Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

23J: trumpismo de bolsillo

Niño paseando bajo una llovizna o calabobos. Fotografía de Bobjgalindo (Fuente: Wikimedia).

El castellano, tan rico en tantas expresiones, tiene una acepción muy castiza para definir la lluvia fina, esa forma de caer el agua de poco a poco y que se da mayormente en el norte del país. Ese fenómeno meteorológico que parece que no pero que, a la que te descuidas, te acaba calando hasta los huesos, te acaba paralizando y que casi siempre te hace dudar si es conveniente o no cargar con el paraguas. Es el calabobos. De eso parece va el 23J y los años que le anteceden, de una cascada fina de mentiras, de medias verdades entrelazadas, de insultos repetidos hasta la saciedad, de deslegitimación, desprecio y deshumanización de las instituciones y del adversario político, todos ellos signos a los que posiblemente no dimos la importancia que tenían, que tienen.

Y si en alguna ocasión este “calabobos político” ha podido adquirir carta de naturaleza y fue representado de forma transparente ante la mirada de millones de personas, fue muy posiblemente en el “cara a cara” de Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo en Atresmedia bajo la batuta ausente de los periodistas de la casa, Vicente Vallés y Ana Pastor. Fue aquel supuesto debate, más allá del quién lo ganó y quién lo perdió, una pelea para hooligans que pasará a la historia como uno de los ejemplos del peor periodismo y de la peor política española. Un mediático colofón a los años de lodazal en el que andamos metidos.

Encuentro de Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo en la Moncloa en 2018. Fotografía: Moncloa (Fuente: Wikimedia).

Su continuación en el postdebate solo ha hecho que acrecentar esta sensación de impostura y de enfrentamiento, de división. Solo ha bastado ver las portadas y análisis que se han hecho del mismo en los siguientes días para entender cómo algunos entienden esto del periodismo, esto de la política. Desde la mayoritaria derecha mediática todo han sido loas al aspirante Feijóo, a su buen desempeño, a su aplomo, pero casi ni una palabra, ni un mínimo y riguroso análisis de las reiteradas mentiras y medias verdades en las que basó su discurso, como si la verdad o incerteza de los datos y afirmaciones que allí se expusieron fuesen perfectamente prescindibles. Versión patria del fin justifica los medios.

Desde el lado izquierdo del escenario mediático, en cambio pareciera que solo importaban estas últimas, las mentiras reiteradas, el tardío fact-checking, la verificación de lo que allí se dijo. Había como una disculpa y un tratar de minimizar, de justificar la evidente “derrota televisiva” del presidente Sánchez. De modo que solo cabían dos opciones: o estabas con las mentiras de Feijóo, sin importar el alcance y dimensión del engaño, o te alineabas en el campo de la compasión al presidente Sánchez.

La consecuencia de este áspero y desolador panorama muy bien podría ser que lo que se pueda construir sobre esta frágil cimentación a partir del 23J difícilmente será sólido ni estable. Si la victoria cayese del lado de Sánchez y sus socios, es fácil adivinar que el futuro inmediato no será otro que acrecentar hasta la náusea esta lluvia fina de insultos, este calabobos de medias verdades, de deshumanización y robotización del oponente político y sus aliados, de criminalización del ejercicio político en los alrededores de EH-Bildu y ERC como gentes que no merecen formar parte de la ecuación, de avanzar en la deslegitimación de las instituciones con todos los peligros que eso encierra para la convivencia y la democracia.

De modo que lo que hasta ahora ha sido lluvia fina acabará siendo, muy probablemente, tormenta recia, rayos y truenos que pueden llegar a poner en peligro la propia paz social. Nada nuevo bajo el sol. Si lo pensamos bien no es otra cosa que el lado más oscuro del populismo conservador, antesala de ese neofascismo de nuevo cuño que recorre el mundo. Primero hay que poner en duda el proceso electoral en marcha, manchar de sospechas la limpieza y compromiso de las instituciones públicas que intervienen en el mismo (Indra en el 28M, Correos en el 23J), esparcir, si es menester, insinuaciones de pucherazo, como esa afirmación que lanzó en un mitin y en presencia de Feijóo, horas antes de que se abrieran las urnas el 28M, la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso: “Pedro Sánchez se irá como llegó, con un intento de fraude masivo y, en función de lo que ocurra, pues ya se verá.

Un momento del discurso de Ayuso en la campaña electoral para el 28M (Fuente: canal de YouTube de «El País»).

Se acepta el resultado si se gana, como sucedió, pero ¿y si se pierde? ¿Podemos afirmar hoy sin un atisbo de duda que habrá reconocimiento de la derrota? La existencia de la propia duda ya es en sí misma síntoma del peligro que acecha. Si los resultados son contrarios a estos aprendices de Trump y Bolsonaro, entonces la siembra de la ilegitimidad estará hecha y solo cabría esperar a recoger la cosecha. El guion y los antecedentes en EE.UU. y en Brasil nos alertan de que ese hipotético caso no es descartable y que, de una u otra manera, se podría acabar avalando algún tipo de “asalto al Capitolio” en versión castiza. ¿Exagerado? Piénsenlo.

Es esta, claramente, una política de tierra quemada que, de alguna manera también, podría esperarse y entraba en el guion de lo previsto en el caso del partido de Santiago Abascal, que está en su genética y esa y no otra ha sido su estrategia de oposición (¿cuántas veces ha acusado Santiago Abascal de ilegítimo al actual gobierno en los últimos cuatro años?), pero que tanto cuesta y tanto duele de entender en el caso del PP y en el de su candidato y presidente Alberto Núñez Feijóo. Quizás porque durante mucho tiempo nos hemos negado a creer que el PP, y en el político Feijóo, también albergan en su seno estas pulsiones capaces de recurrir al barro y al lodazal para conseguir sus fines.

Pero si, por el contrario, sale victoriosa el tándem PP-Vox tal y como pronostican muchas de las encuestas, en tal caso solo cabría esperar que dé tiempo a ponerse a resguardo, porque el calabobos de hasta ahora podría pasar entonces a una fase diferente pero puede que más peligrosa. Ya se ven algunos síntomas preocupantes en algunos de los gobiernos municipales y autonómicos donde ambos partidos comparten mesa y mantel, donde ya han empezado a tomar decisiones que censuran, que excluyen, que dividen entre buenos y malos españoles. Y ahí, en ese peligroso y no deseado escenario de que el PP necesite a Vox para llegar a la Moncloa, puede que el único paraguas que nos quede para evitar que se cumplan los peores presagios sea el de la Unión Europa.

Y tampoco está claro que este vaya a aguantar mucho tiempo los vientos de regresión en derechos y negacionismos de todo color y pelaje que amenazan también con asolar y echar abajo la parte más social de las instituciones europeas. Incluso, podría suceder que, entonces, añoremos el calabobos del principio, aquel tiempo en el que, pese a todo, vivíamos incluso mejor. Esa es la alerta. Esa es la preocupación ante el nuevo trumpismo de bolsillo que asoma en el paisaje.

Pepe López

Periodista.

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  • Querido Pepe: lo bien que escribes y lo bien que tergiversas, aunque te salga del corazón más que de la cabeza. O de los dos sitios. Te leo con mucho gusto, pero no entiendo tu empecinamiento en querer que todo sea del color del cristal con que lo miras. ¡Quítate las gafas sanchistas y ponte las socialdemócratas del PSOE verdadero! A no ser que tengas otras gafas.