Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Hamás, Israel y el contexto

Izda.: Ryszard Kapucinski en imagen de Kibik. Dcha.: Ramón Lobo en imagen de Montserrat Boix (Fuente: Wikimedia).

Permítanme la comparación. La tecnología y la ciencia son y han sido, bien que lo sabemos, fundamentales para mejorar la vida de las personas, pero afirmar que la puerta de la tecnología y la ciencia puede servir también para amplificar el daño y el dolor hasta límites desconocidos no es desacreditarlas, es solo dar aviso, alertar, de que ambas tienen también un lado oscuro y siniestro que puede dar paso a la devastación. Algo de esto ocurre hoy en día con la Política en mayúsculas y su plasmación en la realidad. Que ambas cosas son ciertas, que la esperanza y la desazón más rotunda conviven en su interior.

Por eso, decir que Hamás son una milicia terrorista, que utilizan en muchas de sus acciones métodos terroristas, es una verdad clara, diáfana. Así, no habría que dudar en reafirmar que muchos de sus actos, como el mortífero autocalificado “El Diluvio de Al Aqsa” del pasado día 7 de octubre en territorio israelí próximo a la franja de Gaza, no es más que terrorismo. Y como tal debiera ser condenado. Sin paliativos. Sin excusas. Sin circunloquios.

Pero esa realidad no debería impedir poder afirmar a continuación que Israel tiene desde hace demasiado tiempo un gobierno —no confundir gobierno con sus ciudadanos— que utiliza, ampara y permite prácticas terroristas y genocidas contra la población palestina. Ese es el drama. Que el uno se alimenta y se justifica en el otro; salvo, claro, que lo que se pretenda es aplicar filtros diferentes, la doble moral que estos días ha vuelto a emerger con fuerza y descaro, a realidades que se asemejan demasiado. Y todo con una particular diferencia nada menor, que una es una organización o una milicia y el otro un Estado, se supone que, además, democrático.

Un microscopio nos permite ver de cerca algo que ni imaginábamos, un mundo de bacterias, de virus, que posibilitan el avance de la ciencia, pero ese mundo no es el mundo real en el que nos desenvolvemos aunque forme parte de nosotros. Si a la hora de tomar decisiones políticas, estratégicas, etc., esas que tanto se echan en falta últimamente, lo hiciéramos sin levantar los ojos de ese microscopio, seguramente adoptaríamos caminos erróneos. ¿Podemos —o, mejor, debemos— adoptar las decisiones que permitan o ayuden en la salida a tanta maldad sin levantar la vista del charco de sangre?

En una entrevista que el periodista recientemente fallecido Ramón Lobo le hizo a Ryszard Kapuscinsky en 2006, para el diario El País, y que el también periodista Ferrán Bono ha traído a la actualidad para su crónica de estos días en el mismo periódico y que titula de forma retórica que “Contextualizar es apoyar al asesino en Israel”, decía el maestro del viejo periodismo que quizás lo único que los periodistas pueden aportar a la realidad es contexto, poco más: «Siempre creí —afirmaba Kapuscinsky— que los reporteros éramos buscadores de contextos, de las causas verdaderas que explican lo que sucede en nuestro mundo».

Sami Naïr (Fuente: Wikimedia).

Si solo miramos de cerca, una y otra vez y tal y como sucede estos días, los sangrientos acontecimientos, el horror inenarrable de las imágenes de los asesinatos de niños, mujeres, jóvenes, viejos indefensos, entonces es muy probable que estemos predispuestos a exigir, amparar y justificar la venganza, el bíblico ojo por rojo. Es esto, básicamente, lo que mayormente está haciendo el mundo occidental, pero también y seguramente estaremos sin quererlo realimentando el ciclo infernal del odio de la próxima guerra. Necesitamos contextos que posibiliten que las pocas voces que hablan de paz estos días se cuelen entre la balacera insoportable. Voces como la de Sami Naïr defendiendo en un desierto de vileza el imposible acuerdo.

Si, en cambio, somos capaces de alejarnos de ese microscopio, de ese primer plano, de esa podredumbre humana, podremos ver el contexto, quiénes a un lado y otro mueven los hilos, quiénes hacen negocio, quiénes utilizan a las víctimas, quiénes sacan rédito en él y cuanto peor mejor, quiénes… Puede que entonces no nos guste lo que vemos, o nos guste menos, pero debería ser la función del periodismo que tanto echamos de menos. El contexto de Kapuscinsky. Puede que no tengamos todas las respuestas, pero tendríamos al menos la tranquilidad de conciencia de haber intentado hacernos las preguntas correctas.

En las horas que siguieron al sanguinario ataque de Hamás, un periodista de la BBC entrevistaba al embajador de Palestina en Reino Unido y su primera pregunta fue interesarse por si condenaba los bárbaros atentados de Hamás. Su respuesta, la del embajador, descolocó al periodista y fue más o menos de esta guisa: esa —le dijo— no era la pregunta correcta ni equilibrada que esperaba porque, seguramente, no le habría hecho la misma pregunta al embajador de Israel a propósito de algunas de las muchas acciones militares que su gobierno lleva realizando contra palestinos inocentes en Gaza o Cisjordana. Si acercamos mucho el ojo al objetivo dejamos de ver parte del envoltorio que menos nos agrada y entonces, fácilmente, podemos desequilibrar la balanza.

Quizás lo que suceda es que el periodismo, tal y como lo hemos conocido, esté moribundo y a lo que asistimos es a otra cosa, a una sucesión de puro alineamiento ideológico, de blancos y de negros, de condenar en Ucrania lo que tanto cuesta condenar en Gaza e Israel, y así no hay manera. Lo decía otro histórico reportero, Gay Talese, quien a sus 91 años sigue negándose siquiera a llevar consigo ni un mísero teléfono inteligente porque entiende que este artilugio forma parte de la distorsión de la realidad. Talese, que acaba de publicar nuevo libro a sus noventa y un años, ya lo vaticinaba hace más de treinta años: “¡El periodismo ha muerto!”, fueron sus palabras a propósito de la primera guerra de Irak y cuando el Pentágono y el ejército americano decidieron que eso de permitir a los periodistas ir por libre en los frentes de batalla se había acabado.

A partir de entonces, el relato, el grado de acercamiento permitido a la mirilla del microscopio para ver la realidad, el conteo de muertes, la graduación del horror, lo decidirían ellos, los militares. Es casi lo que viene ocurriendo desde entonces. Que falta contexto. Que sobran vísceras. Que condenar las acciones terroristas de Hamás no nos puede hacer olvidar qué pasó antes, qué está pasando ahora, qué puede pasar mañana, y que cuando se dice y se reitera que los sucesivos gobiernos de Israel están perpetrando en Gaza y Cisjordania un lento y calculado genocidio ante la mirada casi indiferente, cuando no cómplice, de Occidente, no estamos mintiendo. Ni tampoco estamos restando un gramo de dolor y rabia a los atroces actos cometidos por Hamás.

Pepe López

Periodista.

3 Comments

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  • Me gusta casi todo lo que dices, menos que el periodismo ha muerto. Ni ha muerto ni morirá. Como no ha muerto la Iglesia Católica y este Papa que llora por todos los muertos inocentes y ha sido el primero en llamar a un alto el fuego y exigir una paz duradera. Una paz que yo veo imposible mientras la ONU siga siendo una mierda absoluta, vapuleada y manipulada por las grandes potencias. Ni garantiza la justicia, ni garantiza el orden internacional. Y es que sin justicia no habrá paz. Si no se democratiza profundamente la ONU, nunca habrá justicia y nunca habrá paz duradera.

    • Ni a muerto ni morirá jamás el Periodismo con mayúsculas, coincido con usted Don Ramón Gómez Carrión, si periodistas de todo mundo se mantienen en el rigor de los datos antes que dejarse manipular por relatos subjetivos e interesados y mucho peor cuando somos cómplices y das pábulo, por comodidad o miedos, a medias verdades o mentiras…

      Rigor, siempre rigor, que es el pilar primero de la credibilidad de nuestro admirado oficio (observar y escuchar, contrastar con rigor, y contar para contagiar y ser servicio público…) y con el rigor se gana siempre el respeto de las lectoras y lectores… y el Periodismo revive con mayor pujanza (lo viví en mis experiencias durante veinte años 1987-2007) noticia tras noticia en el diario La Verdad en Orihuela y la Vega Baja si mantenemos el periodismo social y damos voz cada día a los problemas del pueblo y sus soluciones…

      Un abrazo

  • Cuando afirmas al final «los sucesivos gobiernos de Israel están perpetrando (…) un lento y calculado genocidio», perdona mi ignorancia, te pregunto: a qué te refieres, dame datos y detalles de esa afirmación…
    Gracias por tu valentía en asunto tan complejo y cruento por los musulmanes de los países árabes que pretendieron repartirse y comerse a cachos la zona en conflicto adjudicada al pueblo judío israelí entonces tutelada por Reino Unido tras el fin de la Segunda Guerra Mundial
    Un abrazo
    Gracias…

    PD: Espero los datos que avalen tu afirmación de «genocidio de los SUCESIVOS GOBIERNOS DE ISRAEL» EN DEMOCRACIA Y PUJANTE DESARROLLO ECONÓMICO CRECIENTE E INNOVADOR RODEADO DE PAISES ÁRABES MUSULMANES EN ALGUNOS CASOS CON SOCIEDADES ‘MACHISTAS’ MEDIEVALES Y PUEBLOS ECONÓMICAMENTE CON ESCASO BIENESTAR…