Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

«Acítese» antes de untar

Fuente: Freepik.

Antiguamente, uno decía: “tengo una cita”. Y todo el mundo suponía que love is in the air, como dice la famosa y romántica canción del australiano John Paul Young. El amor está en el aire. Los nervios, la emoción, la sonrisa boba, las mariposas en el estómago, la luna brillando en el cielo cincelando en plata cada una de las olas del mar… (sonido de aguja rayando un disco). Eso era antiguamente.

Hoy, ahora, la cosa ya no suena ni parecida.

Los nervios se han tornado mala leche, la emoción ha pasado a ser perder la paciencia, la sonrisa la es por no llorar, en el estómago tan sólo crecen bacterias, la luna brilla en el cielo porque se te hace de noche y lo de cincelar ya pasa a grabarte a fuego en la mente que no se te olvide nada de nada para cuando llegues a la ventanilla, sea la que sea, tres meses después de cualquier fecha que uno se imagine, no sea que te toque volver otros dos meses después.

Aquí urge el DeLorean, el cochazo que te llevaba y te traía en el tiempo de Regreso al Futuro. Nos vendría genial para avanzar desde que uno pide una cita en cualquier centro oficial y llega el día varias semanas o meses o años después. La era Covid sirvió para muchas cosas. Entre otras para que, después de pasada la pandemia, lo único instantáneo sea el Nesquik o el Cola Cao, lo mismo me da que me da lo mismo. Creo que la peña le ha echado jeta, que se decía en mi época de joven.
Ahora hay que pedir cita para todo. No se atiende sin cita previa. Esas palabras aparecen en todos los centros oficiales, estén, o no, vacíos. Muchos lo están.

Yo recuerdo ir a realizar un registro en un lugar X y como era un asunto que había realizado varias veces en muchos años pues llevaba todo el papeleo preparado. Hasta había pagado una tasa con cita previa. Recuerdo subir, llegar al mostrador y ver que había dos personas detrás de, por supuesto, sus respectivos geles de esos de alcoholizar las manos. Por supuesto también, pasé la prueba 37 del termómetro. No había nadie más. Nadie. Me acerco a uno de los profesionales y, cuando voy a entregar la documentación pertinente, me suelta la famosa frase: “¿Pero tiene cita previa?». Y es cuando el diálogo se enreda de una manera ridícula, lo veas como lo veas.

  • ¡Pues no, me han dejado pasar y era para registrar esto! —servidor.
  • ¡Pues sin cita previa no se lo puedo coger! —respuesta oficial.
  • Ya, pero si no hay nadie —servidor.
  • ¡Sí, pero si viene alguien con cita no lo puedo atender a su hora! —respuesta oficial.
  • Pero si son dos —servidor.
  • Lo siento si quiero le doy cita para mañana —respuesta oficial.
  • ¿No estamos tardando más en esta conversación que en poner un sello? —servidor.
  • Si quiere mañana a las 9.15 de la mañana podemos atenderle —respuesta oficial.

Al día siguiente acudí a la hora en cuestión y a las 9.17 ya estaba registrado, pues tan sólo era poner un sello.

(Fuente: Freepik).

Pero es que no sólo sucedía en estos organismos, también recuerdo ir a un centro comercial a comprar un bote de esos de proteína de los que antes de mis intolerancias tomaba, entrar y decir: “quiero un bote de proteína de suero de leche”. En la tienda no había nadie. Nadie de nadie, eran casi las tres de la tarde. “¿Tiene cita previa?”, “¡Pero si es un bote de proteína, no hay nadie!”. “¡Lo siento sin cita previa no puedo venderle nada!”. Y allá que me fui a casa a hacerme una tortilla de huevo, que también son proteínas. Lo digo por lo ridículo de algunas situaciones fuera de toda lógica momentánea que llegaron para quedarse sin necesidad alguna.

Uno quiere ir al médico, y sí, está la aplicación que te envía mínimo un mes de espera y, si te acercas a la ventanilla y sacas número, que siempre está a cien números de la pantalla lo mismo, llegas a la ventanilla tres horas después para pedir cita para otro mes después, pero es que te duele en ese momento, por eso vas al médico, por eso tienes que pedir permiso en el trabajo, para que luego estando malo te digan que aguantes la enfermedad un par de meses más para cuando te toque el médico. Y si no, a urgencias del hospital, donde te dan otro numerito y te dicen: “mira la pantalla” y cuando te llamen puedes gritar: “¡Bingo!”, aunque he de reconocer que al menos no hay que pedir cita previa.

Cuando sucedió la famosa huelga de jueces, secretarios, funcionarios y demás, los afectados al final fueron los ciudadanos y ciudadanas con juicios con demora de hasta más de uno o dos años. Si el juicio es por ejemplo para cobrar un subsidio, qué, ¿a comer piedras?

Ya lo comenté en un artículo, lo de la empatía, lo de que a veces podíamos ponernos en el lugar de los demás. Y hay casos realmente dramáticos.

Y que no se te pase la fecha de la ITV, que si pides cita previa aún estás delinquiendo por ir sin permiso y la pegatina caducada (¿soy yo al único al que le cuesta quitar del papel la dichosa pegatina y pegarla en el cristal?). Al podólogo, a la peluquería (ahí me salvo), a que te ayuden a realizar la contribución en Hacienda, para sacarte el carnet permanente, por supuesto, para sacarte el pasaporte y carnet de identidad que, como te pillen sin documentación o caducada, ¡vaya!, ahí para multarte no te piden a ti cita previa, te la sueltan como el Nesquik y el Cola Cao, para ir al gimnasio de esos modernos de ahora que caben cuatro, para muchos restaurantes. Para ir los jóvenes a sacarse el bono del tren. Y no sigo porque podía estar dando cien mil ejemplos. Desde aquí mi reivindicación de siempre: Barcala patinetes para la tercera edad pero sin cita previa.

Y hablando de los patinetes, ¿es que no van a multarlos cuando van en dirección prohibida, cuando juegan a saltar de la acera a la carretera y de repente te giran para cruzar por un paso de cebra? Es la ley del salvaje oeste. A toda velocidad, por cualquier lugar de la ciudad, y la mayoría, por supuesto, con cascos de música. En fin, no se puede estar en todos los frentes que uno ya se hace mayor para tanta batalla.

Espoiler

Hoy voy a hacer, con vuestro permiso, un inciso, un momento de sueños. De soñar.

Dream on del grupo Aerosmith. Escuchadla. Este momento del artículo no va a ser como los de antes, como los demás.

Este momento del artículo va a ser un espoiler sobre lo que viene después de la vida, que no muerte. Así que quien no quiera seguir leyendo, creencias varias, se baje en la siguiente parada de estas letras mías tan sentidas. Y salte a la última línea.

Un 28 de septiembre de 1973 nació mi hermana pequeña, falleció el 29 de diciembre de 2009; un cáncer y una enfermedad sangre escarlata que suena romántica pero que no lo es en absoluto hizo que, en un primer momento, comenzáramos a descolgar estrellas del cielo una a una. Ya no era el mismo cielo que ella veía con nosotros desde aquí, así que había que inventarse uno nuevo con estrellas, otras estrellas, pero que ya brillarían para siempre de otra manera.

El cielo nunca ha vuelto a ser el mismo, ahora brilla mucho más.

(Fuente: Pixabay).

Este 28 de septiembre de 2023 habría cumplido 50 años. No voy a enrollarme con lo típico de era así, era asá, ponerme a escribir cosas que pertenecen al ámbito privado, sentimental y familiar. Todos y todas tenemos a un ser querido que desnudó su piel para convertirse en alma. Todos y todas tenemos a esa persona querida que, cuando la piensas, sonríes, una sonrisa que es entre dulce y nostálgica, esa que según donde estés tratas de aguantar la lagrimilla y entonces la sonrisa se abre más.

Tan sólo quería hacer un pequeño homenaje a ella por supuesto, es mi hermana, y también a todos y todas que, en este momento, están pensando en ese ser querido y están sonriendo, o llorando, o disimulando, pero queriendo.

Hubo un tiempo maravilloso,
lleno de risas, llantos y vida,
hubo un tiempo maravilloso,
y nunca, nunca se te olvida.
		
				Bruno Francés Giménez

Para mi hermana y para todos los seres queridos que siguen estando pero que se esconden muy bien donde quiera que estén. Ya los encontraremos.

Fin del espoiler

Lo dicho, que pidan cita, pero que la aciten antes de usarla porque puede que vuelvan a tener que esperar una pequeña eternidad antes de tener otra oportunidad.

Que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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