Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

La importancia del matiz

Imagen de una ilustración titulada "A palabras necias" (Mixta/papel 100 x 70) de la cuenta de Instagram de la pintora Esperanza Asensi (Fuente: IG: esperanza.asensi).

«Señor Feijóo y señor Sánchez. No sé si no nos oyen bien, o si no nos escuchan. Es un matiz importante»

Así advirtió Ana Pastor, moderadora junto a Vicente Vallés, a los candidatos al debate electoral del pasado 10 de julio.

En estos tiempos en que se oyen tantas cosas, algunas buenas, otras malas y, sobre todo, muchas prescindibles, y se escucha tan poco y tan mal, no deja de ser curiosa y, cuanto menos, sorprendente en algunos hablantes, la confusión generalizada en el uso de los verbos oír (percibir) y escuchar (atender).

Oigo la radio los sábados por la mañana y el canto de los pajaritos desde las ramas del árbol que se asoma a mi balcón. Oigo sonar el teléfono y la vida a gritos que me llega desde el fondo del patio de luces de mi casa. Oigo llorar a un niño y oigo a mi madre reír cuando le cuento las menudencias de mi día a día. Oigo los coches rodando por la calle, incluso esos nuevos modelos eléctricos con su sonido amortiguado. Oigo las motos escandalosas rompiendo la noche y a los perros del vecindario reclamando una atención a la que los hemos mal acostumbrado. Oigo el timbre, el fútbol en el salón de mis vecinos, las confidencias de mis amigas, el murmullo de las olas y el silencio de una iglesia. Oigo el Concierto de Aranjuez en un viejo disco de vinilo de mis padres, girando sobre el tocadiscos de mi adolescencia. Oigo mis propios pensamientos, a mi hermana al teléfono, los pasos de mi pareja por el pasillo de nuestra casa.

Les digo a mis hijos que escuchen bien en clase lo que les dicen sus profesores, que escuchen a su corazón y sean siempre personas de bien, que no escuchen a quienes pretenden confundirlos con mensajes que, por virales, solo pueden llevar dentro algún tipo de virus. También les digo que no se escuchen tanto a ellos mismos, ni sus pequeñas miserias y que escuchen lo que el mundo les dice, lo que la vida les grita, porque tienen mucho y bueno que oír, a pesar de los pesares.

Y me oigo a mí misma pensar en la lengua de mis padres en la que oír se dice sentir. También en la mía, oír y sentir significan lo mismo. En la segunda acepción del verbo, la RAE define sentir como «percibir a través de la oreja, oír», aunque su uso no es común. Por eso creo que es una pena esta confusión, porque no deberíamos dejarnos invadir por el uso que describe la acción de atender, a costa de perder el uso que describe el sentido de percibir.

Al fin y al cabo ¿hay alguien ahí que de verdad esté atendiendo?

Adenda

Si tienen dudas, nada tan sencillo como acudir al Diccionario panhispánico de dudas, escuchar.

Puesto que oír tiene un significado más general que escuchar, casi siempre puede usarse en lugar de este, algo que ocurría ya en el español clásico y sigue ocurriendo hoy:

«Óyeme agora, por Dios te lo ruego»

Encina Égloga (Esp. 1497)

«Óyeme y deja de leer ese periódico»

Fuentes Cristóbal (Méx. 1987)

Menos justificable es el empleo de escuchar en lugar de oír, para referirse simplemente a la acción de percibir un sonido a través del oído, sin que exista intencionalidad previa por parte del sujeto; pero es uso que también existe desde época clásica y sigue vigente hoy, en autores de prestigio, especialmente americanos, por lo que no cabe su censura:

«Su terrible y espantoso estruendo cerca y lejos se escuchaba»

Cervantes Persiles (Esp. 1616)

«Chirriaron los fuelles, patinaron en el polvo las gomas, se desfondaron los frenos y se escucharon alaridos»

Sarduy Pájaros (Cuba, 1993)

Cristina Llorens Estarelles

Bibliotecaria de la Escuela Europea de Alicante.
Subdirectora de Documentación Instituto Juan Gil-Albert (2015-2019).

6 Comments

Click here to post a comment

  • ¡Oh, tú, que oyes y escuchas, elegantísima -y no sólo por el lenguaje- Cristina Llorens! Encantador artículo, pero no nos explicas la relación con Esperanza Asensi. Espero unas letras explicativas, aunque mejor sería oírte y escucharte. Un saludo cordial.

    • Ramón, la culpa en cuanto a la relación entre la ilustración de Esperanza Asensi y el artículo: ¡¡Solo mía!! Se me ha pasado poner el título de la obra: «A palabras necias». ¡Gracias porque ya lo hemos corregido! Un abrazo enorme.

    • Querido Ramón , gracias por tus palabras, siempre tan exquisitas y cariñosas. Difícil tarea, efectivamente, la de saber escuchar, y aún más difícil la de saber no oír, poder hacer oídos sordos a tanto ruido como hay hoy en día, ruido metafóricamente hablando, y ruido del otro, del que nos importuna con toda la crudeza de la literalidad. Ahí la conexión con una de las obras de la serie sobre los filtros de Sócrates de Esperanza Asensi titulada “A palabras necias”. Me alegro de que te haya gustado el artículo. Un abrazo fuerte

      • Todo este pequeño lío de palabras necias y oídos sordos ha tenido de bueno que nos demos muchos abrazos. Otro más.