de ti. Un abrazo Toni. Los tiempos cambian pero no nos quitarán lo vivido.